MUNDO
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Operación Doble
Cómo la CIA infiltró a la DEA
The DEA y sus predecesoras las organizaciones federales de control del
cumplimiento de la ley de drogas siempre han sido infiltradas y, en diferentes
grados, dirigidas por agencias de inteligencia de EE.UU. El motivo es bastante
simple: El gobierno de EE.UU. ha estado protegiendo a sus aliados
narcotraficantes, especialmente en el crimen organizado, desde que el
narcotráfico fue criminalizado por primera vez en 1914. Desde entonces el
control de la ley de drogas ha sido una función de la seguridad nacional en su
sentido más amplio; no sólo para proteger a nuestra aristocracia contra enemigos
externos, sino para preservar las prerrogativas radicales, religiosas y de clase
de los círculos gobernantes.
La falla imprevista en el sistema es que mientras investigan a los traficantes,
los agentes federales contra la droga siempre descubren los vínculos de los
círculos gobernantes con el crimen organizado y sus testaferros de los
sindicatos de la droga. Las agencias de inteligencia y seguridad de EE.UU.
reconocieron este problema como tal a comienzos de los años veinte y para
proteger a sus patrones de los círculos gobernantes (y a sus aliados extranjeros
y nacionales en el narcotráfico que combatían a los comunistas), enfrentaron el
problema mediante el soborno de jefes y agentes bien ubicados del control del
narcotráfico.
También tienen otros medios a su disposición. En 1998, por ejemplo, en una serie
de artículos en el San Jose Mercury News, el periodista Gary Webb afirmó que la
CIA había facilitado el flujo de cocaína crack a pandillas callejeras en Los
Ángeles. Después de que la Agencia desmintiera vehementemente sus afirmaciones,
Webb fue denunciado por los co-conspiradores de la CIA: el New York Times, el
Los Angeles Times, y el Washington Post. Llevado a someterse por temor por los
gruñidos de los mayores y mejores, el Mercury News se retractó de la historia de
Webb y envió al periodista al exilio interior. El Inspector General de la CIA
admitió posteriormente que Webb tenía en parte razón. Pero ser injustamente
desacreditado es el precio que se paga por arrancar la máscara del mayor
narcotraficante del mundo.
Siempre ha sido así. Un ejemplo: En 1960, MacMillan publicó el libro de Russ
Koen: "The China Lobby." En él, Koen dice que los nacionalistas chinos
contrabandeaban narcóticos a EE.UU., "con pleno conocimiento y connivencia" de
su gobierno en Taiwán. Dice que "prominentes estadounidenses han participado y
se han beneficiado con estas transacciones." La idea de que prominentes
estadounidenses se beneficien con el narcotráfico era impensable y, como un
rayo, Harry J. Anslinger, Comisionado del Buró Federal de Narcóticos (FBN),
denunció como fraude a Koen. Dentro de semanas el libro de Koen fue condenado a
la oscuridad por MacMillan.
El fundamental libro del profesor Al McCoy "The Politics of Heroin," publicado
en 1972, es otro ejemplo. La CIA estaba informada sobre la investigación de
McCoy y se acercó a su editor, exigiendo que suprimiera el libro por motivos de
seguridad nacional. Harper Row se negó pero aceptó que la CIA revisara el libro
antes de publicarlo. Cuando McCoy objectó, Harper Row dijo que no publicaría el
libro a menos que McCoy se sometiera.
También abundan los ejemplos de complicidad de los organismos federales de
control del cumplimiento de la ley de narcóticos con la CIA y muchos son
descritos en mi primer libro sobre el tema: "The Strength of the Wolf: The
Federal Bureau of Narcotics 1930-1968." En mi nuevo libro: "The Strength of the
Pack: The Politics, Espionage Intrigues, and Personalities that Defined the DEA,
explico como la CIA infiltró la DEA y como, bajo dirección de la CIA, la guerra
contra la droga se convirtió en un modelo para la guerra contra el terror.
Presentaré un ejemplo en este ensayo.
