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Bolivia:
El agua y su guerra interminable
Franz Ch�vez
IPS
Cuando se habla en la boliviana Cochabamba de la "guerra del agua" de 2000,
escritores, investigadores y estudiantes se sumergen en el relato de una epopeya
que termin� con la expulsi�n de una empresa transnacional, pero seis a�os
despu�s la realidad obliga a poner los pies sobre la �rida tierra.
La capital del valle boliviano, 400 kil�metros al sureste de La Paz, es la
ciudad de los tanques elevados y las bombas de agua domiciliarias para succionar
el poco l�quido que se distribuye cinco d�as a la semana, con intervalos de dos
en los que suele circular s�lo aire por las ca�er�as, a tanta presi�n que es
capaz de quebrar las agujas de los medidores.
La arquitectura republicana, que contrasta con avanzados dise�os de edificios
creados para la banca y el comercio de una urbe habitada por unas 900.000
personas, guarda frescas las huellas de la peor batalla librada en sus calles,
cuando ard�an neum�ticos y se levantaban barricadas contra la empresa Aguas del
Tunari, propiedad de la estadounidense Bechtel, la italiana Edison y la espa�ola
Abengoa, con una m�nima participaci�n privada nacional.
Est� tambi�n muy cercana la imagen de Hugo Daza, un joven de 17 a�os que acab�
con la frente atravesada por la bala de un francotirador, �nica v�ctima de la
guerra del agua desatada en los primeros d�as de abril de 2000 y que estuvo a
punto de provocar el desplome del segundo gobierno de Hugo Banzer (1997-2001) al
que se responsabiliz� de seguir a ciegas la pol�tica privatizadora del Banco
Mundial.
La instituci�n multilateral impuls� en 1999 la entrega del Servicio Municipal de
Agua Potable y Alcantarillado (Semapa) de Cochabamba a International Water,
cuyos accionistas eran Bechtel y Edison, y Abengoa, que unidos a capitales
nacionales formaron Aguas del Tunari.
Un aumento de tarifas hasta de 200 por ciento fortaleci� la resistencia de
organizaciones agrupadas en la Coordinadora Departamental del Agua y la Vida,
convertida en instrumento social y pol�tico que, adem�s de echar a Aguas del
Tunari, se convirti� en s�mbolo de lucha contra el modelo econ�mico de ajuste
estructural y difundi� su ejemplo a otras ciudades de la regi�n, como Buenos
Aires, y el suburbio de El Alto, cerca de La Paz.
En abril de 2000, las autoridades rescindieron el contrato con Aguas del Tunari,
y la empresa recurri� a un arbitrio internacional. En enero de este a�o, las dos
partes llegaron a un entendimiento, sin pago de ning�n tipo de compensaciones.
El Estado boliviano admiti� que la rescisi�n se debi� solamente a la situaci�n
de efervescencia social y no a fallas en la prestaci�n del servicio.
Tras la forzada partida de Aguas del Tunari, retorn� el Semapa, pero debilitado,
sin recursos financieros y con pocas expectativas de convertirse en el modelo
demandado por los autonombrados "guerreros del agua".
"Semapa no responde a la demanda de agua, pese a haber incluido a directores
ciudadanos (del movimiento social). Cay� en manos de pol�ticos que
distorsionaron la guerra del agua", dijo a IPS uno de los fundadores de la
Coordinadora, el ingeniero en recursos h�dricos Gonzalo Maldonado, escritor de
un par de libros dedicados a la problem�tica.
Una residente del centro de la capital valluna, Amparo Valda, relat� a IPS que
debe acumular agua en previsi�n de los habituales cortes por lo menos dos d�as a
la semana, pero la dudosa calidad del l�quido la obligan a comprar agua
envasada, a un precio de dos d�lares y medio por litro, para beber y preparar
alimentos.
"Si bien no se lleg� a un resultado �ptimo con el proceso de movilizaci�n
social, la distribuci�n de agua mejor� bastante, pero falta el compromiso de los
ciudadanos por participar en la conducci�n de la empresa municipal", coment� a
IPS el tambi�n fundador de la Coordinadora y actual diputado nacional Gabriel
Herbas.
