Argentina: La lucha continúa
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Respuesta de los trabajadores a las condiciones de sobreexplotación y trabajo en negro para un millonario negocio de exportación de ajo
La terrible represión que sufrieron los obreros de la firma Campo Grande, uno
de los exportadores de ajo más grande de Mendoza, a fines de noviembre esconde
en el fondo la sobreexplotación y el trabajo en negro que a diario sufren los
obreros en este tipo de empresa que utilizan el mecanismo de toma de mano de
obra y pago de salarios por medio de cooperativas truchas que van cambiando su
razón social sin un debido control por parte del Estado partícipe y cómplice de
este tipo de maniobras. Después de este proceso de organización de los
trabajadores, que comenzó a principios de noviembre pero que desde hace mucho
tiempo vienen luchando por el blanqueo de su actividad, el conflicto continúa y
hasta el momento las corporaciones empresarias (llámese en este caso Campo
Grande o Cooperativa Colonia Barraquero) continúan con la explotación de los
obreros y persecución de delegados. Mientras tanto, Gobierno y sindicato hacen
la vista gorda de esta situación. Por Federico Aricó y Daniel Pérez
Federico Aricó y Daniel Pérez
A continuación se reproduce y se adjunta una entrevista realizada a tres
trabajadores de la firma Campo Grande, ubicada en la ruta 50, Rodeo del Medio,
que quedaron cesante por el sólo hecho de denunciar estas irregularidades y de
representar a sus compañeros en las negociaciones ante la patronal.
"Nosotros comenzamos con el primer paro el 7 y 8 de noviembre. El día 9 fuimos a
la Subsecretaría de Trabajo a denunciar a la cooperativa Colonia Barraquero.
Nosotros ya venimos con actas firmadas desde hacía un tiempo, se hicieron las
audiencias de conciliación, donde ellos (Campo Grande) se comprometieron a que
no iban a tomar represalias con la gente que iba a representar a los
trabajadores. Ante este conflicto, ellos salieron y dijeron: "busquen a ciertas
personas para que nosotros podamos conversar, para negociar, porque no podemos
hablar con todos". Esta es la famosa lista. Para nosotros todo esto fue una
trampa".
Estas son las palabras de Celeste e Hipólito, dos de los cuatrocientos obreros
de la firma empacadora de ajos Campo Grande, quienes realizaron un análisis de
los hechos sucedidos antes y después del 29 de noviembre, día recordado por los
trabajadores tras sufrir palos y gases por parte de la Policía de Mendoza que
respondió a la orden de la titular de la Segunda Fiscalía Correccional, Liliana
Giner.
Celeste, Antonia e Hipólito accedieron a esta entrevista sin dar sus apellidos
por motivos obvios. Adujeron que desde que se produjeron los hechos comenzaron a
circular móviles policiales por sus viviendas y sufrieron amenazas verbales por
el sólo hecho de organizarse. Estos trabajadores son parte de los 23 delegados
suspendidos por la patronal sin causa alguna.
Detrás de esta represión, se esconde las pésimas condiciones laborales que a
diario sufren los trabajadores, verdaderos productores del floreciente negocio
del comercio internacional del ajo en Mendoza. Por nombrar algunos datos, se
estima que 25 mil personas dependen del ajo en Mendoza, para este año se estima
que la producción del producto será de 135 mil toneladas de las cuales 70 mil
serán exportadas.
Desde hace un tiempo, los trabajadores de Campo Grande vienen gestionando el
blanqueo de su actividad sin ningún resultado. "Nosotros empezamos a
organizarnos porque estamos en una cooperativa que se llama Colonia Barraquero y
ellos de un día a otro nos dijeron que teníamos que cambiar de cooperativa. Le
quieren cambiar el nombre y que firmemos un contrato totalmente ilegal", contó
Celeste quien se refirió a que la firma en los últimos meses ha cambiado seis
veces de razón social.
"No sabemos quiénes son los dueños, uno de los gerentes se llama Pablo Meardi;
Campo Grande terceriza a través de la cooperativa. Nos hemos dado cuenta que la
otra cooperativa que nos han venido cambiando él también es el mismo gerente.
