Argentina: La lucha continúa
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"solo es preciso abandonar los chamuyos progresistas y envolvedores y volver a las fuentes. Todos ustedes saben de lo que hablo…"
Jorge Eduardo Rulli
El lunes último, Lehman Brothers, uno de los mayores bancos de inversión del mundo, declaró su quiebra, mientras muchas otras instituciones se están hundiendo a pesar de las enormes sumas de dinero que el gobierno norteamericano, afectado por un súbito ataque de intervencionismo estatal, está colocando como salvataje financiero, tanto para evitar la debacle internacional de los mercados, como para llegar al traspaso de gobierno y entregar el mando a los demócratas de una manera medianamente decorosa. Cuando hasta los mayores defensores de los libres mercados reclaman ahora respaldos estatales y mejores normativas, el Gobierno norteamericano ha decidido en las últimas semanas, y en un gesto sin precedentes, nacionalizar a los mayores proveedores de créditos hipotecarios y a la mayor compañía de seguros del mundo. Pese a todos los esfuerzos, la caída de Bancos y grandes aseguradoras en los EEUU, ha desatado un terremoto difícil de controlar en plazas financieras, bolsas y en el ánimo de los mercados internacionales. El humor de los ejecutivos, financistas y tenedores de bonos, cayó rápidamente presa de la incertidumbre y sus máximos líderes parecen paralizados. Las bases financieras de una Sociedad globalizada que se apoya en los intercambios y en Corporaciones sin patria ni fronteras, se tambalean. El mundo huele el final de fiesta y el horizonte es de tormenta y de desastres futuros todavía mayores.
No obstante, ese terremoto de la globalización, algunos de nuestros dirigentes no parecen darse cuenta de lo que eso puede significar para nuestro país, o tal vez prefieran no asumir lo que está pasando y opten por continuar con sus fantasías neoliberales y desarrollistas. La jactancia de Lula y su seguridad de que la crisis internacional no afectará la fortaleza de la propia economía, es semejante a expresiones que pueden escucharse en nuestro país o que podrían escucharse, si acaso le pusiéramos palabras a los discursos políticos que aprovechan a burlarse de los que ayer nos daban lecciones y hoy están en bancarrota, o esos otros que evaden el problema internacional, como si acaso nuestro país no dependiera, absolutamente de las relaciones y del comercio internacional. En principio, más que usando conocimientos de economía que no son mi fuerte, sino aplicando el simple ejercicio del pensar, me digo que si las bancarrotas en cadena de los grandes bancos y aseguradoras prosigue, si los capitales financieros especuladores se alejan de los negocios inmobiliarios o del mercado de las commodities, es presumible que, tanto los precios de las mercancías como las transacciones globales podrían verse seriamente afectadas. También es probable, si acaso continuamos cavilando, que, la retracción de los mercados financieros, como consecuencia de las quiebras bancarias y de la inestabilidad, haga más medrosas las operaciones financieras y que, los capitales ahora ofrecidos de manera dispendiosa, desaparezcan o disminuyan. Continuemos razonando: ¿qué pasaría en medio de esta crisis, con una economía como la nuestra, una economía apoyada fundamentalmente en la exportación de materias primas como soja y petróleo crudo? ¿Qué pasaría con las inversiones que esperamos tales como la del tren bala, la implantación de jatropha en enormes extensiones u otras inversiones para fabricar agrocombustibles? ¿Qué pasaría con los sueños del ingeniero Cheppi en la Secretaría de agricultura, esos sueños de importar fertilizantes suficientes como para detener la terrible erosión de nuestros suelos, o acaso los de conseguir suficiente transferencia de tecnología como para desarrollar polos biotecnológicos con los que intentar una asociación con Monsanto en términos menos vergonzosos que los actuales, propios de un país bananero? ¿Alguno podría creer que tal como supone el gobierno, el futuro es solamente preocupante para Europa y los EEUU, o es sólo una expresión de deseos?
