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Colombia: Caña de Azúcar, Palma Aceitera
Biocombustibles y relaciones de dominación
Héctor Hernán Mondragón Báez
www.pachakuti.org
1. La caña de azúcar en Colombia
Esclavismo: de los jesuitas a los gamonales
Desde la conquista española del país se establecieron trapiches para la
producción de azúcar de caña, de manera que los principales beneficiarios de las
adjudicaciones de tierras usaron mano de obra esclava, inicialmente indígena,
suministrada mediante las llamadas "encomiendas" o cuotas de trabajadores que se
imponían a las comunidades y finalmente con esclavos de origen africano. También
colonos pequeños productores sembraron la caña. Además del azúcar se obtenían el
aguardiente y cada vez más panela (rapadura, papelón, piloncillo o chancaca).
Durante el dominio de la dinastía de los Habsburgo (o Austrias), las haciendas
fueron adjudicadas a los jesuitas. Su producción estaba en buena parte destinada
a las minas de oro, donde también se explotaba a los esclavos africanos.
Los Borbones modificaron el esquema, especialmente tras la expulsión de los
jesuitas y la confiscación de sus bienes en 1767, remataron sus haciendas, como
Japio, Mataredonda (Findji y Rojas 1985, p. 36) y Agua Clara llamada después
Manuelita y otras, en beneficio de ganaderos, comerciantes de esclavos o
mineros, que devendrían posteriormente en poderes locales absolutos, gamonales
que controlaban la tierra, la economía y la política.
Familias como los Holguín, Mosquera o Arboleda, controlaban a la vez haciendas
en Valle y Cauca y minas esclavistas en Chocó, Cauca y Nariño. El estado
colonial se lucraba también de manera que estableció el estanco del aguardiente
que pretendía monopolizar el mercadeo del producto y cobraba el diezmo sobre la
miel de caña (Bermúdez, 1997).
El régimen esclavista se mantuvo hasta 1851. Los hacendados-mineros vacilaron
entre el apoyo a España o a la Independencia y finalmente se pasaron todos a las
fuerzas patriotas después de la victoria de Bolívar a Boyacá en 1819 y su
llegada al Cauca en 1821, pactando con el nuevo estado que sólo serían libres
los hijos de los esclavos, con lo cual se lograron burlar la abolición. En 1851
tras ser derrotados en la guerra civil en que pretendieron anular la ley de
abolición de la esclavitud, procuraron convertir sus haciendas al régimen
denominado en el occidente terraje y en la región caribe matrícula, un
arrendamiento pagado con trabajo servil, que les permitía a la vez obtener caña
y trabajo para molerla.
El cónsul de Estados Unidos
En 1854 fue derrotada una revolución que pretendió oponerse al libre comercio en
aras de proteger la producción artesanal y desarrollar la industria nacional.
Las tropas de los hacendados de las diferentes regiones lograron derrotar a los
artesanos y al ejército nacional, gracias al apoyo material de Estados Unidos,
Inglaterra, Francia y Prusia (Vargas 1972). Como resultado de este conflicto la
industrialización del país se retrasó medio siglo y los hacendados quedaron
dueños del campo, de manera que impusieron las relaciones económicas, dejando la
producción de la caña al trabajo servil.
Unos pocos productores de azúcar intentaron desde la abolición de la esclavitud,
la sustitución de los trapiches movidos por mulas o caballos, por máquinas. En
1855 se emplearon máquinas de vapor en la azucarería de San Pedro Alejandrino,
cerca de Ciénaga (Magdalena) en el Caribe. En 1867 el cónsul de Estados Unidos
en Palmira, Santiago Eder estableció el primer ingenio azucarero que subsiste
hasta hoy, Manuelita: adquirió un molino de hierro movido por energía
hidráulica, que sustituyó en 1901 por maquinaria a vapor. En 1892 el ingenio
Berasqui en Ciénaga de Oro (Córdoba) produjo azúcar centrifugado. (Cenicaña)
Estos primeros intentos industriales estuvieron limitados por el mercado, ya que
miles de campesinos tenían sus propios trapiches y constituían más del 80 por
ciento de la población, de manera que ni necesitaban comprar azúcar ni vender su
trabajo. Tuvo más éxito la Ferrería de Pacho, que desde 1883 vendió trapiches de
hierro, adaptados a las necesidades productivas de las haciendas del terraje y
la matrícula y a los campesinos y pequeños productores más prósperos.
