Argentina: La lucha continúa
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Conflicto con el campo
La renta agraria, otra vez en el centro de la política
Eduardo Lucita*
El conflicto superó rápidamente las razones que le dieron origen, las
retenciones móviles y un esquema de cálculo que pone un techo a las ganancias
extraordinarias derivadas de la creciente demanda de los mercados mundiales. Lo
que comenzara como una cuestión económica merodea ahora los bordes de la crisis
política.
Desde la perspectiva económico-técnica el problema esta resuelto desde hace
días. El gobierno concederá más de lo que reconozca pero en su lógica de poder
no puede hacerlo sin antes recuperar autoridad política. El "campo" está en
general de acuerdo con las soluciones pero no puede aceptarlas sino haciendo la
parodia de una negociación, porque quiere hacer valer a futuro la fuerza social
acumulada.
Así el conflicto semeja cada vez más una suerte de juego de espejos, donde las
conducciones enfrentadas sólo se superan a sí mismas, en un marco donde la
sociedad da muestras de cansancio de tantas idas y vueltas
Una convicción comienza a instalarse, habrá un antes y un después de este
conflicto. El gobierno no podrá eludir el fuerte costo político, menos aún en un
marco inflacionario que ya corroe tanto los ingresos de los trabajadores y
sectores populares, como los de las capas medias acomodadas, que el gobierno se
muestra impotente de controlarlo. Mientras la derecha –aun carente de liderazgo
y organización- ha encontrado una base social de importancia.
Los tiempos por venir serán sin duda testigos de nuevas confrontaciones
Nada es lo que parece o se dice
Las diferentes organizaciones representativas del campo (1), unificadas como
nunca antes, cuestionaron las retenciones móviles no solo en defensa de sus
ganancias sino como instrumento válido para desacoplar los precios
internacionales de los locales y disminuir así el impacto inflacionario por suba
de los precios de los llamados "bienes salarios".
Pero esto no puede ocultar que detrás de la objeción a las retenciones móviles
–y su intento de minimizarlas- están planteando un programa que erradique las
restricciones al mercado exportador de carnes, granos y aceites. La eliminación
de las retenciones vendrá después… No se explicita como tal pero hay también una
impugnación a la intervención estatal en la economía. Se rechazan medidas
reguladoras implementadas por el gobierno, por moderadas que estas sean, y la
posibilidad de distribución de la renta que llevan implícitas.
A este accionar corporativo se sumó la derecha política, que vio en el lock-out
agrario la posibilidad de establecer una plataforma que intenta retrotraer la
situación al período anterior al 2001.
El gobierno nacional se topó con una reacción que no esperaba y buscó en todo
momento defender la acción legitima del Estado por apropiarse de renta
extraordinaria –como es la que surge de la excepcional demanda internacional-
argumentando que esta es esencial para una política de distribución de la
riqueza y lucha contra la inflación. Claro que esto es parcial, el principal
cultivo sujeto a retenciones es la soja que no incide demasiado en el mercado
interno en la coyuntura, aunque sí desplaza a otros cultivos y por lo tanto
reduce su oferta.
Es claro además que el incremento de las retenciones tiene su costado fiscalista,
una necesidad para seguir manteniendo los subsidios –si no fuera por ellos las
tarifas de los servicios públicos estallarían con su impacto sobre la inflación-
y hacer caja para afrontar los pagos de la deuda que, como ya se adelantó varias
veces desde esta columna, crece automáticamente y sus pagos o refinanciaciones
son cada vez más pesados.
Incapacidad e impericia, errores de cálculo político y de implementación técnica
unificaron el frente opositor y resquebrajaron el tejido de alianzas construido
en el primer período kichnerista, esto se ha reflejado también al interior del
partido justicialista.
En este contexto el gobierno volcó sus esfuerzos tratando de recuperar presencia
política, la reciente convocatoria al Partido Justicialista no es más que un
intento de disciplinar a la tropa que da muestras de disgregación. Sin embargo
cualquiera sea el resultado no sale bien parado de el, y es notorio que la
figura de la presidenta se ha desdibujado. (2)
Una disyuntiva irreal
Desde el primer momento se intentó instalar en la sociedad que se trataba de
una disputa entre la tradicional oligarquía agrícola-ganadera y un gobierno
nacional-popular-reformista. Sin embargo no todo es como parece.