Los bromistas alegres
Mi nuevo libro: "Strength of the Pack" [La fuerza de la jauría] comienza en
abril de 1968, cuando como consecuencia de un inmenso escándalo de corrupción,
el gobierno de Johnson incorporó al FBN [Buró Federal de Narcóticos] en una
nueva organización llamada el Buró de Narcóticos y Drogas Peligrosas (BNDD). El
Fiscal General, Ramsey Clark, anunció el nombramiento de John E. Ingersoll, de
treinta y ocho años, como director del BNDD. En una carta que me envió Clark
dice que Ingersoll "ofrecía una ruptura neta con un pasado que terminó en
corrupción y, esperaba, un nuevo enfoque progresista, con una base científica
para el control de la droga en un época de profunda inquietud social."
Clark nombró a Ingersoll durante la presidencia de Johnson y, después de las
elecciones, en un intento por anticiparse al próximo gobierno de Nixon, Clark
realizó una conferencia de prensa para proclamar el éxito del gobierno de
Johnson en la limpieza del BNDD de toda corrupción crónica. "32 agentes de
narcóticos renuncian en investigación local de corrupción," decía el titular en
el New York Times del 14 de diciembre de 1968. Clark señaló que cinco de los
agentes malos habían sido acusados, y que procesos y renuncias adicionales
seguirían pronto.
Los demócratas habían perdido la elección en gran parte porque el candidato de
la "ley y el orden," Richard Nixon, había prometido ganar la guerra contra la
droga. Irónicamente, una vez que fue elegido presidente, esta promesa llevó a
Nixon a enfrentar a la CIA, que ayudaba y favorecía a los principales políticos
y generales que gobernaban a los aliados de EE.UU. en Vietnam, Laos y Tailandia,
muchos de los cuales formaban parte de una inmensa red de contrabando de drogas
del Kuomintang. A fin de derrotar a los comunistas, había que proteger sus
actividades de contrabando de narcóticos. Pero para que Nixon cumpliera con su
promesa de ganar la guerra contra la droga, había que detenerlos. Así comenzó la
infiltración del BNDD por la CIA, y su lucha con delictuosos acólitos contrarios
al establishment de Nixon por el control del ataque contra importantes
traficantes como medio para dirigir la guerra contra la droga.
El director del BNDD, John Ingersoll, no estaba preparado de ninguna manera para
el juego de tira afloja político en el que se encontró. Había entrado al
departamento de policía de Oakland en 1956, sirviendo como policía motociclista
y después como asesor administrativo del jefe. A mediados de los años sesenta
llegó a ser jefe de policía en Charlotte, Carolina del Norte donde conquistó una
reputación de rectitud y de luchador contra la corrupción. Pero un año después
de tomar el control del BNDD, Ingersoll se dio cuenta de que no estaba a la
altura de los astutos agentes federales de la droga que había heredado. Era una
jauría artera y peligrosa, y los principales responsables de la organización
eran de los peores.
Como explica un agente: "La mayoría habían sido corrompidos por el atractivo del
bajo mundo. Pensaban que podían dejar su moralidad en la puerta – salir y
mentir, engañar y robar – para luego volver y recuperarla. Pero no es posible.
De hecho, si se tiene éxito porque se puede mentir, engañar y mentir, esas cosas
se convierten en instrumentos utilizados en la burocracia. Hablamos de
individuos cuyas vidas dependen de su capacidad de ser retorcidos y que se hacen
muy buenos en ese arte. Así que esos sujetos se convirtieron en jefes. Mientras
tanto los agentes perdían su inocencia de maneras sutiles."
Ingersoll lo sabía, pero también tenía conciencia de la alta prioridad que Nixon
fijaba para la victoria en la guerra contra la droga. En lugar de generar un
escándalo, Ingersoll decidió salir de la organización, hacia la CIA, para
conseguir ayuda en la eliminación silenciosa de la corrupción. El Informe de
1975 de la Comisión Rockefeller Sobre Actividades de la CIA Dentro de EE.UU.
señaló que el programa conjunto CIA-BNDD contra la corrupción comenzó cuando
Ingersoll se preocupó "vitalmente" porque algunos de sus empleados podrían haber
sido corrompidos por narcotraficantes. Al carecer del aparato necesario de
seguridad para expurgar a esos agentes corruptos, Ingersoll pidió ayuda a
comienzos de 1970 al director de Inteligencia Central, Richard Helms, para
edificar una capacidad de "contrainteligencia." Esta solicitud fue
"aparentemente" apoyada por el Fiscal General del presidente Nixon, John
Mitchell.
