El gobierno nacional suele ufanarse de cinco años continuos de crecimiento a
tasas asiáticas.
Las administraciones de Néstor y Cristina Kirchner remarcan esas cifras que
dibujan un presente de empleo, descenso de la desocupación, recuperación de la
obra pública, permanente aumento de la actividad económica y hasta distribución
de la riqueza.
Sin embargo la realidad social, hija directa de la prepotencia del privilegio
acumulado en unos pocos, muestra un viaje marcha atrás.
Es el pasado que vuelve, diría un melancólico tanguero.
Los números de la pobreza acercan los tiempos. No se trata de un viaje de
ciencia ficción sino el efecto de una matriz que permanece intacta.
Las investigaciones económicas acaban de revelar que en la Argentina de 2008 hay
tantos empobrecidos como en 2001, el año del estallido.
Y no se trata de una maldición bíblica de siete años de desventuras, tal como
aparecía en los sueños del faraón interpretados por Moisés. Porque en estos
siete años los guarismos oficiales no dejaron de sonreír geografías de
recuperación y plenitud.
Pero si no hay cambios estructurales, el sistema repite a los mismos que siempre
interpretan a los cargadores del costo de una sociedad hecha a imagen y
semejanza de los que son pocos.
"En 2008 aparece una combinación de aumento de la canasta básica y de
disminución de la tasa de crecimiento del empleo. En los últimos meses, el
aumento de la canasta básica se desaceleró, con lo cual hay una menor incidencia
de ese factor. Ahora el movimiento de la pobreza va a estar muy asociado a lo
que pase con el empleo", explicó el especialista Ernesto Kritz, director de SEL
Consultores. Para el investigador, en el primer semestre de 2008, las personas
empobrecidas suman 11,53 millones; mientras que en 2001, siete años antes, esa
cifra decía 11,8 millones.
Kritz, incluso, afirma que antes de finalizar el año el número quedará chico
porque "ya hay una caída importante de la demanda laboral, sobre todo por la vía
de las horas trabajadas, con reducción de horas extras, adelanto de vacaciones,
suspensiones y otras medidas similares".
El economista remarcó, en diálogo con los medios de comunicación, que "no hay
muchos antecedentes de semejante aumento de la pobreza en paralelo con el
crecimiento de la economía a tasas de 8 puntos o más".
Siete años después, entonces, la política kirchnerista repite el resultado del
neoliberalismo más exacerbado que sufrió el pueblo argentino.
A pesar de las insólitas tasas de crecimiento, a pesar del discurso
supuestamente progresista y con aires de nacionalismo económico, los
empobrecidos, los saqueados cada día son más en la Argentina del tercer milenio.
Siete años después la concentración de riquezas sigue siendo obscena en el país
que todavía canta en la letra de su himno la necesidad de ver, algún día, en el
trono de la vida cotidiana a la noble igualdad.
Siete años después, entonces, aquellos versos continúan siendo una quimera
todavía inalcanzable.