Investigadores de la Facultad de Agroindustrias de la UNNE diseñaron un sistema
para quitar el hierro al agua del subsuelo. De ese modo, podría proveerse con
agua potable a los pobladores de varias ciudades de la provincia de Chaco.
El Chaco y la falta de agua son casi sinónimos hacia el extremo oeste de esta
provincia. Sáenz Peña, Las Breñas, Charata, Quitilipi y otras ciudades
históricamente muy pobladas sufren esa falencia natural que no pudo salvarse con
la intervención del hombre.
Actualmente, la red de agua potable se nutre de las napas freáticas del subsuelo
chaqueño. Dada la abundancia de hierro presente en la zona, esa agua es
potencialmente perjudicial para la salud. Por ese motivo, investigadores de la
Facultad de Agroindustrias de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE) están
llevando adelante un proyecto para aplicar procesos de desferrización del agua,
lo que permitiría mejorar sustancialmente la provisión de agua potable para esta
zona del Chaco a un muy bajo costo.
Agua con hierro
La vegetación chaqueña refleja la desigual distribución de lluvias. Ofrece un
bosque cerrado al oeste, conocido como El Impenetrable, un paisaje de parques y
sabanas en el centro y de selvas en galería que bordean los ríos hacia el
oriente. Las palmeras -en especial, la variedad yatay- son típicas de los
pastizales cercanos a los ríos Paraná y Paraguay, al punto que una palmera es el
principal dibujo dentro del escudo provincial.
Pero al desplazarse hacia el oeste de la provincia, se ingresa en un clima cada
vez más continental, donde la amplitud térmica es mayor y el aire más seco.
Allí, los veranos son muy calurosos y los inviernos, templados.
La influencia de los vientos húmedos, que llegan desde al Atlántico, determina
que el sector del este reciba un monto mayor de precipitaciones. Hacia el oeste,
el suelo va perdiendo humedad, por lo que esa zona tiene una marcada estación
seca en el invierno.
Los niveles promedios de lluvia pasan de 1.200 milímetros anuales al este, hasta
unos 200 milímetros anuales en el extremo oeste. La distribución anual de las
precipitaciones también es muy despareja.
La búsqueda de agua es desesperada durante las recurrentes sequías que castigan
a la región. En la década de 1920, se descubrieron aguas termales a 80 metros de
profundidad en la zona de Sáenz Peña (centro de la provincia), las que cuentan
con excelentes propiedades minerales para el tratamiento de diversas
enfermedades.
Con el descubrimiento, se verificó la extensión del acuífero Guaraní. Pero ni
siquiera de ese modo, pudo solucionarse el problema de la falta de agua para el
consumo.
Según la investigación de Agroindustrias, que está encarada por el ingeniero
Orlando Brachna y otro grupo de docentes e investigadores, en Chaco existen
fuentes de abastecimiento de agua subterránea que están influidas por la
presencia de hierro. El agua obtenida de esas redes se presenta en forma
soluble, y al oxidarse, ya sea en el momento de la cloración o con el oxígeno
del aire, el material ferroso se precipita dando origen a una sustancia de color
oscuro que no sólo es resistida por el gusto de los consumidores, sino que
también mancha la ropa, obstruye tuberías, accesorios y bombas.
"Hasta el momento, no se han observado efectos perjudiciales para la salud de
este elemento", aclara Brachna en un resumen del trabajo al que accedió Ciencia
y Técnica. Pero señala que como consecuencia de la existencia de este metal, se
verifica el aumento de la demanda de cloro u otros oxidantes aplicados para la
desinfección.
Proceso de desferrización
Frente a esa situación, los investigadores de Agroindustrias decidieron aplicar
sus conocimientos para mejorar la situación. Así, encararon el proyecto de
desferrización, filtración y aireación del agua obtenida del subsuelo. "Es un
proceso simple y barato que puede ser muy útil", aseguró el ingeniero Brachna.
Según la explicación del profesional, la remoción del hierro se realiza mediante
una oxidación en columnas rellenas, atravesadas por una corriente de aire. Ese
proceso genera compuestos insolubles, que son eliminados a través de filtración
con filtros rápidos, abiertos o cerrados. En ese procedimiento, el control del
valor del pH (potencial de hidrógeno) tiene un significado especial.
Los medios filtrantes a utilizarse pueden ser, entre otros, arena o zeolita.
Esos filtros deben llevar una fase de preparación para tener una granulometría
del material filtrante adecuado.
Uno de los objetivos del trabajo de Agroindustrias es evaluar la eficiencia de
remoción del hierro con un esquema de aireación, sedimentación y filtración.
Para ello, se evaluó la cantidad de hierro presente en el agua antes y después
del proceso de tratamiento, de manera de determinar la eficiencia del método
utilizado. Vale acotar que para que sea apta para el consumo humano, la
concentración de hierro no debe ser mayor de 0,30 miligramos por litro
Para realizar el trabajo, se utilizó una columna rellena de anillos del tipo "Pall",
a través de los cuales el agua desciende en forma dispersa, mientras, en
contracorriente, asciende aire. En ese proceso de oxidación, el hierro presente
en el agua se coagula y después, precipita en una pileta de decantación. Luego,
el agua pasa a través del sistema de filtrado.
"Este sistema es un proceso sencillo, de bajo costo de ejecución y mínimo
mantenimiento, ya que no requiere mano de obra especializada para su
construcción y los costos de operación son más bajos que los de un tratamiento
convencional", aseguró Brachna, al señalar los alcances y beneficios que puede
tener la investigación que dirige.