El hombre al que Ingersoll nombró inspector jefe del BNDD, Patrick Fuller, había
servido en investigaciones del IRS [Servicio de impuestos internos] durante
cerca de 20 años en California. Fuller era un cercano amigo de Ingersoll, pero
aparte de eso, fue incapaz de montar investigaciones de seguridad contra agentes
federales de la droga. Cuando Ingersoll propuso que se volvieran hacia la CIA,
Fuller aceptó de buena gana. El plan, conocido como Operación Doble, involucró
la contratación de agentes de la CIA para que espionaran a altos funcionarios
del BNDD sospechosos de prácticas corruptas, pasadas y presentes. Como recuerda
Pat Fuller: "Reclutamos a los agentes para el BNDD a través de una compañía
especial. Una corporación involucrada en el mantenimiento del orden contrató a
consultores de investigación, y tres agentes de la CIA que se las dieron de
empresarios privados fueron contratados para realizar el trabajo de contacto y
entrevista."
El principal reclutador fue Jerry Soul, con la ayuda de los agentes de la CIA
John F. Murnane, Joseph Cruciani y Chick Barquin. Funcionario de personal en la
central de la CIA en esos días, Soul había dirigido a exiliados cubanos durante
la invasión de la invasión de Playa Girón, y después dirigió el ejército de
exiliados cubanos de la CIA y su fuerza aérea en el Congo.
Aparte de un exiliado cubano, los agentes de la CIA contratados para la
Operación Doble, fueron, típicamente agentes paramilitares ingleses cuyas
carreras se habían estancado por la reducción gradual de fuerzas de la CIA en
Vietnam y Laos. Los que fueron contratados pasaron por el curso de entrenamiento
del BNDD y fueron asignados por Fuller para que espionaran a un director
regional en particular y a sus subordinados de confianza. Según Fuller, no se
mantuvieron archivos y algunos participantes no serán jamás identificados porque
eran "intermediarios" que nunca fueron a una oficina del BNDD, pero espiaron
desde lejos e informaron de modo clandestino. Algunos ni siquiera eran conocidos
por Fuller. Se suponía que todos iban a ir al extranjero, pero la mayoría
permaneció en EE.UU.
Gran parte de la Operación Doble sigue siendo un misterio porque, como informó
la Comisión Rockefeller, "violó la Ley de 1947 que prohíbe la participación de
la CIA en actividades de mantenimiento del orden."
Ni una sola vez procesaron a un participante.
Casos analizados por Operación Doble
La Operación Doble apuntaba a los máximos directores del BNDD. Un objetivo fue
Joseph J. Baca, Vice-director Regional en Los Ángeles. Primo de un alto policía
mexicano, Baca fue acusado en julio de 1969 por la Policía Estatal de Nuevo
México de tráfico de drogas y propiedad robada. Fue acusado de organizar robos y
asaltos, y supuestamente vendió heroína a un contrabandista de drogas. Pero las
investigaciones locales fueron cerradas sin una acción adversa contra Baca, de
modo que se pidió al as infiltrado de la Operación Doble, Charles "Chuck"
Gutensohn que investigara.
Gutensohn había servido con las Fuerzas Especiales en Vietnam del Sur. Abandonó
el ejército en 1964, obtuvo un grado académico, y en 1968 entró a la CIA.
Durante los dos años siguientes, Gutensohn sirvió en Pakse, Laos, uno de los
principales puntos de tránsito de droga entre el Triángulo de Oro y Saigón.
Tenía experiencia en la droga y al volver a EE.UU., Gutensohn tuvo la
alternativa de ser el vínculo entre la CIA y el BNDD en Laos, o de sumarse a la
Operación Doble. El hermano de Gutensohn, Joel, él mismo veterano de Vietnam, se
había unido al programa Doble seis meses antes en Chicago. Por ello, Chuck
también lo hizo.
"Después de encontrar a Jerry Soul," recuerda Gutensohn, "vi a Fuller en un
hotel cerca de Tyson's Corner. Dijo que cuando nos comunicásemos, yo sería
conocido como Leo Adams, para Los Angeles. Sería Walter De Carlo, para
Washington, DC."
