Argentina: La lucha continúa
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El país que no vemos
Red Eco Alternativo
Mientras el empresario Benetton gana el premio al mejor ovejero de Argentina y
el representante local de la Fiat se solidariza con los reclamos del "campo", 11
millones de pobres miran la fiesta de los que se enriquecen.
El empresario italiano Luciano Benetton ganó todos los premios ovinos en la
Exposición Rural de Palermo que finalizó ayer. Se erigió así en el dueño de las
mejores ovejas del país.
En la Compañía de Tierras del Sud Argentino S.A., de su propiedad, se cría la
raza ganadora. Claro está que las tierras que son parte de esa empresa fueron
usurpadas a los mapuche, quienes las reclaman desde siempre.
A fines de 2003 la organización no gubernamental estadounidense Corporate Watch,
especializada en ética empresarial, acusó a una compañía perteneciente a la
familia Benetton de llevar a cabo una "nueva conquista" de las tierras de los
indígenas mapuches en la Patagonia Argentina.
Ya por entonces, la familia Benetton era el mayor terrateniente de Argentina,
con 900.000 hectáreas en la Patagonia (9.000 kilómetros cuadrados, superficie
superior a la comunidad de Madrid), extensión que representa un 9% de las
tierras cultivables de esta región. Estos terrenos pertenecen concretamente a la
Compañía de Tierras, que es de Edizione Holding, que a su vez es de la familia
Benetton.
Premio bien merecido para este señor que forma parte del "campo"; este "ente"
que recibió la ayuda de los multimedios para ir tomando vida, cual persona que
sufre y lucha. Favor que no solo responde, seguramente, a los dineros que el
"campo" coloca en estos medios a la hora de publicitar; sino que se fundamenta
en la defensa de un proyecto de país en el que sus intereses no sean puestos en
peligro.
Está claro que cual arañas, diversos sectores van tejiendo una tela en la que a
veces caen como moscas los distraídos. Esos sectores del "campo" a los que se
convenció de que no hay explotados, ni oligarquía, ni burguesía terrateniente,
sino un gobierno que los saquea a todos por igual, un gobierno que saquea al
"campo".
Y como parte de ese tejido aparece con declaraciones en la Exposición Rural, el
titular de Fiat Argentina, Cristiano Rattazzi: "La Argentina depende
fundamentalmente del campo y de lo que sucede en el campo", señaló. Un hombre de
la industria, haciendo una cerrada defensa del sector agropecuario, reclama que
se eliminen los "impuestos distorsivos" y destaca el voto en el Senado del
vicepresidente, Julio Cobos, contra la resolución que pretendía implementar las
retenciones móviles al agro.
Un empresario del sector industrial que más ha crecido en el último año. La
automotriz es la industria que está a la cabeza de la producción y de las ventas
tanto nacionales como de las exportaciones. Pero, ¿cuántos argentinos
"consumimos" autos? ¿De cuántos de nosotros un auto forma parte de las
necesidades cotidianas?
Otras empresas, en gran parte transnacionales, tejen la telaraña junto al
"campo" y la industria automotriz, quedándose con las utilidades de la
explotación de hidrocarburos, minería, siderurgia, telecomunicaciones, finanzas,
cadenas comerciales, etc., etc.
Y tanto empeño tiene su premio: durante el 2007 giraron a sus casas matrices el
monto récord de 6.112 millones de dólares (especialmente a Estados Unidos y
Europa), 5 de cada 100 pesos de la riqueza generada en el país. Un país con más
de 11 millones de pobres de los cuales casi 4 millones son indigentes.
Lo concreto es que el "conflicto agrario" sienta las bases para legitimar que
los grandes capitales transnacionales del agro y de la industria, puedan decidir
qué se debe hacer en este país, cuándo el Estado debe intervenir y cuándo no. El
objetivo final es actuar para seguir expulsando a los campesinos, aborígenes,
peones rurales (el 75% trabaja en condiciones de precariedad laboral con sueldos
no mayores a 700 pesos), pequeños y medianos productores, y quedarse con las
tierras o hacerlos trabajar para ellos.
Será cuestión de prestar atención para diferenciar quiénes tejen la telaraña y
dónde la colocan para no resultar uno de los distraídos.
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