Argentina: La lucha continúa
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Tierra y trabajo
Osvaldo Bayer
Ayer y hoy: el 1º de mayo de 1904, los anarquistas reunieron en el barrio de La
Boca a setenta mil obreros para conmemorar el Día de los Trabajadores
¿Son las fantasías que tiene la realidad o es que a la historia hay que mirarla
con ironía? Por ejemplo, esa Italia que fue capaz de enviarnos, hace más de un
siglo, pensadores tan profundos como Malatesta y Pietro Gori, que nos hablaban
que ya ahí, a la puerta, estaba esperándonos el socialismo en libertad por la
decisión de todos; o ese Antonio Gramsci, muerto en la cárcel, convencido de que
el marxismo era una unidad de teoría y práctica y arma definitiva del proceder
revolucionario del movimiento obrero, sí, esa misma Italia acaba de elegir
entusiasmada a Berlusconi. Berlusco.
Esto me hizo acordar, cuando triunfó Macri, que 102 años antes, en 1904, el
barrio de La Boca había elegido al primer diputado socialista de América, nada
menos que a Alfredo L. Palacios. Y justo ese mismo año, el 1º de mayo de 1904,
los anarquistas reunieron allí setenta mil obreros para conmemorar el Día de los
Trabajadores. Hoy, La Boca reúne ese número de gente cuando Boca Juniors juega
con River Plate. Sí, setenta mil obreros en 1904, pese a la represión de Julio
Argentino Roca, a palo limpio y disparos de Remington, que ocasionaron la muerte
del primer héroe obrero del 1º de mayo argentino: Juan Ocampo, marinero, de
apenas 18 años. A Juan Ocampo no lo recuerda ni una piedra en ningún rincón
argentino, pero Roca tiene 36 monumentos argentinos. Y Macri acaba de levantar
la figura de ese Roca, genocida de los pueblos originarios, en un discurso muy
aplaudido.
De todas estas galas floridas y tornasoladas de la historia humana extraemos una
que tiene que ver con la actualidad argentina. Se refiere a la Federación
Agraria Argentina. Dos momentos. Primero, 1912, el grito de Alcorta. Cansados
hasta el hartazgo de la explotación a que eran sometidos los chacareros por los
terratenientes y los intermediarios, aquéllos se levantan y dicen basta. Emplean
la misma arma que los obreros industriales, del transporte y todos los
trabajadores dependientes: la huelga. Por supuesto que la prensa de entonces y
de siempre califica a esta lucha como "una agitación artificial provocada por
elementos extraños". Los chacareros debían entregar al terrateniente treinta o
cuarenta por ciento de sus productos y alquilar para las trillas sólo las
máquinas de los señores de la tierra. Además, debían venderle su trabajo al
precio que le fijaran ellos.
Cuando se inicia su huelga, los chacareros invitan a los sindicatos obreros a
una reunión y la central obrera designa al gráfico –legendario dirigente–
Sebastián Marotta para representarla. Allí Marotta le dice a los chacareros que
deben salir de la situación en que se encuentran: es decir, que ellos, los
colonos, no son ni "asalariados ni capitalistas" y los aconseja pasar a ser
asalariados netos, obligando así a los patronos a "administrar sus tierras con
el fin de que cargaran con todas las peripecias de las malas cosechas". Tiempo
después, Marotta escribiría: "Pensaba ilusoriamente que debía convencerse a los
colonos, por vía de la propaganda, que una vez convertidos en asalariados, su
lucha, desde el punto de vista de su nueva condición social, sí podía
reportarles mejoras efectivas, tal como la rebaja de las horas de trabajo,
preparándolos por la capacitación para su emancipación, expropiando de manos del
capitalista la tierra y hacerla propiedad de todos".
Si Marotta hoy viviera hubiera visto que la Federación Agraria hizo todo lo
contrario a lo que él les proponía. Se alió con la Sociedad Rural, es decir, con
los dueños de la tierra en el reciente lockout patronal del presente argentino.
La tierra. Los argentinos cantamos desde hace 95 años el "ved en trono a la
noble igualdad". Y los Martínez de Hoz, los Anchorena y los Luro siguen teniendo
las pampas inmensas que les regaló Roca hace 130 años. Porque acaba de
producirse el episodio de Tiófila Videla, puestera en el oeste pampeano, desde
hace décadas y desde hace generaciones en ese lugar. Ella es criancera, en el
idioma de esas llanuras. Bien, pero ahora se ha presentado el abogado Héctor de
la Iglesia a reclamar su desalojo. Porque de pronto hay un dueño. Ante las
protestas de Tiófila, el "comprensivo" abogado le dijo que la esperaría sesenta
días y además movería sus "contactos" en la provincia para conseguirle una
vivienda en otro lugar.
Por el momento, la causa está parada, pero Malut, el Movimiento de Luchadores
por la Tierra, va a seguir luchando para que se pare el desalojo de esa
auténtica hija del campo. Porque más vale la vida y el trabajo que un papel
fabricado en algún escalón burocrático. Malut ha señalado que apoyará siempre a
los "pobladores ancestrales" y que los "puesteros son los legítimos pobladores
de las tierras pampeanas". Pensar que hace un siglo y medio los anarquistas
surcaron los caminos al grito de "Tierra y Libertad". Y hoy triunfan los
burócratas por "contactos".
