Argentina: La lucha continúa
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Otra vez, tuberculosis
Néstor Sappietro
Argenpress
Algunos investigadores atribuyen a la tuberculosis el triste privilegio de ser
la primera enfermedad de la humanidad conocida por algún vestigio encontrado en
restos óseos que datan en torno a 5000 años antes de nuestra era.
El recorrido invicto de la enfermedad empezó a tambalear en 1882, cuando Robert
Koch, un médico alemán, presentó al mundo al denominado Mycobacterium, luego
conocido como bacilo de la tuberculosis. De ahí en más se dejó de pelear contra
algo indefinido, el parásito comenzó a hacerse ver y la antigua lucha parecía
estar cerca de resolverse.
Más adelante, en pleno siglo XX, llegaron avances que sirvieron como métodos de
prevención de la enfermedad, la vacuna (BCG), la pasteurización de la leche, la
penicilina, drogas, antibióticos y tratamientos específicos que conseguirían
convertir a la patología más antigua de la humanidad en algo curable en la
mayoría de los casos.
Casi podríamos cerrar esta crónica con un final feliz, pero no es así.
La ciencia hace lo que puede pero hay asuntos que escapan a su alcance, se
escabullen por las grietas de inmoralidad que los científicos no alcanzan a
cerrar.
La noticia llega de Misiones, y cuenta que la cantidad de casos de tuberculosis
detectados en algunas zonas se incrementó un 20 por ciento en 2007 en relación
al 2006.
Durante el 2007 se registraron en Misiones 258 casos, contra los 214 detectados
en el 2006 en toda la provincia, es decir 44 casos más que el año anterior.
La información agrega un dato que agrava la situación, se considera que por cada
caso diagnosticado, hay otras nueve personas que padecen la enfermedad sin
saberlo.
Los especialistas advierten que la tuberculosis está directamente vinculada a la
pobreza y va de la mano con la malnutrición.
A esta altura del partido no se puede hablar de la eficacia de la bacteria para
escaparse de los avances científicos. La enfermedad podría haberse erradicado
del planeta en el siglo pasado.
Las "bacterias" que causan la pobreza y la malnutrición pueden detectarse sin
necesidad de microscopios. Los hambreadores, cómplices de la enfermedad, dejan
ver su impunidad a plena luz del día.
Así como los villanos de las películas de terror que no terminan nunca de morir,
el "Mycobacterium", encontró en Misiones un paraje donde desarrollarse y
multiplicarse.
Allí, donde están los vulnerables, los condenados al hambre y la soledad.
Allí, donde la perversidad del sistema entrega a los excluidos como una ofrenda.
La tuberculosis es una de las enfermedades que castiga a los pobres, a los
organismos sin defensas y, mal que nos pese, sobrevivirá en cada lugar donde
habite la miseria.