Nuestro Planeta
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Biocarburantes: el árbol que no deja ver el bosque
Una primatóloga denuncia los nuevos riesgos de la deforestación
Sylvie Briet
Libération
Traducido para el PGS y Rebelión por Anahí Seri
Un informe de la FAO, publicado la semana pasada, señala que entre 1990 y
2005 el mundo perdió el 3 % de su cubierta vegetal. La situación sigue siendo
mala, de acuerdo con el organismo internacional que reconoce, no obstante,
ciertos esfuerzos de gestión por parte de países como China o la India. Pero
acaba de estallar un nuevo conflicto en Finlandia entre los ecologistas (entre
ellos Greenpeace) y las empresas forestales sobre la explotación de los antiguos
bosques de Laponia. Este desacuerdo muestra que pocas regiones están a salvo de
la deforestación. Es lo que revela en su libro (1) Emmanuelle Grundmann,
primatóloga y autora de una tesis sobre la rehabilitación y la reintroducción de
los orangutanes: analiza minuciosamente la historia de las deforestaciones, así
como las consecuencias.
¿Qué la ha llevado a usted a pasar del estudio de los grandes simios al
estudio de los bosques ?
Los grandes simios viven en unas selvas que están en retroceso. Un día, en
Borneo, después de haber participado en una liberación de orangutanes en la
naturaleza, partimos en helicóptero. Al principio, era una selva fantástica,
surcada luego por las enormes heridas de las pistas para descargar madera o
troncos. Después la selva primaria daba paso a inmensas extensiones monótonas de
palma de aceite.
Los orangutanes que se recuperan proceden del tráfico porque están perdiendo su
hábitat:
Se encuentran cerca de las carreteras y los pueblos, van a alimentarse a las
plantaciones y los capturan. Todo está relacionado. La destrucción de los
bosques es una amenaza para las poblaciones que viven allí y para la
biodiversidad. En Indonesia, la gente que trabaja en las plantaciones o en las
explotaciones forestales reciben sueldos de miseria, o les pagan con sacos de
arroz. Todo ello para que podamos tener en los hipermercados maderas exóticas
baratas, mesas de teca a bajo precio….
¿Dónde está más crítica la situación ?
Hace un siglo, los bosques cubrían del 12 % al 16 % de las tierras emergidas,
hoy es el 5 %. Todos los años desaparecen 7,3 millones de hectáreas, es decir,
la superficie de Panamá. El bosque peor gestionado, el que está en mayor
peligro, es el del sudeste asiático. Indonesia ha perdido el 80 % de su cubierta
vegetal. La deforestación comenzó allí realmente con la llegada de Suharto al
poder, en 1966. Liquidó el bosque e instauró un sistema de barones de la madera
con una corrupción alucinante. Las especies interesantes prácticamente han
desaparecido fuera de los parques nacionales, salvo, hoy, las que se explotan en
los mismos parques. Es la lógica del beneficio a corto plazo: las autoridades
confiscan la madera, los barones de la madera la compran y la ponen en el
mercado como madera procedente de bosques de explotación, es decir, legal. Desde
hace poco, se adentran en Papúa, que posee uno de los últimos bosques intactos,
y han celebrado contratos con China. Esto agrada al gobierno de Yakarta, que
desearía deshacerse de los movimientos independistas papúes.
¿Qué sustituye a los bosques ?
Grandes plantaciones. Indonesia, por ejemplo, se ha especializado en el aceite
de palma, que se usa para todo: cosméticos, detergentes, platos precocinados,
chocolate, champús. Las ONG que se ocupan del tema están preocupadas puesto que
se habla mucho de los biocarburantes (que habría que llamar más bien
agrocarburantes , pues no tienen nada de bio), pero nadie ve que no van a
contentarse con productos de agricultura francesa en biocarburantes. Se
abastecerán de aceite de palma porque el coste de producción será muy bajo:
Malasia e Indonesia están en la línea de salida, y sólo esperan a esto.
Indonesia, que quiere llegar a ser el primer productor por delante de Malasia,
producía ya más de 2 millones de hectáreas de palma de aceite, ha aprobado un
plan quinquenal para convertir 7 millones de hectáreas adicionales y casi 16
millones están programadas. El objetivo a nivel mundial es pasar de 22 millones
de toneladas a 40 millones. Con todo lo que esto implica: en el mejor caso, se
tala, pero a menudo se provocan incendios. En 1997-1998, en Indonesia hubo
incendios que destruyeron grandes extensiones de bosque. Primero se le echó la
culpa a El Niño, se sabe que es falso: del 60 % al 75 % habían sido provocados
por los propietarios de las plantaciones de aceite de palma para aumentar su
palmeral.
¿Los países europeos pueden actuar contra la deforestación ilegal ?
De acuerdo con un informe del WWF, el año pasado, el 39 % de la madera exótica
vendida en Francia era de origen ilegal. Se ve en determinadas especies de las
que se sabe que sólo pueden proceder de determinados parques. El merbau, que los
chinos explotan en Papúa, se vende a precio muy bajo a pesar de ser una especie
amenazada. En China, se ha construido toda una ciudad en torno a la
transformación del merbau en parquet, que luego se revende como producto
transformado. El año pasado, una campaña publicitaria en el metro de Paris
proclamaba los méritos del parquet de merbau. Pero hay más campañas contra la
utilización de estas especies y la madera ilegal. Leroy Merlin y Carrefour han
dejado de vender parquets y muebles de teca, otros están intentando importar la
madera de bosques certificados. Es la lógica comercial contra la lógica
sostenible.
Afortunadamente, en algunos lugares, las especies se explotan de manera
selectiva. Hay un bosque de etiquetas, pero hoy en día sólo una, la
certificación Forest Stewardship Council (FSC) ofrece garantías ambientales y
sociales. Es possible explotar el bosque de manera sostenible.
(1) Ces forêts qu'on assassine, editorial Calmann-Lévy.
En 1950, pensábamos que podríamos reverdecer los desiertos.
En 2050, habremos conseguido convertir toda la Tierra en un desierto
2050, ¡SALVE LA TIERRA QUIEN PUEDA !