Del oligopolio a la violencia y de la violencia al oligopolio.
Durante las primeras décadas del siglo XX comenzó la industrialización del país,
amparada por normas proteccionistas, por las crisis del mercado internacional y
las guerras mundiales. La súbita ampliación del mercado del azúcar permitió la
fundación de más ingenios industriales esta vez por las familias de hacendados y
comerciantes, en Cundinamarca, Nariño y Tolima, pero el fue en el Valle del
Cauca donde las empresas azucareras registraron el mayor éxito, dadas las
ventajas comparativas de sus haciendas, especialmente las proporcionadas por la
calidad de los suelos. Surgen por entonces los ingenios Riopaila de los Caicedo,
Providencia de los Cabal y Mayagüez de los Hurtado Holguín, que siguen estando
hasta hoy entre los principales productores.
Sin embargo el gran salto hacia delante dado por los ingenios del Valle del
Cauca que consolidó su oligopolio sobre el mercado azucarero colombiano ocurrió
al calor de La Violencia, período entre 1946 y 1958, durante el cual dos
millones de personas fueron desplazadas forzadamente y perdieron 350 mil fincas.
El Valle del Cauca fue el departamento con mayor número de desplazados, cerca de
medio millón de personas que perdieron 98.400 fincas (Lemoin, citado por Oquist
1978, 323). Más que de las tierras abandonadas por los desplazados, los ingenios
se beneficiaron del alud de mano de obra barata que desencadenó La Violencia. No
solamente se fortalecieron los ingenios Manuelita, Riopaila, providencia y
Mayagüez, sino los creados después de 1940, como el ingenio Meléndez de la
familia Garcés, Pichichí de los Cabal, Sancarlos de los Sarmiento o Castilla y
El Porvenir de los Caicedo y los fundados después de 1950 como Cauca y La Cabaña
de los Eder. Estas familias estaban unidas a los partidos tradicionales,
especialmente al partido conservador, del cual eran jefes los Caicedo, los
Garcés y los Holguín, por ejemplo.
Entre 1950 y 1958, a producción de industrial de azucar aumentó de un millón y
medio de toneladas a dos millones y medio de toneladas (Kalmanovitz 1978, p.
305). La Violencia había dejado tanto los trabajadores disponibles, como también
una masa de pobladores urbanos desposeídos de los trapiches y necesitados de
azúcar y panela.
El 12 de febrero 1959 los ingenios azucareros fundaron la Asociación de
Cultivadores de caña (Asocaña), que aunque efectivamente agrupó a varios
productores de caña, en lo fundamental fue controlada desde su fundación por los
ingenios.
Los ingenios del Valle se apoderaron del mercado del azúcar, en tanto que la
panela quedó para los pequeños y medianos productores de caña que aun subsistían
y que hoy llegan a 70 mil familias.
El bloqueo a Cuba significó para los ingenios la posibilidad de exportar a
Estados Unidos, lo que unido al crecimiento urbano e industrial del país, amplió
aun más el mercado del azúcar, de manera que entre 1950 y 1974 la producción
aumentó en 275% (Bejarano 1985, p. 246) y a partir de 1975 superó las 10
millones de toneladas (Kalmanovitz, cit.)
En 1977 12 ingenios pertenecientes a 4 familias controlaban el 76,3 por ciento
del mercado azucarero: Caicedo (30%), Eder (24%), Cabal (17,8%) y Garcés (4,5%)
(Silva 1977, p. 34). Por lo demás los lazos matrimoniales entre estas familias
eran y son múltiples.
Los ingenios mantuvieron un control de los trabajadores, por medio de la
influencia sobre los sindicatos, pese a lo cual se presentaron grandes huelgas.
