Argentina: La lucha continúa
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Las soluciones mágicas y las inevitables catástrofes subsiguientes
GRR
Grupo de Reflexión Rural
Nos preguntamos en estos momentos y luego de la crisis, si lo que concluyó es
una etapa, y en ese caso si comienza otra cosa, o si acaso, tendremos más de lo
mismo o una profundización del mismo modelo. El hecho de que pudiera
resolverse un conflicto de más de 4 meses de duración, generado por un retoque
en el porcentaje de las retenciones a la exportación, y que esa "resolución" se
haya logrado de manera pacífica y mediante mecanismos institucionales, produce
un alivio en la población. Pero: ¿cambia las cosas? ¿Se dejará de sembrar soja?
¿Se distribuirá mejor la renta agrícola? ¿Se preservarán las tierras
agrícolas sometidas a gravísimas amenazas de pérdida de fertilidad? ¿Se
dejarán de fumigar los campos y las poblaciones que resultan víctimas inermes de
los paquetes agrotóxicos? Se abre una nueva ventana al futuro, pero a qué
futuro? Los legisladores y los funcionarios tienen un nuevo desafío por delante,
el de poner en práctica los discursos realizados en estos últimos meses.
¿Cómo lo harán? ¿Será posible alcanzar situaciones de cambio en el
universo agropecuario? ¿O sólo se tratará, según parece, de dar un nuevo
impulso a la biotecnología, como propone un reciente proyecto de ley para la
creación de un fondo para la soberanía biotecnológica?
Las enseñanzas de las últimas décadas nos muestran que tanto los administradores
políticos, como los dirigentes agropecuarios, siguen una marcada tendencia a la
búsqueda de "soluciones mágicas". La resolución 125 fue un intento de
solución mágica. Su aplicación derramaría riqueza sobre una sociedad
golpeada, y salud sobre una sociedad enferma. Es pensamiento mágico. Un
retoque en el porcentaje de una retención traería una cascada de beneficios.
Lo cierto es que aquí la magia falló, y lo que trajo es un prolongado conflicto
y por último la marcha atrás y la derogación de la medida.
Los sistemas ecológicos funcionan según sus propias reglas, y esas reglas están
dadas por el conjunto de la biodiversidad, los componentes físicos y las
particularidades climáticas de cada región. Las distintas formas de
intervención del hombre dentro de estos sistemas deberían tener una coherencia
con la totalidad, esas intervenciones deberían estar regidas por una conciencia
del todo y de sus sentidos más íntimos, de lo contrario el sistema como un todo,
seguramente reaccionará negativamente. Las apetencias humanas,
especialmente las económicas, normalmente se despliegan dentro de la ilusión de
no necesitar ajustarse a las restricciones del ecosistema. En las últimas
décadas, tanto los pensamientos políticos como los económicos parecen guiarse
por la regla de forzar los ecosistemas hasta sus límites, y en ocasiones,
a empujarlos fuera de ellos mismos. Lo que sobreviene es inevitablemente un
desastre, lo que llamamos una situación de catástrofe.
Esas "soluciones mágicas" que fueron medidas circunstanciales para atacar un
síntoma, un paliativo para salvar una profunda incomprensión del hombre con su
entorno, a través de la costumbre se transforman en verdades monolíticas, en
cuestiones fuera de discusión, en indiscutibles y temibles dogmas, que nadie
dentro del sistema académico y de producción, podría hallar un espacio de
reflexión como para que sean revisados. Ahora bien, dado que no
resuelven los desequilibrios iniciales, esas soluciones mágicas generan
dependencia, son adictivas, porque trabajan fuera del sistema, porque son
incorporadas sin un conocimiento apropiado para manejarlas. Las soluciones
mágicas fueron siempre adoptadas en función de validaciones económicas, luego la
industria y el Estado se ocuparon de buscarle algún beneficio social o
ecológico, que por supuesto no tienen en el mediano largo plazo, pero que en la
simulación que crean los medios de comunicación, resuenan como verdades
establecidas.
Ejemplos de ello es el uso de agroquímicos. Desde los inicios de la revolución
verde, la promesa de un aumento de la producción y de un triunfo en la guerra
contra las plagas, más que una promesa, consistió en una solución mágica.
Hay chinches? Ponerle endosulfán. Hay malezas? Echarle Tordón.
Así de sencillo, así de mágico, así de irreal, así de antiecológico, así de
brutal y de absolutamente criminal con el entorno. La soja transgénica fue otra
solución mágica, acogida con esperanzas como una simplificación en las tareas,
un ahorro de combustible y una garantía de ventas, con precios crecientes, en
medio de un panorama de deudas y de empresas quebrando.
Los nuevos desarrollos biotecnológicos, el maíz Bt-RR por ejemplo, son nuevas
soluciones mágicas. Se supone que controlan plagas, que tiene buenos
rendimientos, las malezas son combatidas con glifosato, y encima no hay que
hacerse problemas por la venta, total no es para alimento… es para
biocombustibles! …Y los biocombustibles!! La última y más prometedora
solución mágica para la escasez del petróleo, la volatilidad de su precio, el
calentamiento global, y la conciencia negra de los consumidores europeos.
