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La próxima víctima del cambio climático: El trigo
Bryan WalshEstamos acostumbrados a vigilar el precio del petróleo, pero hay un bien
perecedero, incluso más esencial, que también se está volviendo más escaso y más
caro desde hace pocos meses: Los comerciantes están pagando precios récords por
el trigo en los mercados mundiales, gracias en parte a la escasez causada por
una mezcla de sequía e inundaciones. Canadá, el segundo productor mundial
después de los EEUU parece que va a recolectar su cosecha más pequeña en cinco
años, debido a una inusual sequía en Julio, mientras que la producción de la
Unión Europea podría estar por debajo del 40% respecto al año pasado después de
que las lluvias torrenciales hayan seguido a la larga sequía. El crecimiento
global de demanda de los biocombustibles también reduce la producción de grano y
dispara los precios.
Como resultado de la reducción de la producción, las reservas globales de trigo
–que supone un quinto del consumo de comida mundial- se espera que caigan a su
nivel mas bajo en 26 años, según el departamento de agricultura de EEUU.
Suministros más escasos significan que los consumidores americanos pagarán unos
pocos céntimos más por todo, desde el pan, pasando por los pasteles, hasta las
hamburguesas ya que el abastecimiento de carne está atado a los precios del
grano. Y, si el mundo se calienta como se espera en las próximas décadas, la
cosecha terrible del 2007 sería solo el principio. Cuando las temperaturas
suben, muchos estudios predicen que la producción de los cultivos de trigo
declinará cuando las sequías extremas y las inundaciones que han dañado las
cosechas de trigo de este año se vuelvan comunes. Las áreas más fértiles
probablemente se encontrarán más al norte en respuesta al calor, abriendo la
posibilidad de la agricultura en territorios como Siberia que es demasiado fría
para cultivar convenientemente. Pero el mismo efecto podría convertir las
actuales regiones productoras de pan como el Medio Oeste americano en polvo.
"En países desarrollados significa que pagaremos más por el trigo y otras
cosechas," dice Matthew Reynolds, un fisiólogo del trigo en el Internacional
Maize and Wheat Improvement Center (CIMMYT) en México. "En países en desarrollo,
podría significar que se quedan sin él. Es un importante asunto de seguridad
alimentaria."
El calor es bueno para las plantas, esto es por lo que no obtenemos demasiado
maíz de Alaska. Pero más allá de una cierta temperatura -sobre los 30 grados
Celsius- calor extra recorta la producción de las cosechas, al interferir con la
fotosíntesis hasta que las plantas literalmente mueren de hambre. Los
científicos aún no pueden medir el efecto, en parte porque podría ser compensado
durante un tiempo por el dióxido de carbono extra que estaría presente en la
atmósfera. El CO2 es para las plantas lo que el oxígeno para los humanos, y en
condiciones iguales más CO2 debería acelerar el crecimiento de las plantas. Los
científicos creen que un incremento de un grado en la temperatura podría
realmente beneficiar a la agricultura. Pero si el planeta se caliente cerca de
tres grados –una posibilidad real antes del fin del siglo, según el reciente
informe del Panel Internacional sobre el Cambio Climático de la ONU- el balance
pasaría a ser negativo, especialmente en los trópicos. "El resultado neto es que
tendrías plantas que se desarrollan más rápido y no puede acumular masa," dice
David Lobell del Lawrence Livermore Nacional Laboratory.
Lobbel dice que el calentamiento global ha comenzado ya a quitar comida de la
mesa mundial. Según un reciente estudio que él y sus compañeros condujeron, el
incremento de temperatura que ocurrió entre 1981 y 2002 redujo las grandes
cosechas de cereal en un promedio anual de 40 millones de toneladas métricas-
perdidas por una valor de 5 mil millones de dólares al año. Estas perdidas son
equilibradas, pero nada comparado con lo que podría estar preparándose: Un
reciente estudio respaldado por el Consultative Gropu on Internacional
Agricultural Research predice un descenso del 51% en las tierras productoras de
trigo de la India, dejando potencialmente a cientos de millones hambrientos. Y,
la semana pasada, un alto responsable de la oficina meteorológica de China avisó
de que el calentamiento global podría recortar la recolección de grano de la
nación en un 5% en 2030. Y todo esto ocurrirá mientras ambos países suman más
bocas que alimentar.
Más importante incluso que la temperatura será el impacto del calentamiento
global sobre las lluvias, por mucha o por poca. Es difícil predecir como el
clima cambiará la secuencia natural de la lluvia, pero la intuición dice que las
zonas secas serán más secas y que las zonas húmedas serán más húmedas, y las
sequías y las inundaciones serán más comunes. Los efectos de una sequía
prolongada pueden ya verse en Australia, done el persistente tiempo seco
destrozó la cosechas de trigo del año pasado, y amenaza con hacer lo mismo este
año. Las inundaciones pueden destruir campos enteros en un solo día y después
pueden dejar el suelo erosionado y esquilmado, desertificando lo que una vez fue
tierra fértil. "La escasez de agua va a ser un asunto serio para las compañías
de alimentos," dice Bob Goldin, vicepresidente ejecutivo de la firma
investigadora en industria alimentaria Technomic. "Tendremos un impacto sobre la
agricultura en forma de costes mas altos y menor producción."
El consuelo es que el calentamiento hará que en latitudes septentrionales más
frías sea posible la agricultura. Pero las nuevas tierras de cultivo no
producirán como las antiguas, ya que los suelos más al norte en territorios como
Liberia o Labrador son débiles en nutrientes comparados con los ricos sedimentos
de la India tropical. La mejor esperanza podría en su lugar estar en producir
cadenas de cultivos resistentes al calor y a la sequía -grupos como CIMMYT ya
están trabajando en ello– y en afinar las técnicas agrónomas para conservar el
agua y el suelo. Pero, mientras que podría ser suficiente para preservar los
cultivos en un país rico como los EEUU, se está haciendo muy poco para preparar
a los países en desarrollo para los desafíos agrícolas del cambio climático.
"Son los países pobres los que más sufrirán," dice Reynolds. Demasiado si las
cosas no cambian.
Artículo original
http://www.time.com/time/world/article/0,8599,1656570,00.html