Durante una de ellas, el 21 de enero de 1966, 250 obreros del ingenio El Arado
tomaron las instalaciones y las mantuvieron operando bajo su responsabilidad,
para demostrar que la empresa podía dar grandes utilidades a pesar de aceptar
sus peticiones, lo cual lograron (CIM 1967; Caicedo 1982, p. 144). Tres huelgas
de gran magnitudes realizaron en el ingenio Riopaila entre 1974 y 1976, la
primera fue victoriosa para los trabajadores, pero luego los acuerdos fueron
desconocidos (Caicedo 1982 p.p. 233-235).
Una relación igualmente desequilibrada establecieron los ingenios con los
consumidores colombianos al bajar los precios internacionales del azúcar, de
manera que subsidian sus exportaciones con el sobreprecio en las ventas en
Colombia. Así mientras en el mercado internacional el precio es de 12 centavos
de dólar por libra en el nacional ha oscilado entre los 30 y 50 centavos de
dólar. Es la última aplicación de una suerte de capitalismo burocrático al que
están acostumbrados los azucareros desde la época en que recibían de los
departamentos las concesiones para producir aguardiente y alcohol.
Ardila Lülle: el gran capital conquista el azúcar.
El conglomerado Ardila Lülle es uno de los más grandes de Colombia. Se originó
en la industria de bebidas gaseosas que llegó a monopolizar de manera que en la
actualidad solamente compite con Coca Cola, ya que la franquicia de Pepsi está
en sus manos. Posee empresas textiles y la cadena de radio y televisión RCN una
de las dos que controlan los medios colombianos.
El interés de Ardila Lülle por el azúcar nació de su plan para controlar toda la
cadena productiva de los refrescos, para lo cual adquirió la fábrica de botellas
peldar, la de tapas La Libertad, Papeles y Cartones Papelsa y Corchos y
Plásticos, por ejemplo. El 20% del consumo de azúcar corre por cuenta de las
bebidas, entonces decidió adquirir el 15% de Manuelita (Silva 1977, p.35) y hoy
Ardila Lülle, quien se precia de ser "el productor individual de azúcar más
grande del mundo", controla más del 33 por ciento de la producción y el mercado
(Silva 2004, p.p. 208-218). Es propietario del Ingenio Cauca, tiene el 52% de
Providencia y por lo menos el 35% del ingenio Risaralda, fundado en 1979 con
inversión de la Federación de Cafeteros, el estado y la Corporación Financiera
de occidente dominada por el Citibank.
Ardila Lülle el principal promotor de los proyecto de producción de etanol o
alcohol carburante. Sus ingenios Cauca, Providencia y Risaralda producen el 65%
del etanol colombiano a partir de azúcar, en tanto que Manuelita produce el 20%
(posee además en Perú la empresa Laredo) y Mayagüez el 15%.
Esta producción de alcohol carburante es el resultado de la amplia capacidad de
maniobra del capitalismo burocrático en Colombia. La ley 693 del 19 de
septiembre de 2001 ordenó que a partir de septiembre de 2006 la gasolina en las
ciudades colombianas de más de 500 mil habitantes debe contener etanol. Esta
imposición sustentada con supuestas motivaciones ecológicas y sociales es
decisiva pues el costo de producción del etanol es superior al de la gasolina,
pero además la imposición permite a Ardila Lülle vender el galón de etanol a US$
2,40 mientras el de gasolina es vendido por Ecopetrol a US$ 1,26 (Serrano 2007).
Para completar, la ley 788 de 2002 exoneró al etanol del impuesto al valor
agregado IVA y de los impuestos y sobretasas a los combustibles, exenciones que
cuestan al estado 100 millones de dólares por año (Suárez 2006).
Los ingenios pagan a los empresarios productores de caña 50 mil pesos
colombianos por tonelada "si es para azúcar" y 30 mil pesos "si es para etanol".
Este precio arbitrariamente fijado valiéndose de su condición de monopsonio, así
como las crecientes divergencias de intereses entre los ingenios y los
empresarios productores de caña causó la salida de estos de Asocaña y la
fundación de la Asociación de productores y proveedores de Caña Procaña, así
como de Azucari que agrupa a los proveedores del Ingenio Risaralda.
