Argentina: La lucha continúa
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Denunciaron por colaboracionista de la dictadura a un
sindicalista
Las marcas de una delación
Gustavo Veiga
Página12
A Nelson Palacios, el secretario general del sindicato químico de Zárate y
Campana y líder de la CGT de esa zona, lo incriminan los vivos y los muertos.
Quienes lo enfrentaron desde la indefensión absoluta procuraron las pruebas, y
un gremialista aliado, acaso sabiéndose impune, aportó otras sin saberlo.
Acusado de colaboracionista de los militares durante la última dictadura, su
historia está jalonada por las delaciones que le atribuyen dos ex detenidos
desaparecidos y por un puñado de cartas fotocopiadas que explican su afinidad
política con el Comando Delta Area 400. Lidia Biscarte, una ex empleada de
maestranza del Puente Zárate-Brazo Largo, y Alberto Calvo, un ex trabajador
petroquímico, señalan sin titubeos su tenebroso pasado. Son apenas dos testigos,
entre otros, dispuestos a contar quién fue o qué hizo el dirigente gremial a
partir del 24 de marzo de 1976, o incluso antes. Por lo pronto, acaban de
denunciarlo en la voluminosa causa judicial de Campo de Mayo.
"Aunque yo no pertenecía a su gremio, estuve detenida con el señor Calvo y con
otros compañeros más a quienes no conocía. En las sesiones de tortura
individuales y colectivas, a Alberto lo interrogaban para que hablara. Le
decían: ‘Cantá, porque Palacios ya te entregó’", recuerda Biscarte, una mujer de
sesenta y pico que hasta el 2007 era la directora de Derechos Humanos del
municipio de Zárate. A su lado, el hombre calvo que se apellida Calvo le presta
mucha atención. La entrevista con PáginaI12 transcurre la misma tarde en que
viajaron desde su ciudad hasta los tribunales de San Martín para presentarse
como querellantes. Hace un tiempo, Palacios hizo lo mismo contra ellos, pero en
un juicio por calumnias e injurias que podría ventilarse en Campana si no
prosperara un pedido de suspensión de los demandados.
"Para un obrero, un sindicalista equivale en el puesto de trabajo a un padre de
familia. Se presume que lo ha elegido para que lo ayude, lo oriente... Por eso,
la delación de un gremialista es apenas un poco más chica que la que pueda
cometer un padre con su hijo. Uno se siente destruido en una situación como
ésa", comenta el ex trabajador de Petrosur, hoy Petrobras.
Biscarte y Calvo fueron detenidos por las Fuerzas Armadas el mismo día, el 27 de
marzo del ’76. Cada uno cuenta cómo le cambió la vida 72 horas después del golpe
de Estado. "A mí me sacaron de mi casa con el camisón puesto, la cabeza tapada y
quedaron solos mis dos chiquitos. El menor no tenía ni un año. Yo estaba con
licencia laboral, porque mi hijo había nacido enfermo y mi marido en ese momento
estaba trabajando. Siempre fui radical y no tenía noción de lo que esos tipos
querían. Buscaban a una ‘China’ de la zona, como me llaman a mí, que era la
encargada de la Regional", explica ella.
"Yo iba caminando por la calle, me pidieron los documentos y se los mostré. Me
dijeron: ‘Señor, usted está en nuestra lista’. ‘No hay ningún problema’, les
respondí. Me llevaron a la comisaría y no salí nunca más. Estuve tres días en la
seccional de Zárate y también en el barco Murature, amarrado frente al Arsenal
de Artillería de Marina, que fue un centro de torturas donde Lidia estuvo
detenida", agrega él.
Los dos se apuran a comentar que "durante la dictadura, el único gremio de la
zona que no fue intervenido fue el de Valiente (Pedro) y Palacios". El primero
era el secretario general de los químicos y petroquímicos de la región. En la
más vieja de las cartas fotocopiadas que circulan de mano en mano entre varios
ex detenidos desaparecidos (fechada el 19 de abril de 1976), Valiente, ya
fallecido, firmaba el tercer párrafo que involucra al actual dirigente de la
CGT.
"Nuestros compañeros Valle, Valiente, Palacios y Abdala, desde tiempo antes del
24 de marzo, estaban en contacto directo con el Ejército Argentino y fueron
interlocutores de las Fuerzas Armadas, estando de acuerdo con lo acontecido el
24 de marzo, para que en la Patria imperen el orden y la ley". El texto iba
dirigido al coronel Cigliotti, jefe del Area Delta 400, y sugiere en la última
línea a "los compañeros Valle, Palacios y Valiente, para que sirvan de enlace
con Ud."
Cuando en el año 2000 la publicación mensual La Posta, editada en Zárate
entrevistó a Palacios, el sindicalista calificó a los escritos así: "Esos son
todos panfletos, comunicados como se acostumbraba hacer en el momento. Nosotros
no tenemos ningún compromiso con nadie y nunca lo tuvimos". Del reportaje de una
página también se desprende el pensamiento político del líder gremial. "A
nosotros no nos molestaron para nada", dijo de los militares y luego se explayó
sobre el terrorismo de Estado: "Acá es probable que haya desaparecido gente
inocente. Acá te relacionaban con una situación, con algo que, a lo mejor, no te
la comías ni bebías. O estar en una reunión y no saber con quién estabas. Esto
ha sucedido, inocentes que han tenido que pagar las consecuencias. Yo no puedo
decir nada porque a mí nunca me molestaron para nada. Yo iba a trabajar en esa
época y a los delegados nunca nos molestaron".
En efecto, Palacios se ha mantenido al frente del sindicato desde la década del
‘70 (siempre fue el hombre fuerte, incluso sobre Valiente quien se jubiló en
1999) y además, conduce una federación nacional de gremios de la Industria
Química y Petroquímica creada el 3 de octubre del 2007 que se alineó con Hugo
Moyano cuando la CGT se partió en dos.
A Calvo, los sufrimientos padecidos y la incertidumbre sobre su propia vida
siempre le hicieron recordar con certeza un episodio ocurrido en 1973. Durante
una asamblea en la planta industrial de Petrosur, la comisión interna se
enfrentó con la conducción del gremio encabezada por Valiente. "Ya me la vas a
pagar, zurdito de mierda", dice Calvo que lo amenazó aquél. Este hombre obtuvo
la libertad el 24 de diciembre de 1977. Fue el primero en conseguirla de todos
los que estaban detenidos en jurisdicción del Area 400. En cambio, a Biscarte la
devolvieron a los suyos en enero de 1979, pero durante los años posteriores se
la siguió de cerca por su embrionaria militancia en los organismos de derechos
humanos. Viajaba con frecuencia a Buenos Aires y un policía no le perdía el
rastro desde el mismo momento en que traspasaba el umbral de su casa.
"Nuestra intención no es decir ‘Palacios es un tipo jodido porque nos metió
presos’. Nada que ver. Nos interesa que lo juzguen por partícipe necesario de la
desaparición de personas. Nada más", dice Calvo. Biscarte asiente con la cabeza
y cuatro palabras: "Ni más, ni menos".