Nuestro Planeta
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Declaración del III Foro Nacional en Defensa del Maíz Nativo
Para pensar juntos cómo enfrentar y resistir las agresiones que hace muchos
años vivimos las comunidades indígenas, las organizaciones indígenas y
campesinas y organizaciones de la sociedad civil nos reunimos por tercera vez
(del 14 al 17 de mayo de 2007) en Cenami delegados, representantes, comuneros,
ejidatarios y miembros de organizaciones procedentes de Oaxaca, Chiapas,
Tabasco, Jalisco, Puebla, Estado de México, Veracruz, Chihuahua, Durango,
Zacatecas, Guerrero, el Distrito Federal, Perú y Brasil, en torno a la defensa
de nuestros maíces, territorios y comunidades.
Tenemos varios años de estar al pendiente de las amenazas que se ciernen sobre
nuestro maíz y nuestras comunidades. Primero acordaron la liberación del maíz y
frijol en el TLCAN, dejando a los campesinos mexicanos en el olvido, a expensas
de las grandes transnacionales de semillas y alimentos. Después hicimos los
análisis y los diagnósticos en nuestras milpas para confirmar la contaminación
del maíz transgénico a algunos de nuestros maíces nativos, que el gobierno se
empeñó en negar. Hemos visto también cómo desde las leyes como la Ley de
Bioseguridad y la Ley de Organismos Genéticamente Modificados, junto con otras
iniciativas en agua, bosques, minas y medio ambiente, buscan crear un marco
jurídico favorable a la agricultura comercial y a las nuevas tecnologías,
olvidándonos a los pequeños productores y a nuestras formas tradicionales de
hacer la milpa.
En estos días hemos visto que se viene un horizonte nuevo y más agresivo para
nuestros pueblos: quieren abrir el campo mexicano a la experimentación
transgénica porque así tendrían la posibilidad de introducir violentamente la
tecnología Terminator y los agrobiocombustibles. Con la tecnología Terminator
buscan sembrar la muerte, impidiendo que guardemos nuestras semillas y nos
volvamos a reproducir; quieren que cultivemos biocombustibles para alimentar a
las máquinas, aunque esto signifique que las comunidades dejemos de comer y
vivir del maíz.
Estamos preocupados en las comunidades porque cada vez es más difícil entender
las lunas, las aguas, los animales y el territorio como lo hacíamos antes con
nuestros saberes y conocimientos tradicionales. Vemos ahora que el cambio
climático lo han hecho discurso y excusa para justificar su ambición y para
amenazarnos nuevamente. Las transnacionales, apoyadas por el gobierno, dicen que
la única manera de solucionar el cambio climático y la crisis energética es
sembrar agrobiocombustibles y transgénicos en todo el mundo. Las industrias
energética, automotriz y agrícola, que son las culpables del calentamiento del
planeta, quieren ahora que cultivemos agrobiocombustibles para ellos tener más
ganancias a costa de nuestra alimentación, nuestra autonomía y de nuestras
historias y costumbres.
Todas estas amenazas forman parte de un modelo más grande, el neoliberalismo,
que sólo reconoce a los agroindustriales y cuyo objetivo es destruir la cultura
del maíz. Los pueblos vivimos esto como un atentado porque atacar al maíz
significa atacar a las comunidades. El maíz es la base de nuestra alimentación y
de nuestras tradiciones. Los campesinos e indígenas que cultivamos el maíz le
estorbamos al sistema, porque el que siembra comunitariamente consume lo que
cultiva, pero ellos quieren que no seamos autosuficientes en nuestra
alimentación, quieren que no sintamos el territorio y el maíz como sagrados.
Quieren que olvidemos que el maíz, el territorio y la comunidad son la vida de
los pueblos y que nos integremos a la cultura del dinero. Y si no lo hacemos,
pretenden desaparecernos como pueblos y como campesinos.
