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Argentina: La lucha continúa

Una luna de hiel

Daniel Cadabón

Por suerte, para la salud mental de los argentinos, las encuestas sobre los grados de adhesión popular a la figura presidencial han dejado de publicarse; todas las previsiones y mediciones secretas indican que los índices de popularidad están muy devaluados, esto amerita silenciar las encuestas, por lo menos, hasta que se produzca un milagroso "relanzamiento" previsto para el 25 de mayo próximo. A no dudarlo, Cristina-Kirchner está a la baja.
Comienzan a tirar lastre El joven Martín Lousteau, que terminó sus días como ministro de economía con el piso serruchado con la conmovedora motosierra moreno-kirchnerista, sufre ahora, que se comienza a sacar leña del árbol caído, las consecuencias de un desenfreno juvenil que lo llevaron a mostrarse demasiado amistoso con los mandantes del norte que demandan un acuerdo urgente con el Club de París.
La formación intelectual colonizada del ex ministro, fue lo que lo llevó a sincerarse en su último viaje a EE. UU. con los operadores financieros coloniales: "el gobierno prepara un nuevo canje de la deuda externa" dijo y explotó una bomba; ya que, traducidas al lenguaje financiero internacional, sus declaraciones significan: "muchachos, si no nos dan una mano con la crisis de las retenciones, no tenemos un mango para pagarles".
La respuesta no se hizo esperar, los acreedores internacionales presionaron por los plazos e iniciaron una incipiente corrida cambiaria, que obligaron a mover las reservas y al propio Lousteau.
El proceso devaluatorio y la carestía que se vienen, como parte de la ofensiva de los mercados internacionales y nacionales para descargar, una vez más, el "cambio del modelo" sobre las espaldas de los trabajadores y el pueblo, y que ya debutó mandando debajo de la línea de la pobreza a cerca de 300 mil trabajadores en el último trimestre, también ahora son un "asunto de Lousteau".
El despido del ministro es, por otro lado, una prenda de amor para "la puta oligarquía". Lousteau, es el responsable de la crisis política a la que se asiste: se informa que las retenciones móviles que provocaron el presente tembladeral y que, "no fueron lo suficientemente consultadas con la presidenta, son responsabilidad de Lousteau". ¿Una salida indolora de la crisis de las retenciones, para la imagen presidencial? La presencia de los representantes de las entidades agrarias en la asunción del nuevo ministro parece indicarlo así. Los gritos incendiarios que el expresidente viene entonando desde hace dos días, tendrían la estrategia del tero, los huevos se cocinan en otro lado.
Los gritos del tero Néstor Kirchner, volvió a las tribunas para gritar su enojo con una situación que desluce sin contemplaciones el gobierno matrimonial. Los gritos del ex-presidente quieren aparecer como los de un hombre indignado que sale a la lucha en defensa de su vapuleada mujer, un verdadero caballero. Pero, en realidad son el resultado de las contracciones de un parto; los tenedores de bonos, los organismos internacionales, el Fondo monetario y el propio Sarkozy, le están haciendo parir sus políticas demagógicas en trono a la renegociación de la deuda externa, anunciadas en su momento como las "más exitosas de la historia".
Kirchner también grita, intentando tapar el estruendo que provoca la caída de la "nueva política". Inaugurada por el ex presidente, recién asumido, la "nueva política". contó con el entusiasta apoyo de todo el complejo colectivo intelectual centroizquierdista. Ahora, a partir de que el Néstor asume la regeneración del pejotismo, está categóricamente al horno, porque la hegemonía está definitivamente al horno. Los progres que acompañaron este proceso, creyendo encontrarse ante la refundación del movimiento popular que los tendría como participes necesarios, se conforman, en el presente, a estar confinados al rol de observadores. ¡Cuanta miseria intelectual!! la de aquellos que venían a cambiar la historia y que terminaron fundando un Observatorio, que funcionará como kiosco de diarios.
Los borocotizados... partidos Otros que están al horno son los radicales K. Estos hombres se creyeron que la fiesta kirchnerista no tendría final y prestaron su casa para los festejos. Dispuestos al canje, renunciaron a su partido por sumarse al club de borocotizados; después de haber abrevado largamente en la fuente del oportunismo, y terminada la fiesta, no sólo sufren la resaca, sino que caen en la cuenta de que sus socios les saquearon la casa.
Por último, otros que están a la baja son los inefables "progres sindicales" El progresismo argentino, nucleado en la conducción de la CTA y que ha sabido alinearse en esta última etapa como un defensor a ultranza de las políticas del matrimonio, se encuentra atravesando por un profundo estado de confusión y enfrentamiento entre sus propias filas. El acompañamiento sin principios al matrimonio presidencial, ha terminado por colocarlos al borde del divorcio en su propia familia.
