Argentina: La lucha continúa
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Roca, Runciman y De Vido
Oscar tafetán
APE
El tratado Roca-Runciman, firmado el 27 de abril de 1935 entre Julio Argentino
Roca Jr. y Sir Walter Runciman, marca el momento más "infame" de la Década
Infame.
Ante la amenaza de que la Argentina cayera (igual que cuando se pensaba que la
Tierra era un plato sostenido por cuatro elefantes parados sobre una tortuga) al
abismo que asomaba en los bordes del mundo civilizado, las élites gobernantes se
bajaron los pantalones (metafóricamente hablando) y dejaron que la diplomacia
inglesa obtuviera, sin disparar un solo tiro, el sometimiento económico del país
a los designios del capital extranjero.
De la cuota de 390 mil toneladas anuales de carnes que Inglaterra se comprometía
a comprar, como máximo un 15% podía ser de frigoríficos argentinos.
La Argentina, según aquel pacto infame que avaló el presidente Agustín P. Justo,
dispensaría a las empresas británicas "un tratamiento benévolo que tienda a
asegurar el mayor desarrollo económico del país y la debida y legítima
protección de los intereses ligados a tales empresas".
Se creó el Banco Central, pero éste no podía efectuar control de cambios sobre
las remesas de las empresas inglesas al exterior. Se creó la Corporación de
Transportes, pero eso significó que pronto la totalidad del transporte automotor
y ferroviario argentino quedaría en manos inglesas.
Y así, y así, hasta completar un rosario de iniquidades sobre el que abundaron
los historiadores revisionistas, de los '60 a esta parte.
Petróleo Plus: que siga el corso
En noviembre de 2008, por temor a que los elefantes petroleros -espantados por
el efecto jazz- corcovearan, se resbalaran de la tortuga e hicieran caer el
plato de la economía argentina al abismo, la Presidenta de la Nación, el
superministro Julio De Vido y un par de regalados gobernadores (así les dicen a
los que cobran regalías) se apuraron a firmar un paquete de decretos que reducen
impuestos y otorgan generosas exenciones a las empresas petroleras, a condición
de que "sostengan la inversión" y alejen el fantasma del desabastecimiento
energético. El paquete fue bautizado Petróleo Plus.
"El crédito fiscal -leemos en los diarios- que incluye devolución del IVA y
amortización anticipada del impuesto a las ganancias, estará destinado a quienes
demuestren mayor producción de crudo y garanticen un mayor incremento en la
reposición de las reservas".
El ministro De Vido calculó que gracias al estímulo fiscal se realizarán
inversiones directas por 8.570 millones de dólares.
Juan Allapán, titular del Sindicato de Petroleros Jerárquicos (sic) declaró a la
prensa que el programa Petróleo Plus "se traduce directamente en el desarrollo y
pleno empleo en la cuenca del Golfo San Jorge..."
Altos ejecutivos de Repsol-YPF -el mayor beneficiado por Petróleo Plus- enviaron
fervorosos saludos y mensajitos de texto (este agregado es nuestro) agradeciendo
el regalo de fin de año.
Sólo unas pocas voces, apagadas por el ruido de la comparsa oficial, se animaron
a decir que Petróleo Plus es una burla, que es una afrenta para todos los
argentinos, que significa perdonar a las concesionarias sus morosidades e
incumplimientos.
"En los territorios incluidos en el Plan -afirmó el especialista Gustavo
Callejas- no hay riesgos de exploración, como sí lo hay en el mar. Eso significa
que van a premiar a quienes no invirtieron en los últimos 17 años".
"En épocas de YPF -recordó Pino Solanas en una conferencia reciente- se
perforaban 100 pozos al año, y las privatizadas no pasaron nunca de 25 por año.
En consecuencia, lo que hicieron las petroleras es bombear y bombear para
llevarse recurso. Y las reservas bajaron de 30 años a seis o siete..."
Mensaje de Evita, carta de San Martín
Hay un texto maldito de Eva Perón, dictado en su lecho de muerte. Se titula Mi
mensaje y es un testamento y una arenga a los argentinos futuros. Son las
palabras de "esa mujer" que entró sin permiso al salón, y que se sentó sin
permiso al banquete, en representación de los excluidos.
"El arma de los imperialismos -escribió- es el hambre. Nosotros, los pueblos
sabemos lo que es morir de hambre. El talón de Aquiles del imperialismo son sus
intereses. Donde esos intereses del imperialismo se llamen 'petróleo' basta,
para vencerlos, con echar una piedra en cada pozo. Donde se llame cobre o
estaño, basta con que se rompan las máquinas que los extraen de la tierra o que
se crucen de brazos los trabajadores explotados... ¡No pueden vencernos! Basta
con que nos decidamos..."
Pero, claro, Evita era una exasperada. Una extremista. Era el subsuelo de la
patria sublevado, como decía Scalabrini.
San Martín, en cambio, nuestro general San Martín, era un moderado. "Compañeros
-escribió- la guerra se la tenemos que hacer como podamos: si no tenemos dinero;
carne y tabaco no nos tiene que faltar. Cuando se acaben los vestuarios, nos
vestiremos con la bayetilla que nos tejan nuestras mujeres y si no andaremos en
pelota como nuestros paisanos los indios. Seamos libres y lo demás no importa
nada...".
Políticamente incorrecto, San Martín. Políticamente incorrecta, Evita.
Nunca los hubieran invitado a la firma del Plan Petróleo Plus.