Sí, los jornaleros de los campos gritaban "Tierra y Libertad", y ese grito vale
hoy para los seis campesinos paraguayos presos desde hace dos años en cárceles
argentinas por el pedido de extradición del gobierno paraguayo. El pretexto de
la Justicia argentina es que Paraguay es un "estado de derecho" y su pedido, por
lo tanto, es legítimo. ¿Estado de derecho un gobierno que ha pisoteado siempre
hasta los más mínimos derechos de defensa de los perseguidos políticos? Es como
en tiempos de Isabel Perón, que se decía era un estado de derecho, con las Tres
A. Ojalá muy pronto el nuevo presidente paraguayo Fernando Lugo, con su empuje
hacia la verdadera democracia, solucione definitivamente este drama que la
Justicia argentina no ha sido capaz de resolver.
El grito de "Tierra y Libertad" de los campos fue convertido en "Trabajo y
Libertad" por los proletarios de las ciudades. Vayamos ahora a nuestras
ciudades. En La Plata se ha producido el caso Mafissa. Los obreros de esa
fábrica acaban de sufrir una represión brutal y absolutamente desmedida. Los
conflictos del trabajo deben resolverse siempre en el diálogo entre partes y el
Estado y la Justicia deben actuar como mediadores, pero mediadores que se
preocupen principalmente por solucionar los problemas de trabajo de quienes
tienen que alimentar a sus jóvenes familias. Esa debe ser la verdadera
democracia.
No, ante el despido repentino de personal, los obreros ocuparon la fábrica y la
Justicia ordenó reprimir enviando 700 efectivos policiales –sí, tal cual, las
filmaciones y fotos no nos dejan mentir–, con caballería, el grupo "Halcón",
helicópteros, tropas de asalto y toda la parafernalia. Durante 25 minutos los
uniformados dispararon balazos de goma y gases lacrimógenos. Desalojaron la
fábrica y se llevaron a dieciocho defensores del derecho al trabajo. Los
trataron bajo condiciones humillantes: fueron a parar a calabozos en las
comisarías junto a presos comunes, estuvieron más de 12 horas esposados y los
llevaron a lugares de detención a cien kilómetros de sus hogares. Algunos
sufrieron magulladuras.
La Justicia, por supuesto, les inició juicio a los que defendían el derecho al
trabajo y no a quienes ejercieron el poder del que posee el dinero. Los 18
obreros están acusados de "coacción agravada, violación a la propiedad privada y
portación de armas tumberas". Esto último es risible, porque se trató de
juguetes y de una gomera que habían llevado los chicos, ya que durante la
ocupación se hicieron muchas reuniones de familias enteras que acompañaron a sus
padres obreros. Las familias de los despedidos no tienen ninguna entrada, de
manera que han tenido que salir a trabajar las mujeres y los hijos adolescentes.
Ellas se han unido y han hecho acampes frente a la casa de gobierno en La Plata.
Una de ellas me dice: "Vamos a seguir luchando con nuestros maridos hasta que se
haga justicia, no queremos que nuestros hijos tengan que ir a juntar cartones en
este país lleno de riquezas".
Como ciudadano argentino pediría a los responsables del Gobierno y la Justicia
que nombren a una comisión de neutrales para que analice esta situación de
increíble injusticia, que se elabore un informe y que se trate de defender lo
que más vale en una sociedad: el derecho al trabajo. Nada más. Y que los
responsables vayan pensando en que la salida más democrática es propender a las
cooperativas laborales y no a la dependencia de un dueño de todo, de la
propiedad y las influencias. El caso Mafissa es típico de capitalismo medieval
que hay que saber contener en una democracia.
Porque hablemos del dueño de ese establecimiento petroquímico que elabora fibras
sintéticas. Una empresa que contamina el ambiente. Se puede ver en el número de
obreros que padecen enfermedades típicas del trabajo insalubre, y también de los
muertos como consecuencia de ese trabajo. Además, hay numerosos sordos, porque
no se respetan los límites legales de decibeles de los ruidos de las máquinas.
¿Y los inspectores dónde están?
Pero vayamos al dueño, el señor Jorge Curi, propietario del establecimiento. Es
autor del libro ¡Arriba Argentina!, que es un canto de adulación
increíble hacia la dictadura militar, escrito en 1977. Basta leer este párrafo
donde se expresa así sobre los desaparecidos: "A los argentinos nos consta que
nuestro actual gobierno ha derrotado ampliamente a la subversión y ha obligado a
muchos de sus componentes a emigrar a lejanos países donde, bien pertrechados de
dinero, descansan y esperan...". En los archivos de Dipba han aparecido las
actas donde esa empresa pide a la policía "la incorporación a la fábrica de tres
hombres" (de los servicios) "a quienes se les abonará el salario correspondiente
a fin de que se logre identificar al núcleo de personas disolventes". Así
desaparecieron trece obreros de esa empresa. Realidades argentinas: hoy, los
mismos dueños han recibido la ayuda de la Justicia y la policía para reprimir el
legítimo pedido de las fuerzas representativas obreras.
Después de leer estos documentos salgo a caminar, veo nuestras calles con
nostalgia y tristeza. Pienso: se acerca otro Primero de Mayo, Día de los
Trabajadores... En 1904 iban cantando setenta mil proletarios, por esas mismas
calles, aquel himno que los llenaba de futuro :
Ven. Oh mayo, te esperan las gentes,
Te saludan los trabajadores
Dulce pascua de los productores,
Ven y brille tu espléndido sol
De tiranos del ocio y el oro
Procuremos redimir al mundo
Y al unir nuestro esfuerzo profundo
Lograremos al cabo vencer.