Si una virtud tiene este conflicto es que ha echado luz sobre la estructura
social del campo. Los datos que surgen del Censo del 2002 muestran que su
actualidad poco o nada tiene que ver con la antigua y casi feudal estructura
agraria.
Los ruralistas que pueden referenciarse en la vieja oligarquía hoy forman parte
de la nueva burguesía terrateniente, son accionistas de grandes sociedades
anónimas o miembros de fondos de inversión. Su contrapartida, aquellos
descendientes de los arrendatarioa y aparceros que dieron origen al "Grito de
Alcorta" en 1912, son hoy dueños de sus tierras, explotan mano de obra -por lo
general en negro-, cuando no se han convertido en rentistas alquilando sus
tierras a los "pool" de siembra. Tal vez aquí este la razón oculta de esta
alianza, impensada poco tiempo atrás, entre la FAA y la SR.
Es que el gran capital, sobre todo financiero, ha ingresado a la actividad
agrícola-ganadera. Con los desmontes, el desplazamiento de poblaciones
originarias de sus tierras ancestrales y el daño ambiental que esto supone se
incorporaron millones de hectáreas de tierras fértiles y se expandió la frontera
agropecuaria. La superficie cultivable creció más de un 35% y en los últimos 10
años la producción de granos pasó de 45 a 95 millones de toneladas.
En el campo argentino se verifican hoy las tendencias que adelantara el
economista belga Ernest Mandel (3) en el inicio de los ’70 y que caracterizara
como "industrialización agraria". Junto con las innovaciones tecnológicas en la
siembra, riego, cosecha y almacenaje se han impuesto criterios de eficiencia,
productividad, competitividad y rentabilidad propios de las grandes empresas.
Argentina es hoy el principal exportador de oleaginosas del mundo y junto con
Brasil el mayor núcleo productivo mundial en materia de granos y aceites.
Este gobierno, que no es lo mismo que los anteriores entre otras cosas porque es
resultado directo de la revuelta popular de diciembre 2001 y expresa los cambios
operados al interior del bloque de clases dominantes, está montado y a su vez es
impulsor de un ciclo expansivo de la economía que refleja tendencias mundiales
Hay elementos de ruptura con el pasado pero también muchos de continuidad. Por
otra es evidente que el modelo "neodesarrollista" que encarna la administración
kirchnerista emerge del propio seno del "neoliberalismo", y encuentra allí parte
de sus limitaciones.
Prueba de ello es la contradictoria situación de un gobierno que en la defensa
de las retenciones móviles embistió contra "… la sojisización del país", cuando
si se revisan los años pasados se verá que se apoyó en el modelo sojero y lo
potenció, desde la primera fase de su administración. Mas aún, en medio de las
negociaciones propuso crear una suerte de junta reguladora privada controlada
por… los pulpos cerealeros
Si alguna otra evidencia faltara para confirmar la existencia de vasos
comunicantes: ni gobierno ni ruralistas, pusieron en el banquillo a esas
cerealeras exportadoras que se llevan la parte del león del negocio granífero.
Tardíamente se ha reconocido que la legislación tiene grietas que les permiten a
las multinacionales eludir los aumentos en las retenciones, y la FAA se ha visto
obligada a salir al cruce de las exportadoras y los "pool" de siembra.
Hay que ser muy benevolente para pensar que se trata de un gobierno de reformas,
si las hay no se notan demasiado. Sólo pensar que cinco años son más que
suficientes para modificar la regresiva política tributaria vigente, que es la
principal traba para una redistribución eficaz de la riqueza.
El punto en cuestión
A poco que se mire por debajo de la superficie se verá que hay una
confrontación que va más allá de la coyuntura y se desenvuelve sordamente al
interior del bloque de las clases dominantes. Este bloque tiene la misma
composición que en los ’90, entre otras cosas porque no hay como en épocas
pasadas otra fracción burguesa que pugne por ingresar. No quiere esto decir que
no haya burgueses nacionales, los hay pero los grandes se han transnacionalizado
y los restantes no tienen entidad social ni política como para disputar la
orientación del proceso de acumulación de capitales.
