ARGENTINA,
LALUCHA CONTINUA....
|
Argentina: ¿Está dispuesto el gobierno a tomar medidas de fondo?
Eduardo Lucita
La Arena
Como pocas veces en la economía mundial el ciclo alcista iniciado en 2003 tuvo
una sincronización tan fuerte, prácticamente ningún país quedó al margen. Esa
sincronización continúa ahora en la fase descendente.
Las tesis del desacople se desvanecieron antes de desplegarse en su totalidad,
nadie duda ya que región alguna o país pueda salir indemne de este tsunami
económico. Las condiciones de la crisis actual fueron largamente anunciadas pero
se manifestaron ampliamente recién a partir de mediados del 2007. Precisamente
es por ese tiempo que el ciclo expansivo de la economía argentina comenzó a
mostrar sus limitaciones. El proceso inflacionario iniciado en 2006 ya comenzaba
a socavar la capacidad de compra de los ingresos populares, mientras crecían los
subsidios a las empresas y el peso de los pagos de la deuda se hacía sentir.
No hay blindaje
El gobierno nacional parece que no percibió que la crisis se generalizaba, una y
otra vez repitió que la economía nacional estaba blindada, que el alto nivel de
reservas y los superávit comercial y financiero garantizaban ese blindaje.
Incluso aprovechando la debilidad relativa de la administración Bush la
presidenta en su paso por los EE.UU. les espetó que los que necesitaban un "plan
B" eran ellos, los del norte, afirmando así que Argentina estaba a buen
resguardo.
Pero la quiebra de Lehman Brothers aceleró la propagación de la crisis, los
precios de las materias primas se desbarrancaron y la recesión mundial tomó
formas concretas. Los organismos internacionales pronostican fuertes bajas, o
crecimiento nulo, para los países centrales. Entre nosotros las exportaciones se
debilitan, hay dudas sobre cual será el nivel futuro de los superávits gemelos y
no hay financiamiento a la vista.
Nuevamente en el exterior, ahora desde Libia, cuando la crisis ya hacía sentir
sus efectos por estos lares, CFK reconoció: "Es ingenuo creer que hay países que
no puedan ser tocados o alcanzados por coletazos de esta crisis sin
precedentes". Sinceramiento tardío pero sinceramiento al fin ante la evidencia
insoslayable que en el país las empresas habían comenzado ya el ajuste
preventivo: suspensiones, baja de personal contratado o temporario, adelanto de
vacaciones y tareas de mantenimiento, reducción de horas extras, despidos. Se
anticipan así a los malos tiempos por venir.
Impotencia estatal
Frente a la evidencia el gobierno ha tomado una serie de iniciativas de las que
este diario ha informado con precisión. El llamado Plan Anticrisis, no más que
una serie de medidas agrupadas en un proyecto sábana, va desde el blanqueo de
capitales más permisivo que se recuerde; moratoria impositiva y previsional;
reducción de costos laborales para nuevos empleos; condonación de deudas
impositivas a pequeñas empresas a cambio de blanquear personal, hasta nuevas
prebendas al sector petrolero para que inviertan y recuperen reservas e
incrementen la capacidad de refinación y aportes estatales para reducir el costo
financiero al sector automotriz.
El plan implica una fuerte transferencia de ingresos a favor de los empresarios
y una vez más beneficia a sectores cuyos balances muestran altas tasas de
ganancias. Es también un reconocimiento de la impotencia estatal frente a los
capitalistas. Impotencia que no es nueva pero que se agudiza con el paso del
tiempo. ¿Cuántos blanqueos y moratorias se han ensayado en las últimas décadas?
Cada ensayo es más permisivo que el anterior, y los resultados poco y nada se
notan. La reducción de costos laborales para crear empleo o legalizar trabajo en
negro ya se ha intentado. ¿Si nada de esto dio resultados en momentos de alza
del ciclo, porque ahora sí, cuando ingresamos de lleno en la fase descendente?
Soluciones precarias
Para el 2009 se proyectan tasas de crecimiento del PBI entre el dos y el cuatro
por ciento. No son despreciables si se las compara con las proyecciones en los
países centrales, pero son un aterrizaje duro si se toma como referencia el
crecimiento de los últimos años. La caída de la demanda, que ya se hace sentir,
se acentuará y el empleo, los salarios y la pobreza estarán en el centro de la
tormenta.
La CGT, atada por sus compromisos, sólo atinó a demandar que se dupliquen o
tripliquen las indemnizaciones, proyecto que inmediatamente archivó. Más
realista la CTA reclama prohibición de despidos por seis meses. El gobierno
recurre a negociaciones de buena voluntad con los empresarios y a los recursos
preventivos de crisis, como si hubieran demostrado alguna efectividad. Todos
actúan como si la "anormalidad" fuera a durar por unos meses. Sin embargo la
crisis, que todo indica no será breve, recién esta desembarcando y como sabemos
los paliativos son de corta duración.
Otra perspectiva
Sin embargo hay alternativas. El conflicto de los mecánicos santafesinos es un
caso testigo. La empresa (GM) intenta despedir a 156 contratados (el sindicato
dice que en realidad son 206 porque hay 50 accidentados) sobre un total de 2300
trabajadores. El Smata local no acepta despidos y contraoferta la disminución de
1 hora de la jornada para el total del plantel. Una reducción mayor a la que
propone la empresa y que garantiza la continuidad laboral para el conjunto del
plantel.
El gobierno nacional tiene la potestad suficiente como para declarar la
"emergencia laboral": prohibición de despidos y suspensiones por un año y
reducción de la jornada para repartir el trabajo existente entre todos, sin
alterar los salarios.
Las obras públicas anunciadas se concretan y se orientan a trabajos mano de obra
intensiva y a satisfacer necesidades básicas insatisfechas de la población
(viviendas, agua potable, efluentes cloacales) constituyen una propuesta más que
positiva.
Por otra parte hay margen para defender la producción local frente a la
avalancha importadora, elevando los aranceles para terceros países (extra
Mercosur) hasta el 35% admitido por la OMC, cuando el promedio actual es del
14%.
La fuga de divisas -un ejercicio permanente de las clases poseedoras- provoca
descapitalización y presiones sobre el tipo de cambio. Bloquear la salida de
capitales, imponer el control de cambios y del comercio exterior (lo hicieron
los conservadores en la crisis del '30) intervenir la banca y estatizar los
depósitos para orientar el crédito (lo hizo el primer peronismo) pueden ser la
base, con las medidas anteriores, de un programa de naturaleza diferente a lo
ensayado y proyectado hasta ahora.
Es otra perspectiva, otro camino para superar la crisis. La disyuntiva está en
si lo que se pretende es apenas limar los impactos más duros de la crisis o si
efectivamente hay decisión para enfrentarla, y reconocer en qué clases hay que
apoyarse. La crisis puede ser una oportunidad para torcer el rumbo
definitivamente.
Foto: La Presidenta Cristina Fernández de Kirchner observa una obra expuestas en
la Casa Rosada. / Autor: Presidencia de la Nación.
Eduardo Lucita es integrante de EDI (Economistas de Izquierda).