Trece ingenios azucareros mantienen a 30 mil trabajadores sin contratos
laborales, en condiciones del capitalismo salvaje. Los antes fuetes sindicatos
de industrias han sido reducidos al mismo y la contratación se hace con
supuestas "cooperativas", creadas para esconder la relación laboral y pagar al
destajo y sin prestación social alguna. Sin embargo las "cooperativas" de
corteros de caña han comenzado a realizar huelgas desde 2003 cuando 1.600
obreros pararon el ingenio La Cabaña y más recientemente desde mayo de 2005
cuando 2.700 corteros del ingenio Cauca pararon labores, seguidos de otros 7 mil
de Mayagüez, Manuelita y otros ingenios. El desconocimiento de la relación
laboral impidió declarar la ilegalidad de las huelgas y el invento de las
"cooperativas" se volvió contra sus inventores. Pero las condiciones laborales
de los trabajadores de la caña siguen siendo muy malas, fue asesinado Edison
Arturo Sánchez dirigente de la huelga en Castilla y además, en el ingenio La
Cabaña han sido desconocidos todos los acuerdos con los trabajadores y
despedidos los huelguistas. Ante la imposibilidad de disciplinar la mano de obra
y la necesidad de incrementar la productividad, los ingenios planifican ahora la
mecanización del corte, con lo cual los supuestos efectos de la producción de
etanol sobre el empleo, se invertirían.
El programa de "gasolina oxigenada" con 10% de etanol comenzó en noviembre de
2005 en el Suroccidente y la zona cafetera y en febrero de 2006 en Bogotá y
resulta de enorme utilidad para los monopolios productores. Ganan cerca del 100%
del costo de producción: US$ 2,40 – US$ 1,21 (Suárez 2006).
¿Por qué pueden imponer burocráticamente Ardila Lülle y otros oligopolistas del
azúcar estas megaganancias?
Porque controlan el estado. Ardila Lülle ha apoyado la elección de los
presidentes Pastrana y Uribe, de los congresistas que apoyan sus gobiernos.
Ardila Lülle controla la información desde la cadena RCN, la cual se dedicó en
los últimos años a hacer apología de los paramilitares, que han asesinado a casi
4 mil sindicalistas y mantienen bajo su dominio político-miliar extensas áreas
del país, impidiendo que crezca la protesta.
Lo determinante: Estados Unidos desea que crezca la producción de etanol y otros
biocombustibles para solucionar su crisis energética y en concreto en el caso
colombiano requiere que el petróleo sea exportado, de manera que le conviene que
en Colombia se consuma más biocombustible con un costo de producción mayor que
el de la gasolina, dejando mayor cantidad libre para Estados Unidos.
La ganancia burocráticamente obtenida mediante el sobreprecio interno del azúcar
para subsidiar exportaciones se repite en el caso del etanol y será más
escandalosa en la medida en que el ciclo de precios del petróleo imponga precios
internacionales menores que los actuales.
El grado de control del gobierno y el estado por el oligopolio azucarero se
demostró también en la negociación del Tratado de Libre Comercio TLC con Estados
Unidos, durante las cuáles el único punto de debate intenso que prolongó las
negociaciones fue la elevación en 50 mil toneladas de la cuota de azúcar
colombiano en Estados Unidos. El gobierno de Uribe sacrificó a los productores
colombianos de maíz, arroz, papa, fríjol, cerdo, ave... pero se rompió la camisa
por Ardila Lülle.
2. Triste historia y triste futuro del negocio de la palma aceitera
2.1 Despojo y superexplotación
La palma aceitera llegó a Colombia en las manos de grandes propietarios que se
aprovecharon de la tierra acumulada en regiones como el Magdalena Medio, después
del gran desplazamiento de campesinos que causó la violencia de 1946 a 1958.