Fuller reclutó a Gutensohn y a los otros agentes de la CIA porque no era
necesario entrenarlos en "los secretos del arte" requeridos para la tarea de
espiar a sus jefes. Pero la tapadera de Gutensohn fue destruida antes de que
llegara a Los Ángeles. Según recuerda: "Alguien en la central habló y todos lo
supieron. Cerca de un mes después de mi llegada, uno de los agentes me dijo: "Me
dicen que Pat Fuller firmó sus credenciales."
Una situación similar ocurrió en Miami, donde los objetivos de Fuller eran el
director regional Ben Theisen y el supervisor de grupo Pete Scrocca. Terry Burke,
que llegó al límite de su carrera como administrador interino de la DEA en 1990,
fue uno de los agentes de la Operación Doble asignados para investigar a Theisen
y Scrocca. Alto y bien parecido, los antecedentes de Burke son fascinantes.
Después de servir como guardia de los Marines en la embajada de EE.UU. en Roma,
se unió a la CIA y sirvió como agente paramilitar en Laos de 1963 a 1965,
trabajando para el legendario agente de la CIA Tony Poshepny en la base 118A
cerca de Ban Houei Sai – epicentro del comercio de opio y heroína del Triángulo
de Oro. Burke recibió la máxima condecoración de la CIA, la Estrella de
Inteligencia, por heroísmo en el combate en Laos. Sirvió su período siguiente en
las Filipinas donde en 1969 fue asignado a un puesto que era un callejón sin
salida en la central de la CIA. Consciente de que su carrera había llegado a un
punto muerto, Burke se puso en contacto con un amigo de Italia, el agente de
aduanas Fred Cornetta. Éste estaba entonces a cargo en el aeropuerto Dulles, y
persuadió a Burke a sumarse al BNDD.
Burke se postuló y fue contratado en diciembre de 1970. Fuller lo reclutó para
la Operación Doble y lo asignó al grupo de Pete Scrocca. Pero, en lugar de
espiar a sus nuevos colegas, Burke se propuso demostrar que era suficientemente
duro y listo para trabajar "casos clandestinos de tipos malos con escopetas en
habitaciones de motel." Burke nunca envió ningún informe negativo a Fuller, y
Theisen y Scrocca terminaron por aceptarle.
La experiencia de Gutensohn y Burke no fue excepcional, y la Operación Doble
nunca llevó a un solo despido de algún agente corrupto del BNDD. La razón
sorprendente para este resultado es bastante simple. Lo que menos se imaginaban
Ingersoll o Fuller era que la CIA nunca inicia un programa a menos que sea
negable y tenga "potencial de inteligencia." La Operación Doble se ajustaba a
esos criterios: era negable porque era, en apariencia, un programa del BNDD; y
tenía potencial de inteligencia en la medida en que se ajustaba perfectamente al
estilo de Angleton de "operaciones dentro de operaciones."
Como me dijera el inspector jefe del BNDD Pat Fuller: "Hubo otra operación de la
cual ni yo mismo sabía. ¿Por qué no descubre quién la estableció, y por qué?
Cajas dentro de cajas
Bueno, descubrí lo relacionado con esa operación. Casi por accidente, cuando
entrevistaba a un agente de la DEA en Miami, me presentaron a Joseph C DiGennaro,
miembro de la faceta secreta de la CIA de la Operación Doble, su unidad
unilateral de operaciones de droga. Oculto tras el programa de "inspecciones" de
Fuller, el propósito de la unidad unilateral de droga de la CIA era identificar
a narcotraficantes en todo el mundo, y secuestrar y/o asesinarlos
selectivamente. Como explica DiGennaro, su ingreso al programa comenzó cuando un
eminente cirujano, amigo de la familia, sugirió que se postulara para un puesto
en el BNDD. En aquel entonces trabajaba como corredor de bolsa en Nueva York.
DiGennaro encontró a Fuller en agosto de 1971 en un Howard Johnson’s cerca del
complejo Watergate. Fuller le dijo que si aceptaba el puesto en la Operación
Doble recibiría el nombre de código Novo Yardley. El nombre de código se basaba
en el nombramiento de DiGennaro en Nueva York, y en un drama con el nombre del
famoso espía estadounidense, Herbert Yardley.
