Nuestro Planeta
|
Mozambique
Formas de resistencia a la deforestación ilegal
IEPALA
Una nueva coalición, llamada Amigos da Floresta, ha organizado una marcha en el
centro de Maputo, la capital, para este sábado. Se trata de la primera
manifestación pública en el país relativa al tema de la deforestación.
"Necesitamos que la sociedad civil se involucre", dice Daniel Ribeiro, miembro
de Justiça Ambiental, una ONG local. "De vez en cuando el tema sale en las
noticias y se habla de ello, pero no hay seguimiento constante por parte de los
medios de comunicación." Los organizadores esperan que unas 500 personas
participen en la marcha.
Los activistas locales dicen que el año pasado se ha hecho evidente que hay que
hacer algo con urgencia. El principal indicador fue un informe de amplia
difusión que documentaba importantes discrepancias entre las distintas
estadísticas oficiales sobre la deforestación en la provincia central de
Zambezia, y al mismo tiempo denunciaba la existencia de una "mafia de la madera"
que estaba llevando a cabo una explotación totalmente insostenible de este
recurso.
"Los compradores de madera procedentes de Asia, los empresarios locales y los
miembros del gobierno de Mozambique y sus servicios forestales colaboran para
sacar las preciosas maderas de estos bosques tropicales milenarios, semiáridos y
secos. Y esto se está haciendo con una velocidad que podría llevar al
agotamiento de este recurso en el tiempo de 5 o 10 años".
Esta es la proyección hecha por Catherine MacKenzie, una abogada ambientalista
afiliada a la Universidad de Cambridge, en el Reino Unido, en un informe
encargado por una coalición de ONGs de Zambezia, con el título provocador "Chinese
Takeaway" ("Pillaje chino"), en referencia al gran número de compradores
asiáticos que se llevan camiones cargados de madera a precios de saldo.
En dicienbre de 2006, los medios de comunicación informaron de que había 40
camiones de madera cortada ilegalmente en la ciudad portuaria de Quelimane, la
capital de Zambezia, y que esto era el signo de la difusión de la actividad
criminal de destrucción de los bosques. Un militante ecologista estimó que la
cantidad de madera de contrabando en esa ocasión correspondía al doble de la
cantidad anual de madera que la provincia permite cortar legalmente.
Las autoridades del gobierno se disputan las estimaciones, y la respuesta
oficial más común es que las cifras sobre la deforestación ilegal no están
actualizadas.
Para movilizar a la sociedad, los ecologistas han subrayado que la deforestación
ilegal no es sólo un tema ambiental, sino que tiene implicaciones económicas y
sociales. Las normas gubernamentales deberían garantizar que la mayoría de la
madera cortada localmente también fuera trabajada localmente, pero los
ecologistas dicen que estas normas son sistemáticamente denigradas y que la
madera en bruto va directamente a los barcos que esperan al largo de las costas.
El resultado es que las comunidades locales no se llevan nada: ni empleos en las
serrerías, ni empresas locales relacionadas con la madera y, puesto que este
fenómeno se da a través de canales ilegales, los habitantes tampoco se
benefician del dinero recaudado por los impuestos.
"Esto provoca una gestión y una explotación insostenible de los bosques, enormes
pérdidas en términos de valor agregado y ningún beneficio en término de
reducción de la pobreza", dijo Jan de Meer, que trabaja para una ONG que pone en
marcha cooperativas sostenibles en Zambezia. De Meer calcula que las comunidades
que tienen permisos para cortar madera, se llevan sólo un 1 por ciento, en vez
que el 20 por ciento prometido.
Los ecologistas dicen que estas comunidades también son explotadas en otras
maneras. Los que tienen permisos, por ejemplo, necesitan el consentimiento de la
comunidad para tener una licencia maderera y tienen que negociar con los líderes
comunitarios para obtenerla.
"Muchas veces las promesas quedan incumplidas", dijo Ribeiro, de Justiça
Ambiental. "Llegan a la comunidad, cortan los árboles y no vuelven nunca más.
Muchas veces hacen muy poco por la comunidad, como regalar ropa o limpiar
canchas de fútbol".
Cerca de 400 agentes, distribuidos en todo el país, controlan el tráfico de
madera, y esto no es suficiente, dice Mauricio Sulila, de Livaningo, una de las
más antiguas organizaciones ecologistas de Mozambique.
Ribeiro comentó que es muy barato corromper a un policía. El año pasado visitó
muchos puntos de control para la madera en los alrededores de Beira, donde todos
los días se ven camioneros pasar sin enseñar ningún permiso.
Sin embargo no es fácil organizar a las comunidades locales para presionar a las
autoridades del gobierno. La capital está lejos de Quelimane, así que uno de los
mayores obstáculos es la distancia de los centros del poder. De Meer dijo que
sus colegas están tratando de conseguir dos autobuses de los miembros de la
comunidad que vayan de Zambezia a Maputo para la manifestación del sábado.
"Ellos están interesados pero no tenemos el dinero, sabes?" dijo, "Hace falta
dinero para transportar la gente por una distancia de 2.000 Km".
Silula, de Livaningo, que recientemente ha empezado un programa para capacitar a
las ONGs en las regiones central y norteña del país, dijo: "El problema es que
la sociedad civil de las provincias [donde se realiza la deforestación] no es
fuerte como las ONGs en Maputo. Existen grupos aquí [Zambezia], pero son
débiles".