Argentina: La lucha continúa
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Las ciencias y la lógica del mercado
Ruben Dri
Todo el mundo sabe que los sueldos que se pagan a los profesores son
insuficientes. Para remediar tal situación el neoliberalismo encontró la
solución: la categorización y los incentivos
Para el debate abierto sobre el conocimiento es fundamental preguntarse sobre
la situación del conocimiento, la investigación y la docencia en nuestra
universidad. Lo que en primer lugar salta a la vista es que la universidad en
general, y la Facultad de Ciencias Sociales que aquí nos interesa en particular,
aceptaron la lógica del mercado que como un huracán se impuso en nuestro país en
la década del ’90.
El deterioro académico, que es una percepción generalizada, no es más que su
consecuencia. Menester es, pues, que comencemos a realizar un análisis crítico
de semejante lógica, a fin de recuperar la facultad como espacio de creación
colectiva al servicio de la sociedad.
Todo el mundo sabe que los sueldos que se pagan a los profesores son
insuficientes. Para remediar tal situación el neoliberalismo encontró la
solución: la categorización y los incentivos.
La categorización
Una universidad –unidad en la diversidad– es la comunidad, el sujeto colectivo,
la producción colectiva de conocimiento, no en el sentido de supresión de las
individualidades, sino de afirmación de las mismas en el seno de la comunidad.
La comunidad no significa que todos hacen lo mismo o que todas las funciones son
exactamente iguales. Hay funciones diferentes, la de profesor titular, la de
asociado, la de adjunto, la de auxiliar, pero ello no implica tener profesores
de primera, profesores de segunda y profesores de tercera y profesores "parias".
Eso sólo acontece en una sociedad de castas.
Mediante los concursos se delinean las funciones en el marco de la comunidad. El
"genial" invento de la "categorización" rompe la comunidad, introduce la
jerarquización, la competencia, el individualismo, en una palabra la concepción
individualista y de guerra a muerte que es propia del neoliberalismo. Se lleva a
la práctica de esa manera uno de los principios fundamentales del
neoliberalismo, la desigualdad. Esta, efectivamente, para dicha filosofía no
sólo es un valor positivo, sino el valor positivo por excelencia, pues incita a
la competencia, motor de todo progreso.
¿Cómo se categoriza? Mediante la asignación de puntajes a determinadas
actividades que se supone realizan los docentes. Ahora bien, la categorización
hace referencia directa a la investigación, teniendo en cuenta también la
docencia, pero ésta, de manera subordinada. Los docentes universitarios
aparecemos así categorizados como "investigadores de primera", "de segunda", "de
tercera" y así en adelante. Puedes haber ganado el concurso que sea, eso quedó
atrás, lo importante ahora es que te sometas a la categorización.
De esa manera, el concurso queda desvalorizado. De hecho, es la clave para ser
designado como profesor regular, pero ello no significa que, por ejemplo, eres
apto para desarrollar un proyecto de investigación. Para eso deberás someterte a
un tribunal que juzgará si posees tal aptitud. Ahora bien, ¿cuál es el criterio
por el cual, por ejemplo, los libros publicados no pueden pasar los 180 puntos?
¿Por qué la docencia en carreras de posgrado puede llegar a los 100 puntos?
El único criterio es el "decisionismo". No puede ser de otra manera cuando se
aplican las matemáticas, o sea, lo cuantitativo, a lo cualitativo. Es cierto que
esto se aplica al poner determinado puntaje para la aprobación de las materias.
La diferencia es que, en este caso, el puntaje está avalado por el conocimiento
–al menos eso se supone– que el profesor tiene en relación con el dominio que el
alumno posee de la materia. Es decir, lo cuantitativo en este caso es
simplemente una manera de significar la aprobación de la materia. En el caso de
la categorización el problema es diferente. Efectivamente, aquí no hay ninguna
aprobación cualitativa. Todo se reduce al más crudo cuantitativismo: asistencia
a los congresos, tantos puntos; artículos en revistas, tantos puntos; y así
adelante. Es una verdadera banalización del conocimiento.
El decisionismo que campea en la asignación de puntos a la investigación no
puede menos de asombrar al otorgar puntos de investigación a la "gestión" ¿Qué
tiene que ver la investigación con la gestión? Esta es una función de política
académica. A ella no se llega por méritos académicos, sino por elección. Es
bueno que quien ejerce una función política en la universidad posea méritos
académicos, pero no necesariamente ni siempre es así. La gestión es una función
necesaria que debe ser remunerada con criterios que tienen que ver con el
trabajo que implica, pero mezclar la gestión con la investigación, otorgar
puntajes de investigación por la gestión es mezclar el agua con el aceite.
