Argentina: La lucha continúa
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Mapuches de tres provincias mantienen conflictos territoriales
con el ejercito
Huellas de la Campaña del Desierto
En el Día Internacional de los Derechos Indígenas,
representantes de comunidades de Chubut, Río Negro y Neuquén relatan los
conflictos que mantienen a más de un siglo de las campañas de exterminio. La
disputa incluye trece mil hectáreas, donde viven 2800 familias.
Darío Aranda
Página 12
Desalojos con quema de viviendas, matanza de animales y centenares de
familias golpeadas. Operativo con cien soldados en plena dictadura, con robos y
la detonación con explosivos militares de hogares indígenas. Prácticas de tiro y
ejercicios de combate sobre cementerios de comunidades originarias. Esas son
algunas de las acciones ejecutadas por el Ejército desde su llegada a Puelmapu
(espacio ancestral mapuche al este de la Cordillera), cuando la región ya estaba
habitada por el pueblo originario. Un siglo después de la Campaña al Desierto,
comunidades de Chubut, Río Negro y Neuquén aún mantienen conflictos
territoriales con el Ejército. El enfrentamiento incluye 2800 familias, trece
mil hectáreas y una reparación histórica por los crímenes cometidos. Un dato del
mundo al revés: todas las comunidades están denunciadas por "usurpación" del
espacio donde siempre vivieron.
Francisco Nahuelpán fue uno de los guías del gobierno argentino para demarcar
los límites patagónicos del país, en 1855. Escritos documentales dan cuenta que
fue clave para que la zona de Esquel, oeste de Chubut, fuera reconocida como
parte de Argentina y no de Chile. Por esa tarea, en 1908, un decreto
presidencial le otorgó 22.000 hectáreas a su familia y otras ocho comunidades.
Pero en noviembre de 1937, previa avanzada de grandes hacendados y poder
político, el Ejército quemó viviendas, golpeó a hombres y mujeres y mató
animales. Desalojó a más de 300 familias con décadas en el lugar. La comunidad
Prane, que nunca había dejado de denunciar el desa-lojo, volvió a sus parcelas
en 1950. Desde entonces, la historia se repite periódicamente: desalojos,
represión, ocupaciones militares y matanza de animales.
Una fotografía muestra tanques del Ejército y soldados con armas largas que
avanzan sobre la chacra comunitaria. Enfrente hay mujeres, niños, ancianos y
jóvenes a caballo dispuestos a resistir. Fechada en 2001, fue la última gran
acción militar sobre la comunidad mapuche-tehuelche Prane, en la denominada
Legua 4, a 17 kilómetros de Esquel, 2500 hectáreas de gran valor inmobiliario.
Cipriano Prane tiene 90 años, una casa humilde y rasgos claramente originarios.
"Los hermanos vivieron aquí durante años, mucho antes de la invasión militar del
’37", aclara el lonko. A su lado, Ana Prane, vocera de la comunidad, explica que
desde hace setenta años mantienen un conflicto con el destacamento local, con
intimidaciones permanentes y denuncias judiciales. "La represión y despojo de
1937, que dio origen a esta situación, tiene víctimas y victimarios. Y aún sigue
impune", recuerda Ana Prane, vocera de la comunidad.
Robo y explosiones
Junio en la Cordillera. Frío y viento. Mientras las mujeres estaban solas
con sus hijos, un centenar de soldados ingresaron en la comunidad Ranquehue y
destruyeron las viviendas de madera. La casa más antigua, construida por las
manos del primer lonko, fue literalmente dinamitada frente a los ojos de sus
habitantes, que observaban amenazados a punta de fusil. Los militares cargaron
los restos, maderas, chapas, muebles, animales y todo objeto de mínimo valor y
huyeron hacia el regimiento. Las catorce mujeres con niños quedaron a la
intemperie, con cincuenta centímetros de nieve y viento cordillerano. Era el año
1979, y los mapuches de Bariloche también eran víctimas de la dictadura militar.
