Argentina: La lucha continúa
|
¿Por qué bienes comunes?
Las riquezas que habitan en la tierra no son recursos naturales sino bienes comunesJavier Rodríguez Pardo
Nadie tiene el derecho a recurrir a un recurso natural, apropiándoselo, enajenándolo.
El derecho a recurrir a un recurso natural termina en el mismo instante en que ese recurso es también de otro, de otros. De manera que las riquezas que admiramos de la tierra y que denunciamos como propias en una acción extractiva, no son recursos naturales sino bienes comunes, que pertenecen a los comunes. Bienes y comunes componen un único ecosistema que se verá alterado al recurrir a él de manera posesiva, esgrimiendo una propiedad falsa, arrebatando del sitio a partes o a un todo que desequilibrarán el medio, el que seguramente se verá dañado o irreparablemente modificado, mutado. No aceptamos recurrir al recurso.
¿Quién admite que al recurrir al recurso no se vulneran dominios ajenos? ¿Y
de quien o quienes es entonces el recurso? ¿No será de los comunes?
Si creemos que los recursos naturales son elementos que constituyen la riqueza o
la potencia de una nación, qué mejor que la definición de ésta última, tal como
proviene del latín "natio": "sociedad natural de hombres a los que la
unidad de territorio, de origen, de historia, de lengua y de cultura, inclina a
la comunidad de vida y crea la conciencia de un destino común." Sus recursos
pertenecen a ese destino común, a ellos y a las generaciones futuras.
El concepto de propiedad privada del recurso natural nació con imposición feudal
e imperial y continúa disfrazado de las mismas leyes coloniales. El subsuelo de
las colonias de ultramar pertenecía al monarca y sólo la superficie se le cedía
al aventurero conquistador o adelantado. Eran del monarca el oro, la plata, el
cobre y todos los minerales que esconde el suelo conquistado, derechos que
ejercían tanto la corona británica como la española y con iguales disposiciones.
¿Qué cambió?
Nada cambió. Ese mismo objeto del deseo, el subsuelo, se convierte en propiedad
privada de quien manifiesta o denuncia la existencia de "pertenencias"
extractivas y sólo requiere la ratificación de la autoridad política a modo de
registro, control o tributo. En nombre del estado cedemos la potestad de los
bienes comunes y aquél que se arroga tal facultad no fue elegido por el pueblo
para esa función. No elegimos a nuestros gobernantes para que extranjericen
territorios, vendan provincias, derriben montañas, destruyan glaciares, desvíen
ríos, enajenen bosques nativos ancestrales y entreguen las altas cuencas
hídricas, ecosistemas que nutren a las poblaciones, que les dan vida, razón de
existencia y de futuro.
Los bienes comunes no se hallan en venta, no son negociables, precisamente porque son comunes, tampoco son públicos ni naturales por más que descansen en la naturaleza milenaria y estén al alcance depredador del público. El concepto de público (total es público), está virtualmente asociado a depredar y al uso del libre albedrío, no al concepto de pertenencia de todo un pueblo, acepción que debiera ser usada como válida. Entonces hablamos de bienes comunes, no de bienes públicos ni de bienes naturales. Se hallan en la naturaleza y por tanto se los quiere hacer aparecer como opuestos a los objetos artificiales creados por el hombre. Reemplazar la expresión recursos naturales por la de bienes naturales contempla el error de considerarlos propiedad, están ahí, disponibles: naturales por artificiales. Los bienes comunes, en definitiva, trascienden a los bienes particulares y los reconocemos integrados a ecosistemas, a su vez a bioregiones dentro de la gran esfera que nos involucra a todos; es en este sentido que no debo adueñarme del oxígeno del aire, por ejemplo, cuando estoy obligado a compartirlo. Incluso para los legistas, esta propiedad –mejor aún, lo que es propio- termina cuando irrumpo en la del prójimo, válido para el caso que nos preocupa.
Ante el avance de las invasiones mineras y de políticas que intentan
legitimar la rapiña extractiva, corregimos que las riquezas que habitan en la
tierra no son recursos naturales sino bienes comunes.
Javier Rodríguez Pardo, Movimiento Antinuclear del Chubut (MACH), Red Nacional
de Acción Ecologista (RENACE), Unión de Asambleas Ciudadanas (UAC)