Lo más sorprendente es que el embarullamiento ideológico que llevan adelante ciertos intelectuales progresistas, entrampados en su propio laberinto, se ha tornado de tal envergadura, que los discursos generados continúan ahora desarrollándose por su propia dinámica, cada vez más distantes de la realidad a la que refieren. Ellos que no supieron jamás ver el desfondamiento de las instituciones en el 2002, que no supieron ver el clima destituyente que se instaló entonces en el país y que, en lo fundamental no se ha modificado, porque las catástrofes como aquella, son como una inundación que llega para quedarse, acusan al campo de amenazar con lo que en realidad ya existe. Hacen con lo del "clima destituyente" lo mismo que hicieron en su momento con el ALCA, nos predisponían a ver como amenaza lejana lo que en realidad ya se había instalado hacía años en el país, y que ellos no querían ver ni asumir. Insistíamos en aquel año 2002, en que el ALCA era la Soja, que el ALCA era la biotecnología, que el ALCA no era una amenaza en la Argentina, sino una extrema situación ya instalada de subordinación tecnológica y económica con la empresa Monsanto, pero no nos oían, o hacían como que no nos oían, y continuaban marchando y gritando contra el ALCA y a favor de los piqueteros, pero sin mencionar jamás a la Soja y a los transgénicos. Ahora hacen lo mismo, porque son los mismos. Tienen un rol que cumplir, tal como me dijo alguna vez el amigo Alberto Buela, y el rol es el de revolver las aguas con un palito para enturbiarlas y que no se vea la profundidad que tienen. Pretenden que nos quedemos debatiendo entre nosotros, si este gobierno es mejor o no que el anterior, si quedan tareas pendientes y cuáles serían, si aquel funcionario es digno o no de este gobierno, si debemos movilizarnos frente a las amenazas existentes y, en última instancia, escarmentados de tantos fracasos que interpretan como meras derrotas, lo que se proponen es defender el pajarito que tienen entre las manos, mientras les vuelan miles alrededor… Lo que tendríamos que hacer es dejar de revolver las aguas para poder ver, no tan solo la superficie de las cosas, sino ver, asimismo, los modelos de la dependencia global a los que estamos sometidos.
Se trata, por parte de estos embrollones, de que no podamos ver la realidad desnuda sino la de la Matrix, pero cambiar el mundo implica, en primer término, cambiarse uno y eso significa, entre otras cosas, dejar de tomar la pastillita que viene con la cajita feliz y su respectiva carta abierta. El Ministerio de Ciencia y Tecnología, el CONICET, la Secretaria de Agricultura, el INTA y el SENASA conforman un equipo, institucionalmente sicótico, que nos impone este diseño de país, un diseño responsable de cada divisa que entra a la Argentina, pero responsable también, de cada niño que duerme con el paco en los andenes, de cada fumigado que muere en una cama de hospital, de las cifras alucinantes y crecientes de discapacitados y de los incontables pueblos desaparecidos de la pampa argentina. Son esas instituciones las que diseñan un país de creciente dependencia a insumos fósiles y con un modelo agrícola destinado a satisfacer los mercados globales, en el universo de riesgo extremo que implican las nuevas Biociencias industriales en manos de las Corporaciones. Ese país, es un país inevitablemente prisionero de las empresas petroleras, de los grandes sojeros y de las mafias vinculadas a los puertos, a las carreteras y a los camioneros.
Ese país que se diseña y que se implementa desde las empresas y los funcionarios al servicio del interés transnacional, tiene una coherencia y una lógica interna que se deja de ver cuando desde la biblioteca de Alejandría, revolvemos las aguas con el palito. Tendrían que haber sabido que, las relaciones globales por las que optaron, entrañan, el crimen organizado en sus diversas formas, como parte del paquete que compraron, y que esos riesgos se agravan cuando aceptamos alegre y despreocupadamente los nuevos valores sin tomar medidas que protejan a la sociedad. Es lo que está pasando con los laboratorios. El tráfico de efedrina no es sino la puntita de un iceberg conformado por prolongadas políticas ministeriales vinculadas a los intereses de los grandes laboratorios. No es necesario hacer nombres, todos sabemos cuáles han sido los ministros colocados por las empresas en el área de la salud. ¿De qué podemos sorprendernos, cuando esos ex funcionarios que montaron las condiciones para el tráfico que ahora parece preocupar a la gran prensa, continúan siendo candidatos para cargos importantes? Es la dirigencia política la que puso una y otra vez al lobo a cuidar el gallinero, y eso en una sociedad crecientemente medicalizada, en que el modelo médico hegemónico que se respaldaba era el de la industria de la medicina y de los laboratorios. Lo mismo esta ocurriendo con el flagelo de la prostitución, que actualmente con impunidad y desparpajo se exhibe hasta con afiches, desde las paredes de las grandes ciudades, afiches que, como por artes mágicas, vemos todos menos la policía, los fiscales y los jueces. Hemos vuelto, con un tráfico consentido desde el Poder, a la época de oro de los cafishios. Como si retornara el imperio de la Zwi Migdal de principios de mil novecientos, la prostitución deviene en una industria aceitada cuyos beneficios se distribuyen escalonadamente en una pirámide cuyo vértice tendría nombre y apellido. El próximo 23 de setiembre es el día internacional de la lucha contra la trata y en especial contra el tráfico de niños y de niñas. En la Argentina y en los países vecinos, millares de muchachas son reclutadas para servir a la trata industrial de mujeres, mientras que a la opinión pública llegan tan sólo por los medios, aquellos casos aislados en que algunas niñas son recuperadas por gendarmería o las hazañas de aquellas madres heroicas que no abandonan la búsqueda de sus hijas desaparecidas. La globalización en el país de los biotecnólogos, de los sojeros y de los camioneros, puede permitirse la anécdota de algunas liberaciones de muchachas, tanto como puede permitirse algo de agricultura orgánica .o que Grobocopatel debata en la Facultad de Filosofía, son eventos que aportan a legitimar el sistema global de las nuevas dependencias, sistema global en que el crimen organizado es una parte entrañable del modelo.