"Sólo nos quedaron algunas chapas y cueros de animales. Con eso pasamos el
invierno. Yo tenía 20 años y fue trágico ver a mis abuelos llorando, despojados
del trabajo de generaciones", recuerda Marta Ranquehue, que permanece en el
mismo sitio que sus ancestros, paraje Virgen de las Nieves, ladera del turístico
Cerro Otto, a minutos del centro de Bariloche, predio de millonario valor
económico. Padecieron otro desalojo en 1983, pero resistieron en el lugar. Las
intimidaciones (robo y matanza de animales, prácticas de tiro y simulacros de
combate a metros de las viviendas) se suceden desde la vuelta a la democracia.
En diciembre de 2007, el Ejército destruyó sembradíos, cavó trincheras y jugó a
la guerra.
La familia Ranquehue llegó al lugar en 1850, cuando Río Negro no era provincia y
el mapuzungun (lengua mapuche) era el idioma más hablado en el sur del
continente. Cuatro décadas más tarde llegaron las familias Gualmes, Báez,
González y Díaz. Luego de la última dictadura, y acción del Ejército mediante,
sólo permanecieron los Gualmes y Ranquehue, aunque un fallo judicial de 2001
ordenó su desalojo.
Las 514 hectáreas de la comunidad figuraban legalmente como propiedad de Parques
Nacionales, que las cedió al Ejército en 1937, año en que comenzaron los
desalojos. "La Constitución nacional y el Convenio 169 de la OIT nos reconocen
como legítimos poseedores. Parques Nacionales no tiene competencia legal para
‘ceder’ ni un metro de su supuesta tierra. Y el Ejército no cuenta con título de
propiedad, por lo cual no tiene sustento el juicio que nos inició por
‘usurpadores’. Por todo esto, el Estado está violando nuestros derechos más
básicos", explica con firmeza Marta Ranquehue, abuela de cuatro nietos, que
aprendió legislación indígena a fuerza de invasiones verde oliva.
Territorio recuperado
La Corporación Interestadual Pulmarí (CIP) fue creada en 1987 con el
objetivo de administrar de forma sustentable 112 mil hectáreas, con una gradual
restitución al Pueblo Mapuche, y lograr la promoción de las comunidades
cercanas. "Nada de eso se cumplió. Funcionó como un kiosco inmobiliario,
entregando concesiones de manera arbitraria a los amigos del poder. Ofreciendo
territorio ancestral al mejor postor", denuncia Verónica Huilipán, vocera de la
Confederación Mapuche de Neuquén, que hace trece años comenzó un proceso de
recuperación territorial. Nueve comunidades, 2800 familias, ya volvieron a 70
mil hectáreas de Pulmarí, incluidas diez mil hectáreas reclamadas por el
Ejército.
El predio Pulmarí está ubicado en el departamento neuquino de Aluminé, a 350
kilómetros de la capital provincial. Zona de lagos paradisíacos y apta para el
desarrollo turístico, forestal y agropecuario. Un cementerio indígena y trabajos
de arte ancestral en piedras confirman la preexistencia indígena. Fueron
apropiados por el Estado luego de la Campaña al Desierto y una de las mayores
estancias, trasferida al Ejército.
La Corporación Pulmarí es manejada por el Estado nacional y provincial. Durante
años, las comunidades denunciaron que la CIP entregaba tierras a empresarios en
lugar de indígenas. En 1995, la Confederación Mapuche comenzó el proceso de
recuperación. La acción incluyó zonas cercanas al casco de la estancia que ocupa
el Ejército, lo cual incrementó el hostigamiento militar. Huilipán recuerda que
durante años solicitaron auditorías por la entrega de tierras, pero nunca hubo
respuestas. Hartos de esperar, cuando iniciaron la vuelta a su tierra, el Estado
inició juicios, la policía los apresó y el Ejército redobló las amenazas. La
vocera resume la respuesta mapuche: "Ya no nos asustan. Estamos haciendo cumplir
nuestros derechos, avalados por ley, por la historia y la sangre de nuestro
pueblo".