¿Una nueva política es posible? Desde que las negociaciones entre el gobierno y el "campo" se transformaron en una porfiada pugna, un sector del progresismo criollo creyó encontrar el prodigioso anillo que le calzara al dedo y que les permitiera volcar el plato para el "lado popular".
El enfrentamiento, presentado como una suerte de emancipación en contra de "la puta oligarquía y de los gorilas de derecha" suponía profundizar y justificar, de una forma más abierta (si se puede) sus políticas de alianza con la plutocracia kirchnerista que dirige el estado.
El kirchnerismo en esta batalla -declaran- encarna la reconstrucción del poder popular. El "campo", la vuelta al pasado golpista.
El conflicto con el "campo" ha abierto un interesante debate entre la pequeña burguesía porteña, que habrá que seguir en todo su desarrollo ¿fueron los caceroleros porteños agentes de la ignota Pando? O ¿fueron la expresión política de un movimiento de oposición a las políticas profundamente capitalistas y derechistas del kirchnerato? Nadie, entre los progres del campo y la ciudad, supuso que los enredos del sainete criollo se llevaría puesta la famosa "unidad en la diversidad", tan afanosamente laborada sobre las bases de un horizontalismo sin principios y un interés económico particular.
La ideología progresista, que hasta hace poco aparecía sólidamente implantada en un amplio espectro del pensamiento político, académico y cultural, ha entrado a partir de los piquetes agrarios y de la intervención de los trabajadores con juicios independientes sobre las políticas de miseria salarial del kirchnerismo, en una crisis de carácter estructural; esto, por la unidad que cada uno de los grupos, manifiestan con los dos princípiales contendientes y con los intereses económicos e ideológicos de los patrones de turno.
El conflicto agrario provocó, entre otras cosas, la división de lo que se exhibía como indivisible y un consecuente duelo que impresiona como inevitable. ¿Qué duelan los hombres que dirigen la CTA? Su propio oportunismo y la condición de posibilidad de seguir engañando a los trabajadores.
Oportunistas sindicales y oportunistas rurales Hugo Yasky, que representa a uno de los sectores que declaró su amor incondicional al gobierno, hoy anda medio desvelado porque no consigue embrollar al pueblo y a los trabajadores con sus discursos. Es que Yasky trata de demostrar, contra toda lógica y evidencia empírica, que a pesar de la suba de precios, el congelamiento salarial y los acuerdos internacionales, para acelerar el pago de la deuda con los organismos financieros, el kirchnerismo no pierde el carácter nacional y popular con el que se autoinvistió.
Los yaskistas y el resto de "progres" suscriptores de página, se empeñan en absolver al gobierno de los acuerdos internacionales con el Banco Mundial, el Club de París y el FMI, mientras destacan su carácter "nacional", que es lo que justifica el armado de un frente político con el kirchnerismo. Este gobierno nacional ha reprimido, hace apenas dos semanas atrás, a los hambreados de Haití que salieron a la lucha pidiendo pan. Las tropas argentinas en colaboración con tropas de otros países latinoamericanos están implantadas en la isla a pedido de EE. UU. para que impidan la autodeterminación del pueblo, en la pequeña isla caribeña.
De paso, los yaskistas, continúan considerando al régimen como un "movimiento popular", dejando de lado, que lo que ha caracterizado al kirchnerismo en todos estos años, fue la aplicación de métodos represivos en contra de los trabajadores que luchan por sus derechos. Mafissa, en La Plata, donde un desalojo policial dejó 18 trabajadores procesados o IMPA en capital, son los ejemplos más cercanos de esta política "popular", pero no son los únicos: están en sintonía con los antecedentes de las represiones a los trabajadores de Las Heras, del Francés, los docentes de Santa Cruz, los trabajadores del casino y de las patoteadas a chóferes de "la 60", de las agresiones a los trabajadores de Rigolleau, y tantas otras.
En el otro rincón, se encuentran "los progres del campo", de las Federaciones Agrarias, también pertenecientes a la CTA.
Estos hombres, también con vocación frentista, ponen un entusiasmo similar para mantenerse en un frente opositor al kirchnerismo; en este caso, optaron por la Sociedad Rural, Coninagro y CRA, otras variantes patronales.
El frente agrario esta armado detrás de un programa reaccionario. Pero si para algo sirve, es para confirmar que una de las más gastadas consignas centroizquierdistas: "otra política es posible" puede transformarse en realidad, sobre todo, en medio de un conflicto, que ya se llevó puesto al joven Lousteau y que aun amenaza con fagocitarse a más de un ministro, junto a una abundante porción de capital político K.