La crisis financiera mundial está en su punto crítico, porque los financistas acumularon enormes deudas y riesgos desmedidos y ahora se corre el riesgo de una recesión mundial que perjudique con sus impactos al resto del planeta. Esos financistas, buscaban con voracidad, una rentabilidad a corto plazo y creyeron que podían imponer sus propias reglas y continuar ganando fortunas indefinidamente, tal como lo hicieron durante los últimos años. Pero el juego se les vino abajo y ahora los mercados tiemblan y especulan con que seamos los pueblos quienes paguemos sus despropósitos globales. Tenemos que evitar que ello ocurra y lo primero es lograr tomar conciencia de que necesitamos una economía de resistencia frente a la crisis financiera, una economía que recupere el sentido común, que priorice nuestras necesidades de alimentos antes que las necesidades de los rodeos y de los automotores de Europa y de China, una economía que se apoye en desarrollos locales y que tenga en cuenta nuevamente nuestro mercado interior. No tenemos demasiado tiempo para tomar decisiones. Debemos detener a los dementes que nos conducen al abismo, esos que no hablan sino de fertilizantes y de insumos, de semillas o alimentos con tecnologías incorporadas, de transferencias del conocimiento y de aumento del crecimiento y de los índices de los productos brutos. Tenemos que hacer decrecer nuestra economía antes de que sea tarde. Ello implica suspender los proyectos faraónicos, tales como la hidrovía y el tren bala, significa modificar el modelo agro exportador, y en especial, significa ir generando producciones basadas en procesos y no en insumos. Tenemos que abandonar los planes de viviendas para pobres urbanos, esos planes de casas mezquinas que acompañan el clientelismo social, debemos en cambio repoblar el territorio con hogares, con hogares que sean mucho más que viviendas, que sean cobijo para las familias, no solo un techo, sino también, un hábitat donde cimentar las defensas necesarias para esta etapa en la que estamos, etapa en que tener seguridad alimentaria será cada vez una mayor necesidad.
A todos impactó el programa La Liga que mostró crudamente las consecuencias del modelo de monocultivos y de los paquetes de agrotóxicos que lo acompañan, a todos nos impresionaron las patéticas declaraciones de De Angelis, respecto a que los venenos se desactivaban al llegar al suelo y lo vimos caer en el ridículo frente a la periodista y a la cámara televisiva. Pero al día siguiente el ministro de Ciencia y Tecnología Barañao, salió en los medios a decir lo mismo, aunque con palabras más rebuscadas, como si al patear al chancho apareciera el dueño, diría el mismo De Angelis en su lenguaje chacarero sojero, y debido a los revolvedores y enturbiadores del agua, no reflexionamos en que el problema no es tan sólo del ignorante e irresponsable que asperja venenos sobre las poblaciones, sino en mucho mayor grado, del tecnólogo, presuntamente científico, o del dirigente político que, conscientemente, ejerce el mal a distancia decidiendo continuar con un modelo de dependencia global como el de la soja y el biocombustible. Señores, lo siento, pero se nos terminó el tiempo. No podemos seguir esperando… Tenemos que actuar ahora, no mañana…. Necesitamos con urgencia un Proyecto Nacional que implique desarrollos locales, que implique volver al ferrocarril, que implique una ciencia con sustentabilidad y no la mera reproducción de los sistemas de conocimientos patentados, necesitamos seguridad y Soberanía alimentaria para las poblaciones con ferias y mercados internos. Vamos mordisquitos, si ni siquiera tenemos nada que inventar, solo es preciso abandonar los chamuyos progresistas y envolvedores y volver a las fuentes. Todos ustedes saben de lo que hablo…