Argentina: La lucha continúa
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La Argentina de los patrones no tiene nada más que ofrecer
Manolo Romano
Las perspectivas del país están íntimamente ligadas a la nueva situación
económica y política mundial que se abrió con la mas grave crisis capitalista
desde el crack de 1929. El derrumbe del sistema financiero amenaza trasladarse
de los bancos de inversión a los bancos que concentran los depósitos de millones
de ahorristas. La suba en la tasa de préstamo entre bancos (tasa Libor) que
saltó de 4,3 a 6,88%, el más alto en siete años, es un claro síntoma. En el 2001
argentino, ese fue el indicador de la insolvencia de los bancos que desencadenó
la corrida y el corralito de Cavallo.
Los llamados a la "tranquilidad" que hizo el ministro de Economía de Zapatero en
España y las declaraciones de Berlusconi diciendo a los italianos que "no
perderán un euro de sus depósitos", muestran el panorama. Los bonistas italianos
"defaulteados" en 2001 reclaman el pago de la Argentina en esta situación "pre-corralito"
de los depósitos bancarios en su propio país. En este marco, el pago al Club de
Paris y a los bonistas no sólo es un crimen, es una estupidez. La pretensión que
el Jefe de Gabinete Mazza dio en el Congreso para justificar el canje de la
deuda, "volver al mercado de capitales", es una quimera: ese mercado está en
caída libre.
Se desprende que la medida agraria no puede ser sostenida por mucho tiempo por
los ruralistas, como hicieron meses atrás cuando almacenaban la producciòn
apostando a la suba del precio internacional de los granos. Del lock out agrario
de "la gran oportunidad histórica de exportar los alimentos que necesita el
mundo", pasamos a este intento de los empresarios del campo de empezar a
cubrirse ante la crisis: o bajan retenciones o suben el dólar, es el programa
alternativo de esta nueva protesta patronal. Alfredo De Angeli planteó "las
retenciones a cero" y un aumento de un 25% del litro de leche que recibe el
productor. Con el mismo desparpajo que piden liberalización de precios y que no
se intervenga en sus ganancias, reclaman más subsidios y asistencia a las
"economías regionales", es decir, asociarse con el Estado para socializar las
pérdidas de rentabilidad de sus negocios. Los líderes del "campo" que meses
atrás proponían "un modelo de país" para millones, apenas amenaza una época de
"vacas flacas", muestran descaradamente sus intereses contrarios a los de la
mayoría nacional.
Para completar el cuadro crítico de las clases dominantes, los industriales que
vienen ensalzando la "alianza estratégica" con Brasil se encuentran ahora con
que su aliado es uno de los más golpeados por la crisis internacional por su
mayor dependencia del flujo de capital financiero y especulativo que alentó Lula
desde el gobierno. Ahora "el gobierno tiene que actuar preventivamente porque la
mitad de las exportaciones brasileñas, cerca de 100 billones de dólares,
dependen del financiamiento", informa el ministro de Industria y Comercio
Exterior de Brasil (O Estado de Sao Paulo). La fuga de capitales empujó una
devaluación del 20% del real, lo que afecta directamente sobre el intercambio
comercial con Argentina y la UIA reclama protección y medidas "antidumping"
contra el "aliado" brasilero.
No se arregla con un "bono de fin de año"
Hugo Moyano, luego de apoyar el pago al Club de Paris y el arreglo con los
fondos buitres, ha reclamado que "es hora de empezar a hablar del pago de la
deuda interna, de la deuda social". ¿Exigir la reapertura de las paritarias y un
aumento general de emergencia ? ¿reclamar el 82% móvil para los jubilados?
Apenas un "bono de fin de año" pide la CGT, mientras aceptaron mandar las
negociaciones salariales al freezer. Lo mismo puede decirse de la CTA: mientras
se desarrolla la crisis educativa y de la salud pública por las cada vez mayores
restricciones presupuestarias y los déficit fiscales de las provincias, los
dirigentes SUTEBA dan nuevas pruebas de adhesión al oficialismo levantando por
migajas la huelga docente en la Provincia de Buenos Aires. Ante la postración de
las cúpulas sindicales, se aplican aumentos de tarifas, transportes y peajes
contra el bolsillo popular. En la industria las grandes empresas alistan sus
gerencias, dan charlas para ablandar a los trabajadores ante la crisis que
viene, mientras al mismo tiempo se despide activistas como en el neumático y se
hostiga a los delegados de base y las comisiones internas combativas como en
Terrabusi.
Las patronales se preparan para hacer pagar el llamado "desaceleramiento" de la
economía, que significa que en las ramas de la industria más expuestas, como ya
vimos en Mafissa de La Plata y otras textiles, habrá despidos y hasta cierres.
Las suspensiones masivas anunciadas por General Motors de Santa Fe y en otras
automotrices, es apenas un adelanto de los casos que se multiplicarán bajo el
impacto de la recesión internacional. La crisis del 2001 dejó una enseñanza que
hoy vive en Cerámica Zanon de Neuquén de cómo enfrentar los cierres y despidos
masivos: la ocupación y puesta en funcionamiento de las empresas por sus propios
trabajadores. Zanon es un recuerdo del futuro. Para preparar ese futuro es que
impulsamos la campaña que proponemos en estas páginas, en defensa de la gestión
obrera de Zanon y reclamamos su expropiación definitiva y la de todas las
empresas recuperadas en la crisis anterior.
Se abre un período donde los costos de la crisis querrán ser descargados sobre
el movimiento de masas. La irracionalidad del capitalismo se está develando ante
millones en todo el mundo. La Argentina de los patrones no tiene nada más para
ofrecer. El desarrollo de la crisis hace cada vez más actual el rechazo a la
estafa de la deuda, y por el contrario destinar fondos para salud, educación,
vivienda y garantizar una jubilación al 82% móvil; nacionalizar las AFJP y la
banca para centralizar el ahorro nacional bajo control de los trabajadores.
Poner las enormes riquezas del campo al servicio del pueblo empezando por
expropiar a los 1000 terratenientes dueños de 35 millones de hectáreas y
establecer el monopolio del comercio exterior para garantizar alimentos baratos
para toda la población. Nacionalizar sin indemnización y bajo administración
directa de sus trabajadores los transportes, el petróleo, el gas, la minería, la
pesca y todos los recursos claves de la economía.
No se trata de seguir emparchando un sistema social en decadencia. Debemos
plantear con mayor energía que nunca la necesidad de una transformación
revolucionaria y socialista de la sociedad.