Tanto el acuerdo con el kirchnerismo, como el acuerdo con las entidades rurales, coloca a la Central de trabajadores como rehén del programa de la burguesía, impidiendo una intervención de los trabajadores y el pueblo en la crisis abierta.
Sindicalistas "progres" Los "progres" kirchneristas, representantes fundamentales de los trabajadores públicos y docentes, entre otros, compiten entre sí por ver quien se muestra más pollerudo en su afán de seguir atados al carro del poder. Han abandonado cualquier propuesta de independencia política, que marque alguna salida a una situación que ya ha llevado a que millones de argentinos vuelvan a caminar por debajo de la línea de la pobreza en medio de un cuadro de brutal transferencia de ingresos por medio de la inflación.
Tan vergonzante es su accionar político y gremial que no fueron capaces de organizar una medida de paro nacional para el 4 de abril, primer aniversario del asesinato del profesor Carlos Fuentealba, justificándose en que la "ofensiva de la derecha, que encontramos detrás de lockout campero, no amerita debilitar al gobierno con un paro, por más justo que este se pueda mostrar".
Ese 4 de abril, el paro entre los docentes se realizó igual y fue masivo en todas las provincias del sur, en algunas del norte y en por lo menos 15 seccionales de la provincia de Buenos Aires; lo que destaca no sólo una actitud de solidaridad para con el compañero asesinado, sino fundamentalmente, un animo de lucha intacto en las bases del magisterio, para retomar la lucha por las reivindicaciones salariales.
La burocracia kirchnerista de Yasky-Maldonado- Baradel, por el contrario, privilegiaron sus acuerdos con el poder, sin siquiera tener en cuenta, que de esta manera, "eran funcionales a la derecha": Sobisch.
La actitud, de desmarcarse del reclamo de justicia por el maestro asesinado, tuvo un alto costó para la burocracia docente; ninguno de los popes de la CTA pudo realizar sus "radicalizados discursos populares" en el acto realizado en Neuquén por Fuentealba. Definitivamente estos muchachos van a la baja.
Camperos "progres" El frente de la Federación Agraria de los Buzzi y De Angelis, se ha consolidado como un bloque que impide dotar de un programa independiente a la "rebelión chacarera".
La masiva movilización rural que recorre los pueblos del interior está condenada de esta manera a agotar su energía detrás de los negociados que realicen las patronales de las grandes entidades.
Más temprano que tarde los chacareros deberán comprender, que cualquier lucha que encaren por la democratización de las relaciones económicas en el campo, debe partir de la expropiación de los grandes terratenientes y de ponerle fin a las maniobras financieras de los pooles de siembra administrados por los socios del kirchnerismo, caso contrario serán fagocitados por las ardides entre el gobierno y los representantes financieros de los agronegocios y los exportadores asociados a las grandes entidades.
La FAA, en la medida en que siga dentro de un frente con CRA, Sociedad Rural y Coninagro, terminará siendo la depositaria de la crisis que asoma entre las bases que le pusieron el cuerpo a las protestas agrarias.
La presencia de los representantes de CRA y la SR en la asunción de un nuevo ministro Fernández, esta vez al Ministerio de Economía, es el dato de la hora.
El problema agrario no se resolverá en la ruta con las carabinas "winches" en las manos, como declara De Angelis, sino en medio de los cabildeos y conspiraciones dentro de los edificios del poder.
El gobierno se encuentra negociando con dos frentes patronales: las entidades agrarias y los industriales devaluadores. Unos y otros reparten sus adhesiones al gobierno de Cristina-Kirchner, en forma episódica y acorde a como se desenvuelve la situación.
Ninguna alianza es, en este momento, estratégica y esto es lo que hace al núcleo del problema político. Los sectores arrendatarios que forman los pooles, plantean el tema de dejar sin efecto el alza de las retenciones con un ojo puesto en el gobierno y el otro en los piquetes.
Los sectores latifundistas, propietarios de grandes extensiones de tierra, temen que frente a los acuerdos de compensación a los grupos parásitos que se seguirán llevando las mejores tajadas, las asambleas agrarias tomen un curso independiente y comiencen a discutir el problema de la propiedad del latifundio.
Todos temen por igual a la movilización popular: exportadores, latifundistas, acopiadores, agiotistas y la burguesía agrofinanciera.
La Federación agraria puede creer que está haciendo un gran negocio al enyuntarse con los oligarcas. Pero en realidad es al revés, a ellos les tocará desmantelar las asambleas y ordenar a la tropa la vuelta al campo.
Tarea que, hoy por hoy, no aparece fácil.
Nos encontramos frente a una crisis capitalista extraordinaria, cuyos alcances desconcierta a los propios intervinientes. Una verdadera "luna de hiel", a poco más de cien días de asumido el mandato presidencial por Cristina-Kirchner.

Fuente: lafogata.org