Hemos hecho todas las denuncias correspondiente y hasta ahora nada", agregó esta
joven obrera.
Los trabajadores de la firma no tienen horarios fijos. Por día trabajan entre 8
a 15 horas corridas, según la demanda, sin descanso cobrando $500
aproximadamente la quincena. Jubilación, vacaciones, obra social, aguinaldo y
feriados son derechos desconocidos por los trabajadores del sector.
El régimen laboral es deplorable por cada caja de 10 kg. de ajo que embalan les
pagan $2,29 (la empresa embolsa 18 dólares la caja en el mercado externo), de
los cuales la cooperativa les descuenta el 5% la quincena para "realizar", según
esgrimen los empresarios, los aportes patronales que nunca efectiviza. "Hay
compañeros que se están por jubilar que van a la AFIP a buscar sus aportes y se
encuentran que no están, no existen. Somos monotributistas y aparecemos todos
como deudores en la AFIP, encima de todo lo que nos ha pasado le debemos al
Estado. Nosotros nos preguntamos a dónde está la plata de nuestros aportes",
indicó indignada Celeste quien expresó que curiosamente la empresa invitó a los
trabajadores para que le realicen un juicio a la cooperativa Colonia Barraquero.
A raíz de estas artimañas entre la cooperativa y la empresa, los trabajadores
comenzaron a organizarse y realizaron el primer paro el 7 y 8 de noviembre de
este año. Fue, en palabras de los obreros, un paro pacífico donde se cortó el
ingreso de los camiones a la fábrica y la vía de acceso a la misma. En esos
días, los obreros convocaron al sindicato de Frutas y Hortalizas a cargo de
Lucio Quilpatay para que los asesoren legalmente. Posteriormente, el 9 de
noviembre, se realizó una presentación a la Subsecretaría de Trabajo denunciando
todas estas irregularidades. "Nosotros ya venimos con actas firmadas, se
hicieron las audiencias de conciliación, donde ellos se comprometieron a que no
iban a tomar represalias con la gente que iba a representar a los trabajadores".
En esos días la patronal les pidió a los trabajadores que eligieran a algunos
representantes para poder "negociar" esta situación porque debido a la cantidad
de empleados no se podía negociar con todos. Para los trabajadores esto fue una
trampa ya que la firma armó una lista con los 23 representantes de los
trabajadores que luego los dejó cesantes.
El jueves 29 de noviembre como todos los días, los trabajadores se presentaron
en la fábrica y se encontraron que la patronal, con lista en mano, no dejaba
ingresar a los delegados. "Como todos los días quisimos ingresar al galpón y nos
encontramos que a los delegados y familiares nuestros no nos dejaron ingresar.
Llegó mi hijo que fue uno de los primeros en ingresar y le preguntaron el nombre
y le dijeron "vos no entrés", después pasaron otras personas y ellos elegían
quién ingresaba y quién no", indicó Antonia, otra delegada de los trabajadores.
"La gente se solidarizó con nosotros y no quisieron entrar a la fábrica, se
quedó toda la gente apoyando, todos nos quedamos en el ingreso al galpón. Ese
día justo había carga y nos pusimos en los portones impidiendo el ingreso de los
camiones. Pedimos que nos den una solución y así poder ingresar a trabajar.
Adentro se encontraban pocas personas que habían ingresado más temprano, esto ya
lo había planeado la patronal un día antes. Entonces, al quedarnos afuera
hicimos paro y no dejamos ingresar a los camiones, luego de esto se desató la
represión", agregó Antonia.
"Nosotros es la primera vez que hacemos este tipo de acción, nunca lo habíamos
hecho antes, siempre hemos tratado de solucionar los conflictos dentro del
galpón. Ahora estamos unidos, somos más de 400 personas, nos sentimos más
unidos, más apoyados, ellos confían en nosotros y nosotros en ellos también, y
esperamos seguir luchando y no bajar los brazos. Con la paliza que nos dieron no
vamos a bajar más los brazos, al contrario, esto nos ha dado más fuerza de
seguir luchando. Nosotros lo que queremos es que blanqueen a todos, y nosotros
veremos después pero lo principal son las personas que están adentro
trabajando", explicaron al unísono Celeste, Antonia e Hipólito.