Las soluciones mágicas, pasaron en su momento por explotar el quebracho colorado
en el bosque chaqueño en épocas de La Forestal Argentina, una sola especie
de los miles que tiene este bosque fue talada in misericordiosamente. Ya
sabemos sus consecuencias. Ese tipo de "soluciones" creyeron encontrar sólo en
el tanino, en la cabra, o en los postes y durmientes, o en el carbón, los
recursos de tan magníficos bosques. Hasta que llegaron los sojeros con la
solución mágica más reciente, y lo único que vieron del bosque fue su suelo bajo
la cubierta vegetal, un suelo que en el monte no es sino apenas una pequeña
parte de un todo, y con esa mirada parcial y economicista, justificaron tanta
barbaridad, y con ella impulsaron las topadoras, las quemas y las fumigaciones,
que tanta devastación y muertes han provocado entre las poblaciones locales. Las
soluciones mágicas fueron las de cambiar toda esa riquísima biodiversidad,
eliminarla de los campos y del pensamiento de los argentinos, sólo para
encontrar un recurso a explotar, aquello que justifique transformar el bosque en
dinero. Quebracho colorado, algarrobo, palo santo, postes, leña, carbón,
suelo. Un solo recurso en medio de un conjunto extraordinario de
posibilidades. Las extracciones de corte minero sobre su masa forestal y
su suelo, fueron las soluciones mágicas recurrentes para el chaco. Y
podríamos repetir estos ejemplos en cada bioma de la geografía argentina.
Cuando la ciencia produce soluciones mágicas
Estas políticas se instalan y se facilitan, mediante el recurso de ir dejando
paulatinamente sin financiamiento a la investigación en ciencias básicas y
gracias a un extendido desprecio hacia la cultura y la educación popular. Se
generan así, lagunas profundas en el conocimiento de los ecosistemas, y en la
capacidad de apreciar aquellos "campos" en los que se trabaja y de los que se
toma la "riqueza". Al no concebir la complejidad de los ecosistemas, al no
comprender a fondo su funcionamiento, al estar limitados en las decisiones por
esta ignorancia básica que configura un menosprecio por el entorno, surgen
con naturalidad las soluciones mágicas, aquellas que presuponen no necesitar
esos conocimientos previos.
Al mismo tiempo, en las universidades se ha logrado, por complejos mecanismos de
selección desde lo económico y lo ideológico, una desvalorización de la ciencia
básica que fue reemplazada por la sobrevalorización de las ciencias "aplicadas",
que sólo cobran valor si "pueden generar ganancias" para el autosustento de la
propia investigación científica. Y este fenómeno se da tanto en las
universidades privadas como en las públicas. Esta situación ha forzado a los
científicos a buscar fondos en los capitales de la industria y del mundo
financiero, introduciéndose de esta manera, en un círculo vicioso de intereses
ajenos a la investigación científica. La industria y las finanzas han tomado de
esta forma, durante las últimas décadas, las riendas de las investigaciones y
determinan las estrategias, fijando qué conviene investigar en las
universidades. Esta burbuja de intereses, se ha generado dentro de un sistema
que sólo da mérito científico a las investigaciones que pueden ser publicadas en
ciertas revistas internacionales reconocidas, que a su vez están involucradas o
manipuladas directa o indirectamente desde los intereses de la industria y las
finanzas.
Los científicos, por su parte, pueden contar con más subsidios si tienen
suficientes publicaciones en estas mismas revistas. Y así se genera una espiral
creciente de intereses y complicidades entre lo público y lo privado. Para que
la investigación sea "competitiva" se necesita de la "confidencialidad" de los
resultados científicos. El mundo científico, casi sin darse cuenta, ha terminado
envuelto en una maraña de intereses que le eran ajenos, y que los obliga a
seguir los pasos dictados por las empresas, para poder continuar existiendo como
actividad y como corporación, en el sistema académico. La industria y las
finanzas han comprobado que, si ayudan a la formación de cuadros científicos,
esos mismos cuadros les pueden ser útiles como instrumentos de sus lobbies.
Estos cuadros científicos pasan a tener entonces, más fondos para más resultados
publicables, que, a su vez generaron más fondos, y que generan a su vez,
artimañas astutas como las de abordar las mismas publicaciones pero desde
diversos ángulos para mostrarlas diferentes y lograr más fondos, todavía. Muchos
científicos promocionan sus ideas en los medios de comunicación, en los que
trabajan asimismo cuadros periodísticos, también financiados por la industria y
los capitales de especulación, que dan a conocer los "beneficios" magníficos de
las investigaciones de estos científicos que lograron afianzarse en el modelo.
Así, de esa manera, los cuadros científicos cobran notoriedad y reconocimiento
en el sistema y desde el pedestal alcanzado de "científicos neutros", logran
convencer a los políticos de turno de la importancia que tiene la ciencia
aplicada para la economía nacional.
Es entonces