DiGennaro aceptó el puesto y fue enviado a un agente de seguridad de la CIA para
obtener las aprobaciones necesarias. Entonces le dijeron que él y varios otros
reclutas eran "subproductos" del programa de inspección de Fuller hacia el
programa "operativo" unilateral de la CIA. Le dijeron que había sido
seleccionado porque tenía un cinturón negro en karate y la extraña capacidad de
recordar listas y caras. El control de antecedentes demoró 14 meses, durante los
cuales DiGennaro recibió un entrenamiento intenso en combate y en las reglas del
arte. En octubre de 1972 fue enviado a la central regional del BNDD en Nueva
York y, como cobertura, fue asignado a un grupo de conformidad que inspeccionaba
sobre todo farmacias. Sus cheques de sueldo venían de fondos oficiales del BNDD,
aunque el programa fue financiado por la CIA a través del Buró de Minas del
Departamento del Interior. El programa había sido autorizado por el comité
"apropiado" del Congreso.
El grupo especial de DiGennaro fue dirigido por la División de Operaciones
Especiales de la CIA (entonces bajo Evan Parker, primer director del Programa
Phoenix de la CIA) en conjunción con los militares, que suministraron
posibilidades dentro de los servicios militares en el extranjero para mantener
abiertas rutas de exfiltración. Las rutas de exfiltración eran corredores aéreos
y carreteras. Los militares también despejaban el espacio aéreo cuando
sospechosos capturados eran llevados a EE.UU. DiGennaro pasó la mayor parte del
tiempo en operaciones en Sudamérica, pero también sirvió en el Líbano y otros
sitios.
Dentro de la unidad especial antidroga de la CIA, que contaba con unos 40
hombres, había expertos en impresión, falsificación, operaciones marítimas, y
telecomunicaciones. Los agentes se conocían sólo por su nombre. DiGennaro, sin
embargo, sabía de la presencia en el programa de otros agentes del BNDD,
incluyendo a Joseph Salm y Paul Seema. Nadie más en el BNDD, sin embargo, estaba
informado sobre el programa. Cuando llegaba la llamada a la acción, DiGennaro
consultaba a Fuller y luego pedía licencia por enfermedad o vacaciones para
partir a las misiones. Hubo numerosas misiones. Como me dijo su jefe de grupo en
Nueva York, Joe Quarequio: "Joey no estaba nunca en la oficina."
La tarea era rastrear, secuestrar, y si se resistían, matar a narcotraficantes.
La violencia era el resultado de la "limitada ventana de oportunidad" necesaria
para que se hiciera el trabajo. Debido a la necesidad de una negación plausible,
había un mínimo contacto con la embajada estadounidense en el país en el que se
realizaba la misión. DiGennaro tenía "un Ángel Guardián" quien "reunía
información de inteligencia, desarrollaba rutinas, y contactaba a los
informantes." Pero el país anfitrión, su policía uniformada y servicios
militares pocas veces estaban informados sobre su presencia, y había poca
coordinación con el puesto de avanzada local del BNDD.
Las operaciones eran extremadamente peligrosas. Como recuerda DiGennaro: "Hubo
un caso en Colombia. Había entre setenta y dos y noventa y seis horas para
completarlo. Me llevaron en avión a Colombia donde me contactó mi Ángel
Guardián. Había pagado a alguien y ese alguien lo había llevado a un laboratorio
de cocaína. Los operadores del laboratorio habían sido vigilados y seguidos
hasta su escondite. Para capturarlos, tuvimos que trabajar con una unidad
militar local, que fue contactada por radio bi-direccional. En este caso en
particular, alguien interceptó el llamado, y lo próximo que supimos fue que una
mujer en la radio puso en guardia a los sospechosos. Era una agente de los
traficantes dentro de la unidad militar local. La oímos gritando a los soldados.
Luego le dispararon. No supimos a quien estaba llamando," sigue diciendo, "así
que tuvimos que saltar por helicóptero y camión militar al sitio en el que
pensamos que estaban los sospechosos. Esa vez dimos en el blanco. Llevamos de
vuelta a los delincuentes a EE.UU. Fueron discapacitados con drogas y esposados
en varios servicios higiénicos en Chicago y Miami."
