Argentina: La lucha continúa
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ESMA, la memoria argentina
Ester Rams / Àlex Tisminetzky
laccent.cat
Argentina empieza a recuperar la memoria 32 años tras el golpe de estado. La
presión popular lleva nuevamente a algunos de los represores más importantes
ante de los tribunales por las desapariciones, tortura y muerte de militantes de
izquierdas, y algunos de los principales centros de detención ilegal se han
reconvertido en espacios abiertos a la sociedad de recuperación de la memoria.
Se calcula que aproximadamente 5.000 de los 30.000 detenidos desaparecidos
fueron recluidos a la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), centro en el cual
se organiza un museo de la memoria, y donde el grupo de trabajo que lo conforma
ha recibido a L’ACCENT.
En 1977 el general Videla, jefe de la Junta Militar, no lo podía decir más
claro: "No podí amos fusilar miles de personas, la sociedad argentina no lo
hubiera soportado. Hacía falta hacerlos desaparecer". Los diferentes cuerpos del
ejército argentino ejecutaron un plan para detener ilegalmente, torturar y
asesinar miles de militantes de izquierdas, para aniquilar las posibilidades de
cambio social y poder aplicar las recetas económicas del Fondo Monetario
Internacional (FMI). Uno de los cuerpos militares más destacados en la represión
fue la Marina, y su campo de concentración más grande fue precisamente la sede
de su escuela de instrucción, ESMA, hoy expropiada y cedida por el Ayuntamiento
para crear un espacio de la memoria.
ESMA
La Escuela de la Marina ocupa 17 hectáreas en una de las principales salidas de
Buenos Aires, constituída por 35 edificios, dónde se han formado generaciones de
aspirantes a militares de la Marina desde hace más de un siglo. Consta de
instalaciones para realizar prácticas de mecánica, comedores, dormitorios y todo
lo que un aspirante a militar podía necesitar, sin casi salir del recinto.
Al centr o de este complejo militar, el general Massera decidió el 1975 ubicar
el más grande de los campos de concentración de detenidos desaparecidos
políticos, insertándolo en las "prácticas" de los estudiantes, y en la vida
diaria de los oficiales. Se calcula que miles de militares, de todos los
estamentos, colocaron y participaron activamente en la maquinaria de la muerte
ideada por la Junta.
Hasta el día de hoy, un único funcionario castrense anunció que explicaría lo
que había visto a ESMA, el teniente coronel Paul Alberto Navone. Pero no pudo
decir nada, murió asesinado por un disparo en la nuca a principios de 2008.
Colaboración de todos los estamentos
Los ejemplos de la participación masiva de la práctica totalidad de los
estudiantes y militares de ESMA son aterrorizadores. Los militantes de
izquierdas estuvieron recluidos en las buhardillas, denominada "la capucha",
encima de las habitaciones de los oficiales, dónde llegaron a haber 200 personas
a la vez. Para traerlos a los interrogatorios los detenidos debían bajar,
esposados y con capuchas, por las escaleras que diariamente utilizaban los
oficiales para ir al comedor o a sus habitaciones. Los estudiantes aspirantes,
por su parte, realizaban los trabajos de vigilancia de los detenidos durante las
sesiones de tortura, y los centros de enseñanza de mecánica se utilizaban de
espacios de trabajo esclavo en imprentas para falsificar documentos para
operaciones de contrainsurgencia. Finalmente, las personas detenidas eran
introducidas al centro por la calle principal de la Escuela, y los gritos de los
torturados los oían incluso los vecinos más próximos. Miles de personas
conocieron de primera mano el secuestro y tortura de los militantes populares,
en una estrategia que los grupos de defensa de los derechos humanos han
calificado "de enseñar la represión para crear miedo, sin reconocerla a nivel
oficial".
Se calcula que hasta 5.000 militantes de izquierdas pasaron por ESMA, pero sólo
200 salieron con vida. La gran mayoría murieron en los tristemente famosos
"vuelos de la muerte", lanzados al Atlántico desde aviones. Los que no
sobrevivieron a las torturas eran quemados directamente en el campo de fútbol
del centro.
La maternidad de la Marina
En el organigrama perfectamente planificado de la represión de la Junta Militar,
ESMA también funcionó de centro de maternidad clandestino, dónde parieron muchas
detenidas -desaparecidas embarazadas-. Las mujeres eran apartadas en espacios
diferenciados, y al nacer sus hijos eran secuestrados y entregados
clandestinamente a militares y personas afines al régimen.
Las Abuelas de la plaza de Mayo calculan que fueron 500 los menores
secuestrados, de los que se han recuperado sólo 94. Los casos de recuperación de
las identidades y historia de estos niños aparecen con cuentagotas: el pasado 9
de septiembre se dio a conocer la verdadera identidad del último hijo de
desaparecidos nacido a ESMA, Federico Cagnola, secuestrado por la Marina el 1978
y que quedó en manos de un prefecto militar durante años.
Nuevos juicios a militares
La simple enumeración del listado de delitos de los dos nuevos militares
condenados a cadena perpetua pone en evidencia la magnitud de la represión en
Argentina. El tribunal ha considerado este pasado 29 de agosto culpables a los
represores Antonio Bussi y Luciano Menéndez de "privación ilegítima de libertad,
allanamiento de morada, torturas y maltratos reiterados, condiciones tortuosas
de detención, desaparición forzosa, homicidio cualificado, asociación ilícita y
genocidio". En su alegato final, Bussi declaró que su actuación fue "necesaria
para evitar la instauración de un régimen comunista satélite de Rusia, y en el
cual no podríamos pensar libremente", mientras que Menéndez gritó entre llantos
que "sólo había luchado contra la subversión marxista".
Con este nuevo y histórico juicio a la ciudad de Tucumán ya son más de una
docena los militares condenados por los delitos cometidos durante la dictadura,
entre los que destaca el "cura castrense asesino", Christian von Wernich,
también condenado a cadena perpetúa por su participación directa en los campos
de concentración.
Los grupos de defensa de los derechos humanos han denunciado que muchos de los
represores, a pesar de la gravedad de los delitos, están cumpliendo su condena
debido a su adelantada edad en arresto domiciliario, muchos d e ellos en lujosos
y exclusivos clubes privados.