VOLVER A LA PAGINA  PRINCIPAL
Argentina: La lucha continúa

Someter al Estado

Rubén Dri

Los terratenientes tienen razón en no haber aceptado las mejoras que les concedía el Estado, porque, una vez que éste se someta, la senda para los negocios de las agroexportadoras queda abierta
"El Estado mínimo es el Estado más extenso que puede justificarse; cualquier otro Estado más extenso viola los derechos de todos."
Robert Nozik.
Parecía que todo el problema era la célebre resolución 125. Antes estábamos bien, había dicho el Angel Exterminador de Gualeguaychú, mientras cortaba rutas y seguía usufructuando de la renta que le proporcionaba la soja. El Gobierno fue cediendo ante las amenazas y las agresiones, haciendo concesiones para los "pequeños" productores de la Federación Agraria, comandada por el gran Buzzi, el más amenazante de los jinetes apocalípticos.
Buzzi no las aceptó, porque el problema no era la mejora de sus "pequeños", sino la derrota del Gobierno, para someter al Estado, aunque ello significase por el momento la pérdida de beneficios. En realidad no se equivocó. Los que se equivocaron fueron los que pensaban que realmente la Federación Agraria era la institución que representaba a los pequeños productores. Estos hace mucho que están afuera, no cuentan en la lucha de Buzzi, cuya tropa hace de fuerza de choque de las grandes corporaciones.
Lo que buscaron las corporaciones agrarias desde un principio y siempre fue someter al Estado, eso que antes se llamaba "golpe" y que ahora, en la época posmoderna, se denomina "lógica destituyente". Para ello era y es necesario debilitar al máximo al Gobierno y, si es posible, hacerlo caer. Aquí es donde Buzzi tiene razón en no haber aceptado las mejoras que le concedía el Estado, porque, una vez que éste se someta, la senda para los negocios de las agroexportadoras queda abierta sin límites de ninguna clase. En esos negocios entra sin duda alguna la Federación Agraria, porque su composición ha cambiado profundamente. Ahora está conformada por rentistas que usufructúan colosales ganancias. Desaparecido el Estado como orientador de la política económica, los beneficios perdidos serán recuperados con creces.
El titular de Federación Agraria suele ser claro: "Tal como dije el 25 de mayo en el acto de Rosario, el Gobierno sigue con una política que es un obstáculo para crear riqueza y empleo". Más claro todavía fue en Olavarría afirmando que el gobierno de Cristina Kirchner es un "obstáculo para crear políticas virtuosas que permitan generar riqueza y empleo desde la producción agropecuaria", para terminar afirmando "vamos por más".
En realidad, esto debió estar claro para todos desde el inicio de la ofensiva de ésta, la derecha de siempre con nuevos métodos, denominada ahora "nueva derecha". Si el Gobierno es un obstáculo, ¿qué hay que hacer con él? Lo mismo que se debe hacer con todo obstáculo: eliminarlo. ¿Cómo se llama a esto? ¿Golpe, lógica destituyente? El nombre no importa demasiado, pero no podemos equivocarnos en lo que significa.
Luciano Miguens, dirigente del movimiento golpista, nos aclara cuál es el obstáculo que representa el Gobierno: "Se insiste en la aplicación de la intervención en el ganado en pie en Liniers, el control de precios, la suspensión de exportaciones, las retenciones". Esto es lo que se discute, no si las retenciones tienen que ser más bajas, si tienen que ser segmentadas u otras cuestiones en las que tantos se perdieron.
La lucha golpista de las corporaciones agrarias, por un cruel eufemismo denominadas "el campo", es para que se aplique a rajatabla el imperativo categórico ¡no debe haber retenciones! El secretario de Agricultura, Carlos Cheppi, señaló: "Son opositores, no quieren negociar". Evidente, con un obstáculo no se negocia, se lo suprime. Esa es la "lógica destituyente".
Se acercan las elecciones legislativas y, naturalmente, las estrellas que aparecieron en el lockout golpista son codiciadas por los partidos de la oposición. Los jinetes se prestan al juego, pero no caen en el engaño de creer que es precisamente allí donde se debe poner el peso de la lucha. Sin despreciar las ventajas que puedan tener al disponer de representantes en la Legislatura, se reúnen a los bordes de las rutas y amenazan con un nuevo lockout. En todo caso, si necesitan de la aprobación de determinadas leyes, siempre tendrán a mano los instrumentos de que ya dispusieron para lograr la victoria sobre la 125, el amedrentamiento a ciertos legisladores y sus familias.
* Profesor consulto de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA).

Fuente: lafogata.org