Las empresas de palma, la principal de las cuales era Industrial Agraria La
Palma, Indupalma, de la familia Gutt, impusieron la superexplotación de los
trabajadores. Los sindicatos lograron dar las primeas peleas por sus derechos y
la respuesta fueron la represión, la ilegalización de las huelgas y los consejos
de guerra contra los dirigentes. Así en septiembre de 1971 al ser asesinado un
jefe de personal de la empresa Indupalma, mediante un montaje fue adjudicada la
autoría del crimen a los líderes sindicales que permanecieron en la cárcel 4
años hasta que lograron demostrar plenamente su inocencia (Caicedo 1985, p.
196). La huelga en Indupalma en 1977 estuvo rodeada de circunstancias dramática
por la injerencia del grupo guerrillero M19 que secuestró al gerente y exigió la
firma del convenio colectivo con los trabajadores, divulgado el 14 de septiembre
día de la huelga general que se denominó en Colombia "Paro Cívico Nacional"
(Caicedo 1985, p. 245).
La primera etapa de la palma africana en el país culminó con el fin del ciclo
productivo de las primeras plantaciones: las empresas declararon entonces
quiebras ficticias para desconocer los derechos económicos de los trabajadores y
destruir a los sindicatos. Cuando algunos trabajadores quisieron recibir las
tierras de las empresas como pago por sueldos y prestaciones que les dejaron de
pagar, se dieron cuenta que limpiar una tierra con palmas altas y viejas es más
caro que comprar otra tierra y deja daños permanentes en el suelo.
2.2 En tierra de otros
Como resultado de la experiencia de 30 años, las empresas de todo el mundo
prefieren ahora cultivar en tierras ajenas, o mejor dicho dañar tierras ajenas,
lo cual además les permite evadir impuestos prediales y establecer supuestas
"alianzas estratégicas" o "asociaciones productivas" con los campesinos e
indígenas que entregan la tierra, de manera que además de darles sus tierras les
den su mano de obra sin contrato de trabajo, como supuestos "socios".
Por otra parte, la derrota de los trabajadores se expresó organizativamente y la
mayoría de ellos dejó los sindicatos y tuvo que conformar "cooperativas de
trabajo asociado", establecidas como en le caso del azúcar, para desconocer el
contrato laboral, aparentando un contrato entre la empresa y la cooperativa. La
empresa ya no paga la seguridad social de los trabajadores, quienes deben
buscarla en los sistemas públicos de asistencia a la población pobre como el
Sisbén de Colombia y quedan sin cesantías ni jubilaciones.
Como afirma la Asociación Campesina del Valle del río Cimitarra. (ACVC), estas
plantaciones son "un triste ejemplo del cóctel de latifundismo con aspiraciones
de eficiencia o modernidad que al pretender ser productivo no renuncia, sino al
contrario se reafirma en su origen excluyente y monopolista del uso de la
tierra". La ACVC agrega: "Se trata con este sistema de incrementar los
rendimientos monetarios por hectárea sin alterar en lo absoluto la estructura de
tenencia de la tierra. Los nuevos señores feudales plantean las alianzas
productivas que no son otra cosa que la aparcería maquillada. Las alianzas son
el remedio legal para eludir las obligaciones con los trabajadores agrarios
desposeídos. Al volver socio al trabajador, el latifundista ahorra en jornales y
elimina las horas extras y las prestaciones sociales. La clase propietaria
considera que la administración de las alianzas deben conservarla ellos 'dada su
experiencia'.
En otros casos los neolatifundistas proponen sociedades a los pequeños e incluso
medianos propietarios y productores induciéndolos a asociarse a los proyectos de
monocultivo, mediante un sistema de endeudamiento con el sofisma de la 'economía
campesina de la palma'. En realidad se trata de contar con una oferta de materia
prima permanente sin tener ninguna vinculación laboral entre los latifundistas
que controlan los procesos de elaboración y comercialización y los campesinos
empobrecidos". (WRM 2001)
Las empresas lograron una situación excepcional, al evadir el costo de la tierra
y los impuestos, reducir sustancialmente los salarios y eliminar el pago de
prestaciones sociales. Al mismo tiempo la sociedad asume el costo ambiental de
la explotación de palma, mientras las empresas se embolsillan los beneficios.