Nos damos cuenta que los gobiernos entienden el territorio como una tabla rasa,
sin diferencias, y buscan dos maneras de acabarlo: hacerlo producir por producir
o no tocarlo ni vivirlo. Para los gobiernos es más útil el territorio
deshabitado y por eso buscan que la gente salga de sus comunidades: porque así
pueden aplicar proyectos carreteros, turísticos, programas de mejoramiento de la
ganadería y de "semillas mejoradas" o transgénicas y proyectos productivos para
el mercado, no para los pueblos. Luego premian a los que se van fuera con
programas como el "Casa Digna al Jornalero" y engañan con miserias a los que
quedan, como el "Oportunidades". Enseñan a nuestros jóvenes en otros modos con
sus programas educativos para que ya no quieran vivir en las comunidades, en el
campo, para que ya no quieran sembrar y que rechacen su origen y sus costumbres;
no les enseñan a responder a las inquietudes de nuestras comunidades, con
nuestros conocimientos y tradiciones. A todo esto, le dicen desarrollo y
progreso, pero nosotros sólo vemos miseria, migración y muertes como resultado.
Estamos claros por nuestra reflexión y nuestra experiencia que con un poquito de
mazorcas resistimos y que la mejor manera de defender el maíz es sembrarlo.
Hemos decidido que la autosuficiencia, el tener maíz para comer las comunidades,
es más importante que el dinero, por lo que decimos nuestra palabra:
1. Reiteramos nuestro rechazo a la apertura a la experimentación transgénica,
así como a la tecnología Terminator.
2. Exigimos la salida total de los transgénicos de México y por lo tanto la
prohibición tajante de la tecnología Terminator en nuestro país.
3. Rechazamos enérgicamente los agrobiocombustibles en el campo mexicano por
muchas razones: porque no resuelven ni el cambio climático ni la crisis
energética; porque mantienen el mismo modelo que destruye la naturaleza; porque
sólo sirven para beneficio de unos pocos y son una estrategia para vender más
autos; porque convierten los cultivos en máquinas y a los campesinos en
trabajadores asalariados; porque no responsabilizan a los verdaderos culpables
del cambio climático; porque quieren impedir que sembremos para comer y así
hacernos dependientes y esclavos; porque buscan que en el campo nos hagamos de
ciudad y consumamos alimentos enlatados, despensas transgénicas y comida de
fuera que está contaminada.
4. Reivindicamos que la producción para el autoconsumo de nuestras familias y
nuestras comunidades es la mejor alternativa para la defensa de los pueblos y la
construcción de nuestra autonomía.
5. Pedimos respeto a nuestros tiempos de siembra, nuestras fiestas, nuestras
ceremonias y celebraciones y nuestras costumbres de cuidar y vivir con el maíz y
la naturaleza.
Hemos acordado que, al interior de nuestros pueblos, comunidades y
organizaciones, vamos a tomar las medidas de:
1. Fortalecer la producción del maíz sólo para autoconsumo, sin vender lo que
sobre porque no sabemos qué trato le van a dar los comerciantes. 2. Reforzar
nuestras asambleas comunitarias y ejidales, así como a nuestras autoridades y
cargos tradicionales para cuidar nuestros territorios.
3. Darles ánimos a los jóvenes para quedarse en las comunidades y ponerse al
servicio de las asambleas, en vez de esperar a que los ricos vengan a darles
trabajo o salgan a buscarlos en las ciudades.
4. Atender y cuidar al maíz para que esté en todas las ceremonias, en todas las
familias, en todas las comunidades.
5. Promover los intercambios de semillas entre familias y comunidades.
6. Recuperar técnicas y herramientas tradicionales y agroecológicas de nuestras
comunidades.
7. Dejar de usar fertilizantes, pesticidas y químicos que dañan la tierra.
8. No vender terrenos a gente de afuera y someter las ventas a acuerdos de
asambleas.
El maíz sigue siendo el centro de la vida, de la inteligencia y de la sabiduría.
Si seguimos haciendo nuestro cultivo como nosotros sabemos sin meternos en la
otra tecnología, la práctica de la agricultura tradicional va a seguir adelante
en la historia y nosotros seguiremos también adelante con la ayuda del maíz.
Mexico, DF, a 17 de mayo de 2007