Nuestro Planeta
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El reality show de las áreas protegidas mesoamericanas
Lilian Carol Rivas
La ola de conversiones de hábitats de los pueblos indígenas y negros en áreas
protegidas que se suscitó en la década de los años 90, se ve en la actualidad
sometida a los designios "desarrollistas" de los organismos internacionales y
las elites feudales, los que después de haber denegado los derechos
territoriales de nuestros pueblos pasan ahora al simple negocio, fomentando
megaproyectos distantes de la esencia de la conservación que predicaron en el
pasado.
La implementación de las obras de infraestructura incluidas en el Plan Puebla
Panamá vienen a destruir un sinnúmero de áreas protegidas, dejando al
descubierto como el llamado Corredor Biológico Mesoamericano no fue más que un
sistema de apropiación de enormes extensiones de territorios que pasan a
incluirse en las esferas de influencia de las obras de infraestructura.
Represas como la del Patuca (Honduras), Tigre (Honduras-Salvador), Boruca (Costa
Rica) y Teribe (Panamá) señalan cambios drásticos para los ecosistemas afectando
de forma directa a los pueblos Tawahka, Miskito, Lenca, Bri Bri y Teribes, los
cuales nunca han sido consultados y muchos de ellos se han manifestado con
vehemencia en contra de los proyectos sin que se hayan tomado en cuenta las
objeciones presentadas.
Por otro lado, la exploración y explotación de hidrocarburos se cierne por toda
la costa caribe del istmo, lo que dará lugar a una red de gasoductos y
oleoductos a lo largo de los humedales caribeños, la megarefinería planeada por
el Plan Puebla Panamá (PPP) se construirá posiblemente en Panamá, al mismo
tiempo que el ducto Cartagena-Panamá servirá como vehículo de exportación de los
hidrocarburos venezolanos.
El Plan Puebla Panamá está enmarcado en el modelo de globalización económica de
corte neoliberal, el que ve a la naturaleza como una simple mercancía a la
disposición del mejor postor. Esta visión contrasta con la retórica que predicó
el Corredor Biológico Mesoamericano, el cual avizoraba un proceso de
conservación fundamentalista, el que poco respetó los derechos de las
poblaciones locales denegando su participación en los procesos de diseños y
ejecuciones de planes de manejo que en muchas ocasiones refrenó nuestro derecho
a la alimentación.
Al inicio de la década de los años 90 se inició el proceso de entrega de las
recién designadas áreas protegidas a fundaciones privadas, aduciendo la
incapacidad de los estados-nación de poder garantizar un manejo efectivo de las
mismas. En el caso de Honduras, el empresario Stephan Schmidheiny adquirió parte
del archipiélago Cayos Cochinos, el que posteriormente a la inversión del
ciudadano suizo pasó a ser un área protegida, la cual se le entregó al Instituto
Smithsoniano para su manejo, institución que pretendió crear un parque de
exclusión al estilo de la Isla Barra de Colorado (Panamá), lugar que ha sido
administrado por el Smithsoniano durante casi un siglo.
La política de expulsión de las comunidades Garífunas ubicadas dentro de la
archipiélago de Cayos Cochinos, marcó innumerables fricciones entre la población
local y el Instituto Smithsoniano, vulnerando los derechos humanos de los
Garífunas. De forma sorprendente en 1996 el Instituto Smithsoniano introdujo en
la zona el buceo industrial, técnica ajena al sistema de buceo artesanal,
situación que degeneró en un saqueo sistemático de los crustáceos y un
deplorable ecocidio desconocido para los Garífunas hasta aquel entonces. Para el
año 2000, cuando entra a administrar el archipiélago el Fondo Mundial para la
Conservación (WWF) prohíbe el buceo artesanal, dando lugar a violaciones de los
derechos humanos de los Garífunas.
La WWF con el acompañamiento de AVINA diseñó un nuevo plan de manejo para el
Archipiélago de Cayos Cochinos, el que plantea una zonificación de pesca
artesanal, situación que se presume conllevará a más violaciones de los derechos
humanos.
Existen precedentes de atentados contra pescadores y buzos perpetrados por
miembros de las Fuerzas Armadas, los que nunca fueron investigados de forma
fehaciente, sembrando la desconfianza entre los Garífunas radicados en los Cayos
Cochinos, hasta el punto que el año pasado en el mes de septiembre la comunidad
exigió la desmilitarización del Cayo Chachaute, donde existió una presencia de
un destacamento de soldados durante todo el transcurso del 2006, hasta que
finalmente el Estado de Honduras retiró las tropas dada presión ejercida para
evitar que se diera algún derramamiento de sangre.
La mayor incongruencia que se ha dado en el manejo del denominado Monumento
Marino Cayos Cochinos, fue la presencia a partir del 13 de septiembre del año
pasado de un grupo de italianos que participaron en un reality show, efectuado
en el Cayo Paloma, lugar de exclusión total, donde hasta esa fecha se evitó todo
tipo de intervenciones antropogénicas, ya que el lugar es considerado un
santuario para el desove de tortugas.
Las tres semanas que duró la grabación del reality show, era casualmente el
período del desove de los quelonios, teniendo resultados catastróficos en el
ciclo de reproducción de las tortugas. Durante una década el Cayo Paloma fue
protegido hasta el punto que a la población Garífuna no se le permite
desembarcar en el lugar, aduciendo medidas de protección requeridas para la
conservación del cayo.
Lo acontecido en los Cayos Cochinos suele suceder en la mayoría de las áreas
protegidas de mesoamérica, en las que en muchas de ellas ha existido una
política de reprimir a las poblaciones locales para lograr aplicar los planes de
manejo. Ahora parecer que con la implementación del Plan Puebla Panamá se
diluyen las pretensiones de conservación, y se afinan las estrategias de saqueos
de los territorios de los pueblos indígenas y negros quienes durante siglos
hemos preservado nuestros hábitats.
Mientras tanto prosiguen los realities shows en los Cayos Cochinos con la venia
de la WWF, AVINA y la Fundación Cayos Cochinos donde grupos de italianos,
colombianos y ahora de otras nacionalidades, vienen a jugar a la sobrevivencia.
Al mismo tiempo los Garífunas de las comunidades del archipiélago, sin cámara de
televisión alguna que registren sus actividades, luchan por su sobreviviencia
económica y cultural, maniatados por planes de manejo inconsultos y bajo la mira
de los rifles de los soldados de una de las Fuerzas Armadas, héroes de la guerra
fría y maestros en el encubrimiento y expertos en el incumplimiento de las leyes
que se supone que protegen.
Dado en la Ciudad de la Ceiba a los treinta días del mes de marzo del dos mil
siete.
- Lilian Carol Rivas es integrante de la Organización Fraternal Negra Hondureña
(OFRANEH)