Argentina: La lucha contin�a
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El c�digo de faltas como herramienta para la detenci�n y la tortura en C�rdoba
Correpi
Cuando dict� sentencia contra la Argentina en el caso Bulacio, la Corte
Interamericana de DDHH tuvo por probado que en Argentina existe un sistema de
normas y de pr�cticas no normadas que permiten a las fuerzas de seguridad
detener personas arbitrariamente, y conden� al estado, como forma de reparar lo
ocurrido con Walter Bulacio, a eliminar ese sistema y adecuarse a los
"est�ndares internacionales" en materia de libertad individual, es decir, que
s�lo se pueda detener a alguien por orden judicial o en caso de delito
flagrante. El "sistema de normas y pr�cticas no normadas" cuya eliminaci�n
orden� la Corte IDH incluye la facultad de detener personas en averiguaci�n de
antecedentes o para identificar y los c�digos contravencionales y de faltas, que
desde la sentencia, que lleva casi cinco a�os incumplida, han sido endurecidos
en m�s de un distrito argentino.
Mauricio Maldonado (19), oriundo del barrio Yapey� de la capital cordobesa, fue
conducido el 2 de enero al ex centro clandestino de detenci�n durante la
dictadura, ahora denominado (todo sea para mejorar los nombres, cosa que
parezcan "instituciones democr�ticas") Unidad de Contenci�n del Aprehendido.
Durante su detenci�n fue golpeado con tal gravedad que el 6 de enero, luego de
permanecer en una celda de aislamiento donde fue visto por otros presos con un
ojo "en compota" y tirado en el suelo desmayado, Mauricio fue entregado a sus
padres con se�ales visibles de laceraciones, hematomas en la zona orbital y la
ropa con restos de sangre. Despu�s de permanecer en estado de inconciencia
durante seis d�as, falleci� el 12 de enero en el hospital San Roque.
El comisario Pedro L�pez, director de la UCA, declar� al diario digital
Sosperiodista que " El sujeto ingres� por merodeo y negativa de identificaci�n.
A la tarde, solicita ver al m�dico por una crisis hist�rica, nerviosa. Se lo
medica y el personal m�dico manifiesta que est� en condiciones de seguir
alojado. Al d�a siguiente, se lo lleva al neur�logo, que solicita la realizaci�n
de estudios complementarios, y como son an�lisis que no hacemos, se lo entrega a
sus padres ".
El poder ejecutivo provincial cordob�s, aliado del gobierno nacional, adem�s de
celebrar el negocio del tren bala con Cristina Fern�ndez, sali� en forma urgente
a mostrar que busca establecer " la verdad de lo sucedido " con la intervenci�n
del Tribunal de Conducta Policial, sin que existan imputados.
Como sucede en la cadena de impunidad del aparato represivo, la tortura seguida
de muerte se disimula con cuadros cl�nicos de enfermedades previas o
sorpresivas, y hasta con supuestas malas praxis m�dicas, todo avalado en los
dict�menes predispuestos y tendenciosos del cuerpo m�dico forense en las
autopsias. As� como seg�n los jueces de Lomas de Zamora, a Chaco Gonzalez, sus
torturadores "no le pegaron suficientes patadas en el piso como para provocarle
la muerte", sino que muri� por una enfermedad, a Mauricio Maldonado, al decir de
las versiones oficiales, lo habr�a matado una meningitis de antigua data y los
golpes en su cuerpo ser�an fruto de convulsiones por epilepsia...
Mientras tanto se multiplican las denuncias p�blicas de j�venes que concurren a
espect�culos populares o transitan por los boliches en la capital cordobesa y
son v�ctimas de razzias y detenciones con despliegue de decenas de m�viles
armados del CAP que esposan hasta a menores y los conducen sin posibilidad de
que ingresen sus padres a "pasar el fin de semana" a la ex c�rcel de encausados,
especialmente si no est�n en condiciones de "pagar" entre mil y dos mil pesos a
cambio de que no les labren el acta, en la jerga que "no les hagan firmar". Las
figuras contravencionales m�s utilizadas son el "merodeo" para los pibes de
barrios humildes y "ebriedad escandalosa" para aquellos de clase media cuyos
padres desesperados se presentan a contribuir con la caja policial, todas
combinadas con "negativa a identificarse".
A quien no pague el arancel le espera un "centro de contenci�n de aprehendidos"
donde los contraventores, tal como relat� al diario Soyperiodista un joven que
pas� por all�, " duermen en el piso, hacinados en grupos de ocho o nueve en
celdas de tres por tres, sobre colchonetas finas y mugrientas o sin ellas, con
un pozo que hace de letrina para hacer sus necesidades a la vista de todos,
porque a los ba�os no se puede ingresar por el olor a excremento y orina; y con
chinches verdes ".
Lo que no cuentan las cr�nicas son los procedimientos que se desplegaron para
llegar a esas detenciones; no cuentan la violaci�n que se produce en lo m�s
importante del ser humano: su libertad y no cuentan que el objetivo se cumple:
el disciplinamiento social, la criminalizaci�n de los j�venes y la pobreza, el
delito penal de autor y, al fin, la represi�n dirigida al pueblo, necesaria en
un estado que se dice "democr�tico".
Fuente: lafogata.org