Argentina: La lucha continúa
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Análisis del encuentro de La presidenta con la iglesia
"El Gobierno se debilita"
El sociólogo dijo que hay un cambio en la relación entre la Casa Rosada y
la Iglesia. Advirtió sobre el retroceso en cuestiones como educación
sexual y salud reproductiva.
Laura Vales
Para Fortunato Mallimaci, especialista en sociología de la religión, la relación
entre el Gobierno y la Iglesia ha entrado en otra etapa. Una que –se nota– no le
gusta. Porque el acercamiento, dice, está acompañado de una marcha atrás en las
iniciativas de educación sexual, salud reproductiva, separación de la Iglesia
del Estado; en general, del intento que venía haciendo el Gobierno de fijar
políticas sin aceptar las presiones del poder eclesial. Profesor de la
Universidad de Buenos Aires e investigador del Conicet, Mallimaci hace en esta
clave su lectura sobre la reunión de Cristina Kirchner con los obispos.
–¿Qué expresó el encuentro con Jorge Bergoglio?
–Tuvo una cosa importante: después de décadas de gobiernos militares y
democráticos, por primera vez el episcopado debió pedirle una audiencia al
Gobierno y el Gobierno, como era previsible, se la concedió. Es importante para
la consolidación de la democracia que el episcopado haya reconocido que es una
parte de la sociedad y no el todo de la Nación. El conflicto no era entre el
Gobierno y el episcopado, el conflicto era porque el episcopado no quería
pedirle la audiencia al Gobierno, especialmente después de su relación con
Kirchner en el 2003, y el Gobierno hacía muy bien en no concederla mientras no
la pidiera. El conflicto era sobre si respetar a un gobierno surgido por el voto
popular, sobre reconocer la legitimidad de la voluntad popular por encima de los
grupos de poder que se consideran por encima del resto.
–¿Por qué los obispos aceptaron finalmente pedir audiencia?
–Creo que por los cuestionamientos internos que empezaron a tener, que
amenazaban con corroer su propia autoridad.
–Ya hay un embajador argentino en el Vaticano, además. ¿Empezó otra etapa?
–La idea de recuperar espacios autónomos que el Gobierno había comenzado a
impulsar en el 2003, la de recuperar espacios con respecto al poder
institucional de la Iglesia católica, en este momento se ha debilitado. El
Gobierno iba a anular el obispado militar, por ejemplo, y no lo anuló. Iba a
avanzar en leyes de despenalización del aborto, lo que hoy está semicongelado.
Incluso, siguen vigentes varias leyes de la dictadura, como la de financiamiento
de los obispos católicos por parte del Estado, por eso hasta el día de hoy no se
ha aprobado la ley de libertad de cultos. Es decir, hubo una serie de cosas que
el Gobierno quiso, pero en las que no avanza. Prioriza una visión de "éste no es
el momento", "va a haber elecciones". Piensa que así se protege.
–¿Y no es así?
–En realidad, el Gobierno se debilita. Creo que comete un error si no se da
cuenta de que con estas propuestas de acercamiento aumenta la pérdida de
legitimidad de las instituciones políticas, dando mayor legitimidad a las
instituciones cívico-religiosas.
–Una idea instalada desde los medios es la de que esta reunión "le convenía
tanto a Cristina como a la Iglesia".
–Sí, porque hay un interés político-mediático en que se vea de esa manera. Pero
podríamos verlo de otra: la debilidad del episcopado hace que los obispos tengan
que ir a buscar legitimidad en el poder político de turno, y el poder político
de turno, también cuestionado por otros temas, cree que va a ganar legitimidad
con la presencia del episcopado, sin darse cuenta de que corroe su propia
credibilidad. Por presión de la Iglesia, en varias provincias y en la ciudad de
Buenos Aires las leyes de educación sexual han sido anuladas o no se aplican, lo
mismo pasa con las leyes de salud reproductiva y con otros proyectos para
ampliar los derechos de ciudadanía y con la ampliación de la despenalización del
aborto. Hay grupos políticos y religiosos que se oponen a la creación de un
ingreso ciudadano universal. No estamos frente a un problema de creencias
religiosas, porque la mayor parte de los creyentes, católicos, cristianos,
judíos e islámicos, están ampliamente de acuerdo con ampliar los derechos de
ciudadanía; lo que sucede es que se priorizan acuerdos políticos religiosos para
mantener espacios de poder.
–¿Y en qué se basa el poder de la Iglesia en la Argentina 2008?
–En varias cosas, una es la enorme influencia que tiene en la educación privada.
Gran parte de la educación privada es educación católica y gran parte de la
educación católica está financiada al ciento por ciento por el Estado. Otro
elemento es el reconocimiento que el Estado le hace a la Iglesia a la hora de
implementar políticas sociales: la organización por excelencia de la Iglesia
católica, Cáritas, es llamada para ejecutar e implementar, fiscalizar y
controlar las políticas sociales, haciendo que el Estado pierda credibilidad y
peso. La Iglesia tiene además un poder simbólico e identitario no cuestionado,
hace pasar la idea de que ser católico es igual a ser argentino.