Sin embargo hay un elemento de ruptura, es que el comando del bloque ya no lo
componen el capital financiero y las empresas de servicios públicos
privatizadas, sino que ahora lo es el capital productivo: agrario e industrial.
Son estos los grandes beneficiarios de la macrodevaluación del 2002 y quienes
han liderado el ciclo expansivo de la economía desde el segundo trimestre de ese
año.
Tras seis años de crecimiento el ciclo económico comienza a encontrar
limitaciones y condicionamientos –internos y externos- producto de que no se ha
hecho nada para resolver los desequilibrios estructurales históricos del
capitalismo argentino. La resultante no es novedosa: reaparece la debilidad
congénita del capital industrial –que no puede desenvolverse si no es al amparo
de subsidios estatales- y retorna la renta agraria, con peso social y político.
En este marco lo que se está discutiendo es si la orientación futura de la
acumulación y reproducción de capitales estará a cargo de una alianza
industrial/agraria –sostenida en el mercado interno- o bien una alianza
agroindustrial/financiera –que prioriza el modelo exportador-. La reciente
solicitada de industriales, banqueros y comerciantes llamando al "diálogo", así
como la convocatoria de la dirigencia rural al acto de Rosario –que tuvo un
marco multitudinario-, son muestras de como las diversas fracciones del capital,
aún cuando están muchos más interpenetradas que en el pasado, comienzan a marcar
la cancha.
Se trata de una disputa intercapitalista, pero cuando se la analiza en detalle
se comprende que no da lo mismo quien se imponga, no vale aquí neutralidad
alguna escudada es que se trata de "una lucha interburguesa"; claro que esto no
habilita su contrapartida: el seguidismo a la dirigencia rural detrás del "apoyo
a los pequeños productores" que defienden sus intereses pero juegan como masa de
maniobra de la SR y CRA.
La forma en que se resuelva esta disputa, o que fracción/es del capital
finalmente prime sobre las otras, no alterará sustancialmente el modelo en
curso, pero es necesario comprender que las clases populares, particularmente
los trabajadores, no pueden permanecer indiferentes en la defensa de las
retenciones y la intervención estatal en la economía.
Los tiempos por venir serán sin duda testigos de nuevas confrontaciones. La
crisis interburguesa abre así un resquicio para el debate y la intervención
política. Una intervención que no puede quedarse en el marco reivindicativo
inmediato de los trabajadores y las clases subalternas, por el contrario se
trata de elaborar una propuesta que partiendo de esas reivindicaciones y una
defensa irrestricta de las libertades democráticas contenga transformaciones
profundas que abran una perspectiva decididamente anticapitalista.
29.05.08
*Integrante del colectivo EDI-Economistas de Izquierda
(1)Cuatro son las organizaciones del sector agrícola-ganadero. La Sociedad
Rural (SR) agrupa a los más grandes productores, más de 10.000, y agrupa a
los más rancio y conservador, en el imaginario es la representación de la vieja
oligarquía vacuna. Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) agrupa a lo
más selecto de los productores medianos de las zonas más fértiles del país, unos
100.000. CONINAGRO, es la entidad que agrupa a las cooperativas, por lo
general muy fuertes en la comercialización, y que incluye a cooperativas muy
grandes. Federación Agraria Argentina (FAA) originada en la primera
huelga agraria de 1912, agrupa a los pequeños y medianos p`roductores , unos
100.000.
(2)Dos recientes ilustraciones de ese extraordinario dibujante que es Hermegildo
Sábat dan cuenta de estas dos situaciones: en una se muestra a la Presidenta
sentada en un desproporcionado sillón presidencial, como indicando que el
llamado sillón de Rivadavia le queda grande. En otra muestra al ex presidente
Kirchner haciendo jueguito con el futbolista Oriol, el guardameta del Club San
Lorenzo que por lucirse haciendo jueguito en su área facilitó un gol inesperado
del equipo contrario. Menos sutilmente el escritor menemista Asís graficó la
situación: "el gobierno chocó la calesita"
(3) Ernest Mandel, "El capitalismo tardío" (1972) capítulo XII, primera edición
en castellano 1979, ediciones. ERA, México.