Las transnacionales comercializadoras y consumidoras del aceita vegetal, como la
Unilever, decidieron convertirse en las principales beneficiarias de este
negocio propiciando la plantación de palma aceitera en todo el mundo tropical:
comenzaron por Malasia e Indonesia y luego han logrado que las plantaciones se
extiendan a Camerún, Nigeria y otros países de Africa, a Centroamérica y
Suramérica, lo que condujo a una tendencia a la baja de los precios
internacionales del aceite, que benefició a esas transnacionales.
Los desastres ecológicos fueron grandes en las selvas, especialmente en Malasia
e Indonesia. La situación más grave se presentó en 1998 cuando una nube de humo
cubrió estos países, producto de la quema de los bosques. Mientras tanto los
pueblos indígenas, especialmente de la isla de Borneo, eran los damnificados
directos de esta destrucción y del despojo de sus territorios.
Ahora, cuando el negocio de la palma venía en declive, el alza extraordinaria de
los precios del petróleo le ha dado un nuevo impulso a los plantadores de la
palma aceitera. Se espera multiplicar las plantaciones para producir biodiesel.
El negocio se pinta como el más extraordinario de la historia y hasta se asegura
que tendrá magníficos efectos ecológicos.
Sin embrago, para los países y regiones productores los efectos pueden llegar a
ser muy negativos. En primer lugar, sufrirán la destrucción del bosque y la
vegetación nativa, reduciendo la biodiversidad; en segundo lugar los suelos
sufrirían apenas cada plantación de palma cumpla su ciclo productivo y se deba
eliminar los troncos por métodos químicos; y si las plantaciones fueran a
expandirse como se pretende, lo harían en desmedro de la seguridad y la
soberanía alimentaria de las poblaciones locales, porque los agricultores
dejarían de producir cultivos alimenticios para la población y en cambio se
concentrarían en producir "combustibles limpios" para Estados Unidos y Europa.
(Bravo y Mae-Wan Ho 2006).
Hay que decir que gran parte de la producción vegetal está siendo redireccionada
para producir biocombustibles. Como bien se sabe, en Brasil y Argentina se
espera multiplicar la producción de soya con este mismo fin, La producción de
soya en Argentina aumentaría a 100 millones de toneladas, lo cual implica un
enorme costo ambiental y social para el pueblo argentino, tal como el
desplazamiento de poblaciones rurales, creciente deforestación y desertificación
de los suelos y por lo tanto más hambre e injusticia social. En Filipinas,
India, Madagascar y Ghana se está plantando masivamente la jatropha, un árbol
aceitero de rápido crecimiento que puede competir con la palma. China proyecta
dedicar 13 millones de hectáreas a las plantaciones de jatropha. A los
megaproyectos de producción de biodísel hay que agregar los ya referidos de
producción de etanol combustible a partir de caña azúcar y además de yuca,
remolacha y maíz, teniendo en cuenta que Europa tiene excedentes de remolacha
azucarera y Estados Unidos subsidia generosamente la producción de etanol a
partir del maíz y ya lo exporta a Colombia para producir etanol.
2.3 Palma aceitera y paramilitarismo
En Colombia los megaproyectos de palma aceitera, como otros, han estado
estrictamente asociados a la expansión del paramilitarismo. La rápida
concentración de la propiedad de la tierra entre 1981 y 2006 ha tenido objetivos
especulativos, pues los grandes propietarios no cultivan la mayoría de las
tierras que dominan. Pero la palma les ha ofrecido el pretexto y negocio
adecuado para apoderarse de tierras de campesinos y especialmente de
afrocolombianos.
Los paramilitares colombianos han seguido el modelo de la mafia calabresa
denominada ‘ndrangheta, que consiste en Italia en estos tres aspectos:
Expropiación mafiosa: Coacción armada para que los pequeños propietarios vendan
tierras en zonas que se van a valorizar.
Apropiación de los subsidios de la comunidad europea, en especial los entregados
a los productores de oliva y aceite de oliva.
Apropiación de áreas para cultivos ilegales o de los cultivos ilegales. (Furet
2004)
La convergencia entre las AUC y la mafia calabresa no es una casualidad.
