Argentina: La lucha continúa
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Paradojas de la historia argentina
Cuando los asesinos pasan a ser inocentes
Genocidas y etapas nefastas de la historia latinoamericana homenajeados en monumentos, billetes y avenidas.
Los grandes relatos de la historia homenajean asesinos, convierten en
próceres a traidores y exaltan genocidios que desaparecieron un pueblo y
cambiaron una historia. En efecto, la historia de América Latina se quiebra con
la masacre a sus habitantes originarios y continúa su suplicio con las
posteriores políticas de exterminio a indígenas en pos de sus tierras.
En lugar de homenajear victimas, se recuerdan a los asesinos con monumentos,
nombres de calles e imágenes en billetes. Es el caso de Perú y Francisco
Pizarro. La historia lo recuerda y además lo venera con monumentos como el
español que subyugó a la civilización Inca.
De igual modo, se veneran todos los verdugos de la historia latinoamericana con
el festejo del Día del "descubrimiento" de América, fecha que ignora que años
antes de la llegada de la "ilustración" europea, en América ya se desarrollaba
una cultura y una historia.
En ese sentido, el historiador argentino Felipe Pigna, se pregunta "¿Qué
festejamos el 12 de octubre? "Festejamos la introducción en América de los
secuestros extorsivos. El asesino Hernán Cortés secuestró y mató a Moctezuma a
pesar de que los aztecas pagaron un rescate de toneladas de oro y plata. Lo
mismo hará su compañero Pizarro con Atahualpa en el Perú. La conquista le costó
a América 80 millones de vidas que quedaron en las minas, en los obrajes, en las
haciendas, para enriquecer al reino de España y a los banqueros europeos".
El historiador agrega que a más de 500 años, la conquista sigue la lucha
desigual de los mapuches contra el emporio Benetton, dueño de 900.000 hectáreas
en la Patagonia argentina. "En este territorio entrarían varios estados
europeos, pero no les alcanza y quieren quitarle la poca tierra que les quedó a
nuestros habitantes originarios después del saqueo de Roca y sus secuaces.
¡Nunca Más día de la Raza! ¡No festejemos el saqueo, la violación y el
asesinato! ¡Recordemos cada 11 de octubre a los que nos antecedieron en esta
tierra y que enseñaron a sus hijos a cuidarla porque, como dice un proverbio
mapuche, nadie es dueño de la tierra, la recibe en préstamo cuando nace y la
debe devolver a la naturaleza más próspera y fértil cuando se va", señala.
En efecto, Julio Argentino Roca, el militar y ex presidente argentino, cuya
estatua permanece incólume en pleno centro porteño, a pesar de haber dado la
"solución final" al problema del indio en el entonces desierto patagónico.
"La campaña fue un verdadero genocidio que dejó un saldo de miles de muertos y
más de 14 mil prisioneros. Lo importante para Roca y su campaña política no eran
las víctimas que ni siquiera eran consideradas como tales por la sociedad de la
época, sino los millones de hectáreas "recuperadas" a los indios y su
consecuente prestigio político militar", explica Pigna.
La Campaña al Desierto dejó un saldo de miles de pobladores originarios muertos,
14 mil reducidos a la servidumbre, y la ocupación de 15 mil leguas cuadradas que
se destinarían, teóricamente, a la agricultura y la ganadería. Asimismo, las
enfermedades contraídas por el contacto con los blancos, la pobreza y el hambre,
aceleraron la mortandad de los indígenas patagónicos sobrevivientes, un castigo
también vivido por los indígenas con la llegada de los europeos a estas tierras.
Paradojas de la historia, el "Conquistador del Desierto" merecedor por su
genocidio de la presidencia de un país, fue premiado con la inmortalidad en
monumentos, billetes, estampillas, calles, instituciones. Y en cambio, sus
víctimas obtuvieron el olvido y el sufrimiento eterno.
En los últimos años, surgieron en varias ciudades argentinas, movimientos
destinados a hacer justicia. Con la consigna ``Las mujeres seguimos haciendo
historia`` se acaba de lanzar una campaña en todo el país con el objetivo de
juntar firmas de apoyo al proyecto de ley que propone reemplazar la imagen de
Julio Argentino Roca por la de Juana Azurduy en los billetes de 100 pesos. Juana
Azurduy fue teniente coronel del Ejército de la Independencia del Alto Perú, hoy
Bolivia.
Por otro lado, los represores de la última dictadura militar argentina de 1976,
Jorge Rafael Videla, Emilio Massera y Orlando Agosti, merecieron durante años
cuadros con su imagen en la Escuela de Mecánica del Armada (ESMA), centro
clandestino de detención y tortura, y actual Museo de la Memoria.
Los genocidas homenajeados se suceden en varias etapas de la historia. Quienes
llevaron adelante el primer golpe de Estado en Argentina, gozan de la gloria y
la perpetuidad. En efecto, los generales José Félix Uriburu y Agustín P. Justo,
tienen calles a su nombre a pesar de haber derrocado al gobierno constitucional
de Hipólito Yrigoyen, el 6 de septiembre de 1930.
La gesta de imponer una dictadura no fue el único mérito de Uriburu para merecer
calles y puentes con su nombre, sino que bajo su régimen se llevó adelante el
primer fusilamiento por razones políticas. En la noche del 9 de septiembre de
1930, al pie de unos barrancos ubicados junto al puente Saladillo, de Rosario,
sin juicio previo ni otras formalidades, fue fusilado el anarquista Joaquín
Penina, albañil catalán de 26 años, que vivía en una pieza de la calle Salta
1581, en Rosario, provincia de Santa Fé.
En el cuadernillo editado por el Comité Pro Presos y Deportados de Rosario, en
julio de 1932 se señala que Penina tenía alma de apóstol y que "no pudo traducir
rencor sino lástima hacia los criminales de la patria".
En ese sentido, el escritor e historiador argentino Osvaldo Bayer, en el
artículo ‘El culto por los genocidas’ señala: "Pero, tal vez, la actitud más
perversa de ponerse de rodillas ante los tiranos fue la decisión de bautizar con
el nombre del militar José Félix Uriburu al puente que cruza el Riachuelo. El
fascista uniformado que aprovechó las armas para derrocar al presidente
constitucional Hipólito Yrigoyen, quebrando así el orden constitucional nacido
en 1916 tiene ahí su monumento. El déspota barato y brutal ordenó fusilamientos,
cárcel y fue el que oficializó la tortura con la picana eléctrica de Lugones
hijo, padre legítimo de los Patti y Bussi actuales".
Perpetuados en monumentos, estatuas, calles, instituciones, algunos
protagonistas de la historia, despiertan en lugar de respeto, indignación. La
historia de América Latina presenta ausencias, silencia sufrimiento, muertes y
desapariciones e impone un manto de cinismo y mentira de grandes relatos que
emblematizan a asesinos y traidores como magnánimos hombres de la patria.
vromero@prensamercosur.com.ar