En Buenos Aires, Villa Soldati, debajo de la autopista 7, se encontraba Villa El
Cartón. La mañana del 8 de febrero de 2007, más de 460 familias veían cómo sus
casillas precarias, arrasadas por las llamas, se transformaban en montañas de
cenizas.
2300 personas que lo perdieron todo.
Las crónicas de los días posteriores al incendio mostraban al entonces locuaz
jefe del gobierno porteño, Jorge Telerman, lanzado en su campaña electoral,
alojando "provisoriamente" a las familias damnificadas en los fondos del Parque
Roca para darle "viviendas transitorias" y comprometiéndose ante la cámara que
se le pusiera enfrente a construir las viviendas definitivas en 180 días.
Las promesas electorales pasaron a engrosar la cuenta del abandono el día de la
elección.
Al mismo tiempo, la desdicha aparecía una y otra vez entre los evacuados.
Las carpas no estaban preparadas para soportar el viento de una tormenta.
Norma, una mamá de 20 años fue víctima de la desidia cuando corría abrazada a su
bebé escapando al temporal y no pudo esquivar una masa de hierros y lonas que la
tiró al piso. Uno de los pilotes de madera sobre los que se apoyaba la carpa le
pegó en la cabeza y terminó con su vida. La tormenta y la improvisación dejaron
como saldo 19 heridos entre los que se encontraba el bebé de Norma. Eran los
últimos días de ese febrero de 2007.
Más acá en el tiempo, en junio de este año, Javier, un bebé de cuatro meses,
sufrió un cuadro de asfixia. Los habitantes del centro de evacuados; sin sala de
primeros auxilios ni movilidad para trasladarlo a un hospital, vieron,
impotentes, cómo se escapaba la pequeña vida del chiquito. Son las muertes de la
precariedad, del "alojamiento transitorio", de las promesas de cartón.
Ni la gestión Telerman ni la de Macri acusan recibo de semejante orfandad.
Las llamas de aquel 8 de febrero de 2007, todavía siguen ardiendo en el alma de
los evacuados de Villa El cartón. Algunos se fueron cansados de esperar, otros
llegan.
El campamento provisorio de Parque Roca lleva casi dos años y sigue creciendo.
Hoy viven 1.500 personas en un predio desértico.
Cincuenta familias llegaron desde el asentamiento que estaba junto a las vías de
la Estación Chacarita en julio de 2007. Este año, en febrero, llegaron más de 30
de la Villa 21 de Barracas y en los últimos meses se sumó el resto desde las
cercanas Fátima y Los Piletones de Soldati. La idea del gobierno porteño parece
ser amontonar a los pobres en un gran predio para que no molesten al resto de la
sociedad.
Todos recibieron la misma promesa: en seis meses tendrían sus casas definitivas.
El tiempo pasa y las condiciones de las viviendas de madera y los improvisados
servicios se deterioran, porque fueron pensados para pocos meses.
Lejos de todo, al lugar no llega el transporte público, no hay luz ni agua y las
raciones en los comedores La Misión y Las Gemelas no alcanzan hace tiempo.
El compromiso oficial fue crear un lugar limpio, seguro, con comedores
comunitarios y un centro de salud. La realidad señala que los médicos de la ONG
Propuesta Tatú, que van todos los jueves al predio, detectaron infecciones,
intoxicaciones y problemas cada vez más frecuentes en la piel.
Mientras tanto, los evacuados de Villa El Cartón, ante tanta promesa incumplida,
tanto manoseo y tanto desprecio por la vida... aprendieron a dibujar, sobre las
cenizas, el rostro brutal de la desidia.