Un profesor debe preocuparse por acumular puntaje. Para ello se lanza a acumular
títulos, maestrías y doctorados, asistir a congresos, presentar ponencias,
publicar artículos pero que sea con "referato", porque de esa manera tienen
mayor puntaje. El invento del referato trae al imaginario la escena de la
competencia futbolística.
Una cosa es un artículo publicado con referato y otra, el mismo artículo
publicado sin tan importante y trascendente aprobación. Con artículos con
referato uno puede llegar a reunir nada menos que 200 puntos. Esos mismos
artículos, sin agregar una coma, pero privados de referato sólo pueden arañar
unos 50 puntos. El referato le agrega un plus que no se sabe de dónde viene. Es
como la "gracia eficaz" de San Agustín, o las palabras mágicas que transforman
la realidad material en espiritual.
Los libros publicados por editorial con arbitraje o comité editorial pueden
reunir hasta 180 puntos. Pongamos por caso: la Fenomenología del espíritu, la
Ciencia de la lógica y la Enciclopedia de las ciencias filosóficas de Hegel no
llegarían a reunir esos puntos porque es evidente que no contaron con ningún
arbitraje. Con algunas publicaciones que contasen con la "gracia" del referato
se pueden reunir hasta 200 puntos y superar a los tres libros de Hegel.
Los incentivos
En diversas actividades el incentivo está prohibido. Se trata de una práctica
que va contra la ética. Ya que la práctica deportiva ha influido en la adopción
del referato, se podría haber adoptado también la práctica del deporte en la
cuestión del "incentivo". En ella tal práctica está prohibida y penada.
En la Universidad es práctica loable. Es necesario acumular puntaje, ser
categorizado en el nivel más alto posible, para entrar en los incentivos. Los
profesores universitarios para trabajar necesitan ser incentivados. Eso sí, se
paga en negro.
Suponer que para trabajar se necesita ser incentivado es directamente
humillante, pues ello significa que el trabajador es tan irresponsable como para
no realizar el trabajo que le corresponde. Si esto puede aplicarse a todo
trabajador, con más razón debe aplicarse a profesores universitarios, pues se
supone que éstos son "educadores". Es absurdo pretender serlo si no se es
plenamente responsable de su trabajo.
Los posgrados
La necesidad de acumular títulos para el puntaje con el que puedas acceder a la
categorización más alta y así puedas recibir un mayor incentivo lleva a la
multiplicidad de los cursos y títulos de posgrado. El grado ha quedado
"degradado", tan degradado que en algunos programas recibidos de las instancias
superiores directamente no figura, porque sólo habla de pregrado y posgrado.
Es ésta una grave deficiencia. El tronco de la formación universitaria, aquello
en lo que la comunidad universitaria debiera poner sus máximos esfuerzos es en
la formación de grado. Para esta instancia de la formación universitaria, la
Facultad debe contar con profesores debidamente concursados, con sueldos dignos.
Los profesores con dedicación exclusiva cada año informan sobre sus actividades,
tanto de la enseñanza como de la investigación, de modo que no necesitan otra
instancia para hacer lo mismo. Tampoco tienen necesidad de incentivo alguno,
porque el sueldo que reciben debe ser suficiente para una vida digna y un
trabajo eficiente.
Es un mérito de la Facultad de Ciencias Sociales el haber resistido eficazmente
a la tentativa de acortamiento de la carrera de grado. Sin embargo, la avalancha
de propuestas de posgrado la ha postergado.
"Informes sobre las investigaciones"
Antaño, cuando no gozábamos de los beneficios de las categorizaciones y los
incentivos, el informe que se debía rendir de las investigaciones realizadas era
eso, un informe. Ello significa que era necesario sintetizar el cuerpo de la
investigación mostrando sus avances, sus dificultades, el cumplimiento de los
objetivos, los cambios que el proceso de investigación ha obligado a realizar,
etc.
Ahora todo eso cambió. Veamos: "Breve descripción del proyecto (120 palabras)".
A continuación: "Describir las dificultades encontradas en la ejecución del
proyecto (120 palabras)". A tan difícil y severo informe le siguen las "palabras
claves". Eso es todo en cuanto informe del proyecto como tal. Claro que nada de
eso es importante. Lo importante viene ahora: Publicación de artículos,
presentación en congresos, simposios; realización de conferencias, en una
palabra, acumular puntaje.
De esta manera, lo cualitativo ha desaparecido, fagocitado por lo cuantitativo,
es decir, por el mercado. Hay que salir a vender el producto, saber presentarlo,
independientemente de su calidad. Es necesario saber llenar formularios, tarea
que se ha transformado en una de las principales actividades del docente
universitario que quiere "progresar".
* Profesor Emérito e investigador de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA).