Argentina: La lucha continúa
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Bush y el "intervencionismo estatal": Los caprichosos descubrimientos de Cristina en medio del crack capitalista
Prensa de frente
Desbordante de entusiasmo "peronista", Cristina Kirchner jugó en estos días a
descubrir en George Bush a un tardío discípulo del General, y en el vergonzoso
proyecto del presidente norteamericano de salvataje del sistema financiero con
una inyección de 700 mil millones de dólares –a cuenta de los ciudadanos- un
ejercicio, por fin, de justicia del mundo liberal hacia los lineamientos de la
intervención estatal en la comunidad organizada según la doctrina justicialista.
Como si alguna vez, en Estados Unidos, en la Argentina o donde sea, lo del
"Estado ausente", o lo del "Estado bobo", hubiera sido cierto y el Estado no
actuara, siempre, según los intereses de la relación de fuerzas que expresa en
cada etapa
"Se nos dijo a los países de América del Sur que el mercado todo lo solucionaba,
que el Estado no era necesario, que el intervencionismo estatal era nostalgia.
Sin embargo, se produce la intervención estatal más formidable de la que se
tenga memoria, precisamente desde el lugar donde nos habían dicho que el Estado
no era necesario", enfatizó Cristina en su discurso, al referirse a la crisis
financiera internacional." Eso fue lo que dijo Cristina en su mensaje ante las
Naciones Unidas, para dejar inmediatamente en claro su acuerdo con la iniciativa
de Bush a quien sin embargo, con ese doble discurso tan caro al
"antiimperialismo" kirchnerista, parecía echarle un reto.
Para no ir demasiado lejos, sería interesante que Cristina explicara donde vio
la "ausencia" del Estado norteamericano –cuyos "gerentes" son siempre
multimillonarios ejecutivos de los más grandes grupos económicos,
preferentemente petroleros o del complejo industrial-militar- en los gigantescos
negocios repartidos entre el grupito de empresas que participa de la guerra en
Irak, empezando por Halliburton Co, la firma de la que es accionista y durante
muchos años principal ejecutivo el vicepresidente norteamericano Dick Cheney.
Una gigantesca intervención del Estado, en favor de los grupos económicos que
colocan a presidentes y funcionarios de todos los escalones de la
Administración. Como lo fue, en otra escala, la socialización de la deuda
externa privada que concretó el muy liberal Domingo Felipe Cavallo en 1982, como
titular del Banco Central. El mismo Cavallo con el que los Kirchner colaboraron
con entusiasmo para privatizar YPF, en los muy liberales años 90, en los que
también el Estado "intervino" para inventarle a los bancos el nuevo y
floreciente negocio del sistema privado de jubilación.
En rigor, Cristina sólo jugó a la sorpresa o al descubrimiento, en la iniciativa
de Bush, de la puesta en marcha de una lógica distinta de relación entre el
Estado y los sectores hegemónicos en esta etapa del capitalismo.
Lejos del Estado redistribuidor y árbitro, el bonapartismo del primer peronismo,
el modelo kirchnerista de gestión del Estado es también una fuente permanente de
legalización e institucionalización de negocios. A esos están destinados los más
de 30 mil millones de pesos de subsidios a grandes empresas dispuestos por el
gobierno en estos tiempos. A eso estuvo destinado el riguroso y acrítico respeto
a las partidas millonarias de compensación a los bancos por la pesificación del
2002 en los primeros presupuestos del gobierno de Néstor Kirchner, o sus
favorcitos legislativos como la "ley Techint" de 2005. A eso están destinadas
las "combativas" cancelaciones de los totales de las deudas fraudulentas,
pagadas varias veces antes, con el FMI y el Club de París.