Como recuerda un agente de la DEA: "Recibíamos un llamado de que había un
‘regalo’ esperándonos en la esquina de la calle 116 y la 6ª Avenida. Íbamos y
encontrábamos a algún tipo que había sido encausado en el Distrito Oriental de
Nueva York, esposado a un poste de teléfono. Lo llevábamos a un piso franco para
interrogarlo y, si fuera posible, convertirlo en informante. A veces lo
reteníamos durante meses. ¿Pero qué sabía?" Si eres un narcotraficante
colombiano o corsicano en Argentina, y unos pocos individuos con credenciales
policiales te arrestan, ¿cómo sabes que se trata de una operación de la CIA?
El agente prescindible DiGennaro no vio el aparato que lo dirigía. Tampoco llegó
a saber gran cosa sobre la gente que agarraba y eliminaba la unidad de la CIA;
sólo que había gente procesada y que los acusados gritaban.
La última operación de DiGennaro en 1977 tuvo que ver con la recuperación de un
satélite que había caído en manos de un narcotraficante. Para entonces tenía
toda la pericia profesional que la CIA requería para volar solo; averiguó quien
era el dueño del satélite, negoció de buena fe para conseguirlo, y lo compró de
vuelta en el mercado negro. Tal era la dimensión del "mecanismo paralelo" que la
CIA tenía con el BNDD; un mecanismo que la CIA obviamente no había utilizado
sólo para propósitos contra la droga, sino también por motivos
contraterroristas.
Secuelas
En 1977, unos 125 "antiguos" agentes de la CIA habían sigo infiltrados en la DEA
en todos los niveles de la organización, especialmente en unidades de
inteligencia, haciendo todo lo posible – desde intercambios de armas en el
mercado negro, a negociaciones con terroristas, a asesinatos políticos. También
puso a la CIA en control total de la selección de objetivos.
Sin embargo, a medida que la influencia de la CIA se hacía dominante, más y más
agentes de la DEA sintieron su impacto adverso en sus casos. Para comenzar, la
CIA exigió una lista de todos los informantes extranjeros de la DEA, así como
copias de todos sus informes de inteligencia. Obtuvo las dos cosas. Luego
comenzó a reclutar traficantes vigilados por la DEA. Esos reclutas fueron
borrados de la lista de objetivos de la DEA. En Chile en 1973, por ejemplo, la
CIA permitió que cinco narcotraficantes abandonaran el estadio de fútbol en
Santiago en el que se torturaba en masa a disidentes. Esos traficantes huyeron a
Colombia donde ayudaron a formar el cartel que terminó por suministrar cocaína
crack a pandillas callejeras en los Ángeles, a través de otros apoyos de la CIA
en Latinoamérica.
Como dice un agente de la DEA: "La relación entre la CIA y la DEA no fue lo que
se habían propuesto originalmente. La CIA no tiene su sitio en ningún tipo de
actividad de mantenimiento del orden, a menos que pueda resultar en una condena.
Lo que sucede pocas veces. Sólo debiera servir de apoyo, totalmente."
En febrero de 1977, cuando estaba descorazonado y a punto de renunciar, ese
agente y un grupo de otros altos responsables de la DEA se sintieron obligados a
documentar una lista interminable de fechorías de la CIA.
La CIA estaba causando tantos problemas que a comienzos de 1977, el Vice-Administrador
saliente de Seguridad, Dan Casey, envió un memorando de tres páginas a espacio
simple al administrador de la DEA, Peter Bensinger, expresando su preocupación
"por el papel jugado actualmente por la CIA en relación con la recolección de
inteligencia operativa en el exterior." El memorando lo firmaron cinco jefes de
la división de seguridad. "Todos tienen la convicción unánime de que
probablemente los actuales programas de la CIA causarán serios problemas futuros
para la DEA, tanto en el exterior como en el interior." Los programas
unilaterales de la CIA en países extranjeros eran una "fuente potencial de
conflicto y embarazo y pueden tener un impacto negativo en el esfuerzo general
de reducción de narcóticos de EE.UU." Aludió a incidentes específicos, citando
la vigilancia electrónica de la CIA y el hecho de que la CIA "no reacciona
positivamente a ninguna propuesta de revelación." Casey previó más casos
arruinados y se quejó de que "muchos de los sujetos que aparecen en esas
vigilancias promovidas o controladas por la CIA viajan regularmente a EE.UU.
para impulsar sus actividades de tráfico." La "inmunidad de facto" del
procesamiento posibilita que los apoyos de la CIA "operen con mucha más libertad
y eficiencia."
