A finales de diciembre pasado los medios argentinos informaron sobre la compra
de un paquete importante de acciones de YPF por parte del Grupo Petersen. Según
la interpretación que hicieron algunos diarios, el gobierno de Cristina
Fernández de Kirchner habría logrado 'un importante éxito al conseguir la
argentinización parcial de la mayor empresa de la Argentina, dueña de recursos
estratégicos como el petróleo y el gas'. Sin embargo, a la vista de los pocos
datos disponibles, podemos deducir que en realidad estamos ante una simple
operación financiera y de imagen de Repsol-YPF SA, a la que ha prestado
graciosamente su concurso el gobierno argentino.
La información corporativa suministrada en su momento por Repsol-YPF SA daba
cuenta del 'Memorando de entendimiento' firmado el 21 de diciembre de 2007 entre
Antonio Brufau, en representación de Repsol-YPF SA, y Enrique Eskenazi, por la
sociedad española Petersen Energía SA. Según las cláusulas 'vinculantes' del
memorando, la sociedad española Petersen Energía SA podía comprar, antes del 15
de febrero de 2008, el 14,9% de las acciones de la sociedad argentina YPF SA en
la cantidad de 2.235 millones de dólares.
En el referido acuerdo se pactaba que en los próximos cuatro años el Grupo
Petersen podía comprar, para cualquier sociedad del grupo, otro 10,1% adicional.
También se acordaba una operación pública de venta de acciones de otro 20% de
YPF SA. Llamaba la atención la cláusula vendor's loan (préstamo del vendedor)
según la cual Repsol-YPF le prestaba a Petersen Energía SA la cantidad de 1.015
millones de dólares para facilitar la operación de compraventa.
Consecuentemente, se fijaba la jurisdicción de los tribunales de Madrid para
dilucidar cualquier diferencia entre ambas sociedades españolas.
Según el comunicado distribuido por Repsol-YPF, se trataba 'de una operación
clave para el desarrollo del futuro Plan Estratégico de Repsol-YPF'. Después de
brindar información sobre los antecedentes empresariales del Grupo Petersen
('fundado en 1920'), se señalaba que de esta manera Repsol incorporaba 'un
aliado industrial argentino' para YPF, lo que le permitiría 'impulsar el
crecimiento orgánico, la diversificación de activos de Repsol-YPF y el
mejoramiento de su estructura financiera'.
El 'aliado industrial' de Repsol-YPF, si nos dejamos llevar por la información
del Registro Mercantil de Madrid, es una sociedad unipersonal cuya actividad es
'la inversión, gestión y administración de valores, títulos y acciones que
cotizan en bolsa', para lo que dispone de un frugal capital de 60.000 euros.
Obviamente se trata de una sociedad meramente instrumental, pero el problema es
que tampoco podemos conocer el perfil industrial ni la nacionalidad de su único
accionista, la sociedad 'Petersen Energía Pty. Ltda.', constituida, según
algunos indicios, en el paraíso fiscal de Panamá, un lugar desde el que no es
posible obtener información sobre las sociedades mercantiles que allí operan.
Ahora bien. Con independencia de la identidad final del comprador, lo que no se
debe perder de vista es que la anunciada operación de compraventa se refiere
sólo a una parte minoritaria de las acciones de la sociedad argentina YPF SA
controlada por la española Repsol-YPF SA. Como el propio comunicado corporativo
del 21 de diciembre aclara, con la venta de un 25% del paquete de acciones de
YPF SA a Petersen Energía SA 'Repsol-YPF seguirá siendo el accionista de control
de YPF'. Esta situación tampoco sufriría variación si las provincias de Chubut,
Santa Cruz, Salta o Mendoza acudieran -como anunciaron- a la compra del 20% de
las acciones que saldrán a la venta en la oferta pública de venta anunciada. Aun
en ese caso, la española Repsol-YPF SA seguiría detentando la propiedad del 55%
de las acciones de YPF SA.
La relación que existe entre Repsol-YPF SA e YPF SA es la propia que se da entre
una empresa multinacional y una filial local. Mientras una sociedad detente el
control de la otra, existe toda la gama de variantes que presiden una relación
de completa dependencia: la sociedad matriz puede establecer precios de
transferencia absolutamente arbitrarios e imputar gastos a la filial de la
magnitud que desee. En consecuencia, la filial tendrá pérdidas o beneficios en
su balance según lo decidan los gestores de la sociedad matriz. Desde esa
perspectiva, el peor negocio financiero que puede hacer una provincia es
'enterrar' dinero en una sociedad que nunca va a controlar. Equivale a hacer un
préstamo financiero a Repsol-YPF SA sin tener una garantía de rentabilidad.
¿Entonces Enrique Eskenazi es un ingenuo inversor dispuesto a enterrar 2.235
millones de dólares en una empresa que no controla? Claro que no, porque el
dinero en realidad lo ponen los bancos internacionales. Estamos ante una
operación de compraventa que enmascara un acuerdo financiero de préstamos
apalancados (leverage-out) a Repsol con un intermediario argentino. Al estar el
pacto entre Repsol- YPF y Petersen Energía Pty. Ltda. oculto bajo el paraguas de
un paraíso fiscal será difícil conocer el contenido de las cláusulas de
salvaguardia. Pero el objetivo de Repsol-YPF SA es claro. Según su plan
estratégico, se trata de reducir el peso relativo de los activos argentinos en
su balance, consiguiendo liquidez para incrementar su presencia en otras áreas
(norte de Africa, Estados Unidos y otros países de la OCDE).
Desde que Repsol-YPF SA comprara, en 1999, la casi totalidad de las acciones de
YPF SA (posee el 99,06% de las acciones), en su información corporativa se
autoadjudica -casi obsesivamente- la condición de empresa 'hispano-argentina'.
Sin embargo, si acudimos a la información de la página web de Repsol-YPF SA, esa
pretensión carece de sustento. Comprobamos que en enero del 2008 la composición
del accionariado de la empresa era el siguiente: Sacyr-Vallehermoso (España),
20%; Caixa Cataluña (a través de Criteria y Repinves), 14,1%; Pemex (México),
4,9%; AXA (fondo internacional de inversión), 4,2%; Barclays, 3,2%; Mutua
Madrileña, 2%. El resto (51,5%) es 'free float', es decir, acciones en manos de
minoristas en diversas bolsas del mundo. La presencia de un 'socio local' le
permitirá ahora insistir en su obsesión al tiempo que -según los analistas
internacionales- 'va a mejorar las relaciones con el gobierno y los reguladores
argentinos'.
Lo cierto es que la venta del 25% de las acciones de YPF SA a un empresario
argentino -con independencia de que utilice con fines instrumentales sociedades
radicadas en paraísos fiscales- carece de toda relevancia económica y
estratégica para la Argentina. La sociedad española Repsol-YPF SA seguirá siendo
la dueña absoluta de los recursos estratégicos como el petróleo y el gas a
través del control que ejerce sobre YPF SA. Es probable que Repsol-YPF SA pueda
ahora redondear su operación de imagen corporativa y conseguir liquidez para su
expansión en otras áreas, pero lo calificado por algunos como 'argentinización
parcial' de YPF SA es sólo el sueño agitado de una noche de verano.