El analista independiente Vincent G�mez-Garc�a, explic� a IPS que la guerra del
agua agudiz� los problemas de ineficiencia y mala administraci�n del Semapa
debido a una fuerte politizaci�n.
A diferencia de lo que ocurre con la actual empresa, antes del conflicto de
abril de 2000 se hizo el intento de institucionalizar y calificar a su gerencia,
pero luego domin� el discurso pol�tico, y los grupos promotores de la guerra del
agua reclamaron espacios dentro de una l�gica de prebendas y de baj�simos
niveles de administraci�n, opin� G�mez-Garc�a.
Esta opini�n es compartida por Maldonado, quien ha detectado problemas profundos
en la empresa municipal, como la p�rdida de 50 por ciento del agua por una red
deficiente de distribuci�n, por robos y por el tratamiento privilegiado a
algunas personas con influencia pol�tica.
La contrataci�n hasta de 700 empleados en lugar de los 270 requeridos, pugnas
por la distribuci�n de empleos entre los directores ciudadanos y la falta de un
registro de instalaciones son otras dificultades identificadas por Maldonado,
quien sugiere efectuar inversiones inmediatas por unos 120 millones de d�lares
para resolver los problemas urgentes de captaci�n de agua y tendido de redes.
En la p�gina del Semapa, fundado en 1928, se admite que el "servicio no es
continuo y muestra un marcado racionamiento que se ha hecho costumbre de los
inicios del servicio de agua, producto de un clima semi�rido; constante
crecimiento de la poblaci�n e infraestructura insuficiente para la distribuci�n
de agua a los centros de consumo".
Quiz�s esta realidad de una empresa que deb�a convertirse en ejemplo de
administraci�n, haya sido la raz�n por la cual el l�der de la rebeli�n, el
obrero Oscar Olivera, rehuyera en dos oportunidades una entrevista y evitara
responder a un corto cuestionario de IPS.
Herbas rescata como logro de la gesta popular el escaso aumento de las tarifas,
lejos de los porcentajes que intent� aplicar Aguas del Tunari, pero se queja
porque la gente adopt� una actitud conformista y reticente a participar en las
decisiones de la empresa.
Desde un punto de vista diferente, Maldonado propone la creaci�n de una
Asociaci�n de Usuarios con actuaci�n de los 58.000 beneficiarios del servicio y
aportes en dinero para fortalecer una nueva empresa en base a la actual, de la
cual no estar�a excluido el sector privado como accionista.
Su propuesta tambi�n comprende la inclusi�n de las peque�as ciudades que rodean
a la capital cochabambina para evitar en el futuro enfrentamientos internos que
podr�an determinar el cierre de las fuentes de agua localizadas cerca de esas
poblaciones.
"La l�gica econ�mico-financiera es fr�a, y no hay otro camino para sustentar las
inversiones que mediante el incremento de las tarifas", expres� Gomez-Garc�a.
El aumento de cinco por ciento, aplicado en el mes de mayo, comprende a tarifas
domiciliarias que oscilan entre dos y 15,6 d�lares, de acuerdo a una categor�a
que castiga con mayor monto a zonas habitadas por ciudadanos con mejores
ingresos.
El reajuste fue aplicado en cumplimiento de acuerdos entre Semapa y el Banco
Interamericano de Desarrollo, que acept� prestar 11,5 millones de d�lares para
obras de ampliaci�n de las redes de suministro a barrios empobrecidos.
Pero la imagen difundida es y seguir� siendo la de la lucha de un pueblo alzado
contra el capitalismo global, de la cual se extraen m�todos que se difunden en
Internet, como la toma simb�lica de Cochabamba, la quema p�blica de facturas,
los graffitis en los muros, las marchas y la consulta popular.
Desde la sede del gobierno nacional se mira con atenci�n la suerte del Semapa,
porque el �ltimo d�a de este a�o, la corporaci�n francesa Suez, propietaria de
la empresa Aguas del Illimani que sirve a las ciudades de La Paz y El Alto,
deber� marcharse pues otra guerra h�drica, librada en enero de 2005, as� lo
determin�.
http://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=39289
Fuente: lafogata.org