Argentina: La lucha continúa
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Fondos Privados de Pensión
La debacle de un modelo
Ezequiel Meler
Noticias del Sur
En estos días, el tema saliente del debate político argentino pasa por la
estatización de las AFJP, los fondos privados de pensión creados por la reforma
previsional de 1994. Dicha reforma, como se sabe, tuvo por fin instalar un
sistema de "capitalización" por el cual millones de "afiliados" –en verdad,
sujetos a una legislación de tipo compulsivo- pasaron a aportar a fondos de
inversión privada de tipo especulativo.
El sistema, un verdadero pilar de las reformas neoliberales de los años noventa,
ha fracasado en toda la línea de los objetivos propuestos a la sociedad. Ello se
debe, en parte, a lo supuestos de los cuales partía su misma implementación.
Señala Julio Sevares que "...El sistema se montó sobre supuestos falsos: suponía
un incremento futuro del empleo y de los aportes, cuando la desocupación venía
creciendo y en 1995 llegaba al 18%. Los aportes cayeron por menor empleo y
morosidad. El cambio de sistema le provocó al Estado un fuerte déficit fiscal
que fue cubierto con endeudamiento, porque por el sistema de convertibilidad del
BCRA no podía financiar al sector público. Es decir que la privatización fue un
elemento importante para la posterior crisis del modelo. Se suponía que el
sistema privado tenía que generar un mercado de capitales, pero la mitad de los
fondos se dedicaron a financiar al Estado. Esto implica otra distorsión de
proporciones: las AFJP reciben dinero, se quedan con una tercera parte en
concepto de comisión y pago de seguros que ofrecen compañías vinculadas, y la
mitad de lo que queda se lo prestan al Estado. En un sistema estatal, el Estado
recibiría todo el dinero de los aportantes sin tener que pagar un peso. La doble
renta de la intermediación se convirtió en uno de los grandes negocios
financieros de la época" [1]
A la magnitud de las distorsiones macroeconómicas podríamos sumar los magros
resultados en materia de ingresos jubilatorios, en un mercado de trabajo con
tasas de informalidad cercanas al 40 % y salarios reales bajos. De hecho, en los
últimos meses, el Estado ha debido socorrer continuamente al 41 % de los
aportantes del sistema privado, completando el monto de sus haberes para que
alcance el mínimo estipulado por la ley. [2]
Sin embargo, hay un aspecto esencial del debate que no ha sido atendido, y es el
que concierne a la evolución regional de estos fondos de inversión.
Efectivamente, la decisión del gobierno argentino se inserta, como sabemos, en
una profunda crisis financiera, que amenaza con trasladar su efecto destructor a
la economía real. En ese marco, según podemos leer en La Primera de Perú,
las llamadas AFP perdieron 16 mil millones de soles en lo que va del año.
[3] En México, entretanto, los fondos de pensión, conocidos como AFORE,
perdieron, sólo en lo que va del año, 50 mil millones de pesos
[4] . En Chile, pese a las declaraciones enfáticas del ministro de Hacienda,
Andrés Velasco, las AFP han perdido nada menos que 16 billones de pesos,
o un 25% del total acumulado por los aportes. [5]
No se trata, entonces, como sostienen de manera simplista algunos comunicadores
interesados, de una medida desesperada por parte de un gobierno inescrupuloso,
cercado por el déficit fiscal, sino de una salida realista frente a un hecho
incontrastable: el ciclo de reformas neoliberales ha fracasado, y la
intervención del Estado, virtuosa o no, es una necesidad ineludible.
[1] "Jubilaciones: proyecto con final abierto", en