A Casey le molestó especialmente que la CIA exigiera que la DEA suministre
números de teléfono para sus operaciones. "Esta práctica es extremadamente
inquietante porque, en efecto, pone a la DEA en condiciones de determinar qué
delincuentes recibirán un inmunidad de facto." Considerando la seriedad del
problema, recomendó que "todo el apoyo de la DEA para la vigilancia electrónica
de la CIA sea suspendido de inmediato." Pidió que el administrador de la DEA
insistiera en que la CIA se ajuste a las directivas fijadas por el Consejo
Interior de la Casa Blanca de Carter, que limitó la CIA a la recolección de
inteligencia estratégica. Instruyó al personal de la DEA para que no solicitara
apoyo de la CIA "que pueda terminar por perjudicar el procesamiento en el
interior de algún narcotraficante."
Desgraciadamente, Bensinger toleró a la CIA a costas de la integridad de la DEA.
Ignoró a Casey y a sus jefes de división. "La Fuerza de la jauría", presenta
ejemplos de cómo este acomodo con la CIA mutiló a la DEA. Un ejemplo importante
es la Conexión Contra de la CIA, como la reveló Gary Webb. También existe el
hecho de que Manuel Noriega fue un colaborador de la CIA y que su archivo en la
DEA fue destruido por infiltrados de la CIA, allanando el camino para la
invasión de Panamá. También hubo el caso de Pan Am 103 en diciembre de 1988, en
el que una bomba fue colocada por agentes enemigos que habían penetrado una red
de narcotráfico de la CIA, que estaba haciendo una "entrega controlada."
Esta inmensa brecha en el escudo protector de la CIA llevó a la formación del
Centro de Contranarcóticos de la CIA, y los negocios continuaron como de
costumbre. En diciembre de 1989, según informa la edición del 4 de mayo de 1990
de Newsday, "un pequeño equipo de operaciones especiales de EE.UU. planificó y
realizó" una incursión que condujo a la muerte del señor de la droga José
Gonzalo Rodríguez Gacha, su hijo de 17 años, y varios guardaespaldas. Pablo
Escobar fue asesinado de modo similar por un equipo de ejecución de la CIA.
Los trabajos de Gacha y Escobar, y muchos otros como ellos, de los que el
público sabe poco o nada, son extrapolaciones de los realizados por Joey
DiGennaro. Y siguen al mismo ritmo. Poco después de renunciar en 1993, el jefe
de la DEA Robert Bonner reveló que la CIA había embarcado en 1990 una tonelada
de cocaína pura a Miami desde su almacén del Centro Contranarcótico en
Venezuela. La orwelliana "entrega controlada" fue perdida, accidentalmente.
Con la guerra de Bush contra el terror, la situación sólo ha empeorado. En
Afganistán y en el Sudoeste Asiático, la DEA está totalmente infiltrada y
controlada por la CIA y los militares. La central de la DEA es básicamente un
anexo de la Oficina Oval. Y los círculos gobernantes siguen manteniendo oculta
la historia. Después de enviar mi manuscrito a dos críticos – uno con conexiones
con la CIA, el otro con conexiones con la DEA – mi editor dejó de comunicarse
conmigo. Creo que simplemente quiere que desaparezca.
Sólo queda preguntarse hasta dónde descenderá EE.UU. por este vórtice de miedo y
servilismo ante la seguridad estatal antes de desaparecer por completo.
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Douglas Valentine es autor de "The Hotel Tacloban," "The Phoenix Program,"
y "TDY." Su cuarto libro: "The Strength of the Wolf: The Federal Bureau of
Narcotics, 1930-1968," que recibió el premio "Choice Academic Excellence" Award
está siendo publicado en Rusia. La segunda parte: "The Strength of the Pack,"
será publicado por University Press de Kansas en 2008. Para información sobre Mr.
Valentine, y sus libros y artículos, visite su sitio en la Red en
28-01-2008 |
La dictadura que masacró a un millón de indonesios y la tercera parte de la
población de Timor es calificada de "democracia vigilada" y el dictador como
"general de sonrisa constante, voz clara y fuerte, y de hablar pausado"