Argentina: La lucha continúa
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Y a mí qué me importa
Luciana Hernandez Lois
AJB - ACTA
Los detenidos padecen maltratos y vejámenes. Nadie vela por sus derechos ni su
futuro. La sociedad da vuelta la cara. La justicia y el poder político, también.
Entre desidia e indiferencia pasan los días en la Unidad 29 de Melchor Romero.
Vidrios rotos. El frío carcome los huesos, cala profundo. El estómago vacío hace
ruido. Se escucha cada vez más fuerte al igual que el viento que entra por entre
las rejas y se agolpa en los rincones donde el revoque se está descascarando. El
hambre se siente, las manos se agrietan. El estómago ruge. No hay agua caliente,
a veces ni siquiera fría. Indiferencia. Maltrato. Indiferencia. Desidia.
Así pasan sus días las personas detenidas en las cárceles del Servicio
Penitenciario Bonaerense. En este caso, la postal corresponde a la Unidad 29 de
Melchor Romero, donde Juan Manuel Casolati, Secretario de Ejecución Penal del
Departamento Judicial de San Martín, realizó una inspección sorpresa a las 6.30
de la mañana para evaluar las condiciones reales en las que se encuentran
alojados los detenidos.
'Los calabozos estaban sucios, eran fríos, faltaban vidrios, no tenían agua
caliente y algunos tenían agua fría que salía de agujeros en las paredes (…)
faltan duchas, bachas y botones para suministro de agua de los inodoros. Los
internos dormían sobre los camastros de cemento, careciendo de colchones y
frazadas de abrigo', detalla el informe de Casolati.
'Las personas que se alojan en la Unidad 29 deben soportar terribles condiciones
de detención, notablemente gravosas. No reciben alimentos en debida forma y
tiempo, no reciben agua, no descansan siquiera lo mínimo indispensable'. Esta
situación no es nueva, se reitera una, dos, mil veces. Se confeccionan informes,
se presentan a las autoridades encargadas de velar por la integridad de las
personas detenidas, pero nada cambia. Sólo una denuncia más.
'Lo más grave es la naturalización de las condiciones indignas de detención, los
malos tratos, los vejámenes que reciben los internos -denuncia Casolati- Por eso
siento una enorme impotencia y me planteo la utilidad de confeccionar este tipo
de informes. Al haber tantas denuncias, se naturalizan y quedan sin respuesta'.
Miopía
La indiferencia no viene únicamente del Servicio Penitenciario, ni de la
Justicia ni del poder político. También desde la sociedad. La mirada que la
gente tiene sobre la cárcel 'es suicida'. No quiere entender que la mayoría de
los detenidos va a cumplir su condena y va a reinsertarse en la sociedad. 'El
Estado debería trabajar sobre esas personas para que cuando salgan respeten la
vida y los bienes de los demás. Los excluye de la sociedad para incluirlos en un
sistema donde el objetivo es el tratamiento, la resocialización, dotarlo de
herramientas y ayudarlo a que si antes era vulnerable y por eso delinquió,
cuando salga en libertad no lo sea y pueda vivir dignamente, trabajar, estudiar
y elegir su futuro de manera libre', explica Casolati. En teoría, esa es la
verdadera función de una cárcel. Sin embargo, la realidad dista mucho de esa
tarea resocializadora y convierte a los lugares de detención en meros depósitos
de personas libradas a su propia suerte.
'Habría que conciliar derechos de víctimas y victimarios. Respetar el derecho de
aquellas personas que quieren vivir en paz y gozar de sus bienes, sin perder de
vista la obligación del Estado de trabajar con la persona que delinquió para que
cuando salga tenga herramientas para vivir dignamente y no reincida', afirma
Casolati.
Y pone blanco sobre negro: 'Para el poder político es más fácil tomar esta
mirada suicida que deja al detenido al libre albedrío y no generar políticas
públicas para protegerlos'.
'La autoridad de turno sabe que la sociedad aborrece a la persona que delinquió.
Sabe que el ciudadano común se desentiende de lo que pasa en la cárcel. Entonces
toma esta indiferencia y no hace nada porque sabe que la sociedad nunca va a
reclamar'. En esta cadena de indiferencia, desidia y naturalización de lo que
pasa puertas adentro, el Poder Judicial cumple un rol fundamental. 'Es cómplice
de lo que pasa en las cárceles porque son muy pocos los jueces que se atreven a
investigar, a denunciar lo que ocurre allí dentro. Y todo aquel que se anime, en
algún momento va a encontrar escollos en su ascenso dentro del Poder Judicial',
denuncia el Secretario de Ejecución Penal.
'Los jueces olvidan que la persona que está detenida está a su disposición y son
responsables por lo que les pasa'.
Destierro
Celda 8. Pabellón 2. Pablo Roda Durán fue trasladado desde el Penal de General
Alvear para que lo atienda un urólogo. Pese a haber esperado varios días, nunca
le practicaron los exámenes médicos. Tiene un solo riñón y una bala alojada en
la espalda. Según la historia clínica y lo recomendado por el médico, no debe
tomar frío porque 'podría perder el otro riñón'.
Sin embargo nadie leyó su historia clínica ni oyó las recomendaciones médicas.
Casolati deja asentado en su informe que Durán está alojado en condiciones
indignas: 'No tiene colchón y sólo le han dado una frazada. Tiene agua en el
inodoro y para tomar tira la cadena y junta con una botellita. No hay vidrios en
la celda y el frío es intenso'. Durán sabe que está en riesgo su vida y pide
'ser trasladado a la Unidad 30 de General Alvear para comer bien y porque tiene
mucho frío'.
Celda 15. Pabellón 2. Hay dos internos alojados sin colchones, sin agua y sin
vidrios. Uno de ellos, Mario Serrano Rodríguez, fue trasladado desde la Unidad 2
de Sierra Chica porque 'fue golpeado por reclamar una frazada'. Está
profundamente angustiado: 'No quiero volver más ahí'. Denuncia que 'hace más de
un mes que no ve a su familia'. Y que estuvo 'comiendo con la mano y padeciendo
mucho frío'.
Celda 11. Pabellón de mujeres. Luciana Moyano Polo se encuentra detenida en una
celda que 'no tiene agua en el inodoro. Sólo escurre un poco de agua
continuamente de un caño de la pared donde alguna vez hubo una canilla. No hay
vidrios en la ventana'. Además cuenta que les dan agua 'sólo cuando a la señora
se le canta'. Le sirven la comida fría y 'en una esquina de la celda se pueden
ver bandejas de plástico con polenta cruda'.
Luciana denuncia que 'escucha mujeres de otras celdas pidiendo medicación
psiquiátrica y a veces hasta golpean sus cabezas contra la pared'. Estas
postales dan muestra del abandono y los malos tratos que padecen los presos de
la Unidad 29. 'La persona que pasó por la cárcel generalmente sale más
vulnerable de lo que entró. Pero no sólo es más vulnerable desde el lado de la
dignidad sino también desde el aspecto psíquico y físico'.
'Es tan difícil enderezar esto… Pero la mejor manera de empezar es dándole
visibilidad. La sociedad debe saber lo que pasa dentro de la cárcel, dejar de
lado la miopía social. Esa negación no conduce a nada', sentencia Casolati.
AJB: Asociación Judicial Bonaerense.