Objetivos y métodos coinciden. Pero lo que en Italia es mafia tradicional
relegada a la ilegalidad por el desarrollo capitalista que puede utilizarla,
pero no la reconoce como suya, en Colombia es parte esencial del sistema de
tenencia de la tierra que sigue vigente desde la conquista española y que
desplaza violentamente una y otra vez al campesino a las selvas, convirtiéndolo
en colono y en ocupante de territorios indígenas.
En el modelo agrícola de la mafia calabresa, al despojo de tierras valorizables
se agrega el apoderamiento de los subsidios agrícolas de la Unión Europea y en
especial los destinados a los olivares. En este caso también lo que en Italia es
mafia aquí se desarrolla como virtud en la forma de capitalismo burocrático.
Reciben los créditos del Banco Mundial, los subsidios del estado, las exenciones
de impuestos. "para el desarrollo de proyectos productivos en sistemas de
producción de carácter empresarial", subordinando a los pequeños productores a
estos proyectos si quieren recibir el subsidio: ‘Ndrangheta, el subsidio
aparentemente entregado a los pequeños, fluirá realmente para proyectos
empresariales, de "los empresarios eficientes de san Alberto" de que hablaba el
presidente Uribe en la campaña electoral.
La patente colombiana de este procedimiento capitalista burocrático, la tiene el
olivo del trópico, la palma africana. El negocio para el "empresario" es ideal:
no tiene obligaciones laborales porque los trabajadores son socios; inclusive si
los trabajadores campesinos han recibido tierra o si han entregado su tierra,
tampoco tendrá el empresario que pagar impuesto predial; y para completar, como
el precio internacional del aceite tiene una tendencia a la baja, el "socio"
campesino corre con las pérdidas, incluido el grave deterioro del suelo, es la
experiencia de Malasia. Finalmente el pequeño pierde una tierra que ya no valdrá
para la agricultura ni para él, pero sí para los proyectos de inversión no
agrícolas de los socios mayores.
En la situación colombiana la rentabilidad de las plantaciones de palma adquiere
un sentido diferente, en la medida en que en varias regiones la expansión de la
palma está ligada con la economía de la cocaína y la inversión inicial en
viveros y años de espera para producir es posible gracias a la preexistencia de
grandes capitales acumulados en el narcotráfico o de pequeños ahorros fruto de
la producción de coca. En este sentido la expansión de la palma ha resultado una
forma de lavar dinero eficientemente y además bajo la protección y el fomento
estatal e internacional. Si por lo menos esto fuera dirigido a sustituir
definitivamente la economía de la cocaína, tendría al menos ese efecto positivo,
pero el dominio de ambos negocios por el paramilitarismo lo que ha hecho es
articular ambos negocios en uno y ligarlos al despojo de las tierras de los
afrocolombianos y otras comunidades rurales. Sin embargo esta máquina sigue
siendo fomentada por el estado colombiano y la "comunidad internacional".
La legislación a favor de la palma aceitera y otras plantaciones abunda, están
exentas de impuesto de renta según la ley 939 de 2004 y el decreto 1970 de 2005;
según la ley 939 el biodiesel está excento del impuesto a las ventas y del
impuesto al ACPM. El Plan Colombia y el Banco Mundial han establecido programas
de fomento de la palma aceitera. Proyectos de ley actualmente en curso, prevén
subsidios e inversiones estatales
2.3.1 Plan Pastrana
El expresidente de Colombia Andrés Pastrana ofreció el 1º de marzo de 2001, en
Malasia, 3 millones de hectáreas para cultivar en Colombia palma africana para
producir aceite. Según la agencia de prensa de la Presidencia, el proyecto que
el Mandatario presentó a empresarios malasios congregados en la Conferencia
organizada por la Asian Strategy Leadership Institute (Asli), buscaba ser
desarrollado con inversión del país asiático.
"La extensión de los cultivos de palma de aceite se ha convertido en un
verdadero propósito nacional, para que, con ella, lleguen el progreso, la
inversión y el desarrollo social a amplias zonas de Colombia que hoy están
listas para unirse al cultivo y el procesamiento de este bien primario", dijo.
El desarrollo de estos macroproyectos, a los que ofreció vincular los
inversionistas de Malasia, se harían con núcleos de producción de al menos 20
mil hectáreas, cada uno con planta de beneficio para extractar el aceite. La
inversión por cada núcleo se estimó en 70 millones de dólares para ejecutar
principalmente a través de la Promotora de Proyectos de Siembra de Palma de
Aceite, Propalma S.A., en la cual participan 43 empresarios del sector,
Proexport y Coinvertir.
Pastrana gestionó con el Banco Mundial un crédito para fomentar plantaciones de
palma aceitera y de las ocho zonas seleccionadas para el programa cinco eran de
dominio de los grupos paramilitares (Urabá, Córdoba-Sucre, Cesar, Magdalena
Medio y centro-norte del Meta; y una zona donde había abierta expansión de esos
grupos (oriente de Caldas-norte del Tolima-noroccidente de Cundinamarca).
Lo cierto es que en Colombia había 145 mil hectáreas sembradas de palma en 1998
y actualmente hay más de 300 mil, lo que significa un crecimiento superior al
100 %. A pesar de la política de las empresas procesadoras de no ser las
propietarias de las tierras de plantación, éste es un cultivo de gran propiedad
y de hecho una tercera parte está en fincas de más de 2000 hectáreas y otra
tercera parte en fincas de entre 500 y 2000 hectáreas. El control paramilitar y
la represión política han logrado que no se presente la organización
diferenciada de empresas procesadoras y proveedores y todos se agrupan en
Fefepalma.
2.3.2 Proyecto Gaviotas 2
El Proyecto Gaviotas 2 que tanto ha promocionado Uribe, se relaciona en realidad
con megaproyectos de origen japonés, previstos hace 30 años y que incluyen la
privatización del río Meta y la apropiación de extensos territorios de Meta,
Casanare y Vichada. Una etapa preparatoria de 30 años la cumplieron "masetos", "carranceros"
o "paracos" que concentraron la propiedad en unas pocas personas aunque aun
tienen el obstáculo de los resguardos indígenas a los que proponen entregarles
600 mil hectáreas.
Este megaproyecto cubriría 3 millones de hectáreas con palma aceitera y pino
caribe. Su impacto ecológico sería enorme. Desgraciadamente empresarios
españoles y de la Unión Europea se han ligado a este plan.
El gobierno espera además ligar este proyecto con la reinserción de los
paramilitares y convertirlos en fuerza de doble papel: mano de obra barata y
disciplinada y control político-militar de la frontera con Venezuela.
Cuando el precio del biodiesel caiga, la ecología que permite la vida indígena
habrá sido rota, pero la región quedará en manos de los de siempre.
2.3.3 Resistencia
Tres son las fuentes de resistencia contra estos proyectos:
Una, la resistencia de los trabajadores, tanto la reducida vanguardia que con
gran sacrificio y lucha han mantenido sus organizaciones sindicales, como
aquellos que se han visto obligados a constituir "cooperativas" y que como se
demostró en enero de 2005 en Cesar, también pueden hacer huelgas exitosas y
voltear contra los empresarios la ficción de la ausencia de contrato de trabajo,
pues sus huelgas no pueden ser declaradas ilegales.
Dos, la resistencia de indígenas, afrocolombianos y campesinos que defienden sus
territorios y derechos fundamentales.
Tres, el movimiento ambientalista internacional que en todo el mundo está
denunciando los nefastos impactos ecológicos de la fiebre del biodísel y la
palma africana.
De la manera como sepamos unir estas tres fuentes y convertir sus propuestas en
un movimiento nacional y mundial, depende que las personas las culturas y los
bosques no sean consumidas como biodiesel y podamos tener un futuro amable para
la naturaleza, los indígenas, los afrocolombianos y los trabajadores de
Colombia.
3- Riesgos económicos para los biocombustibles en Colombia
Los precios del petróleo, como todos, son cíclicos. Aunque a largo plazo se
registra una tendencia ascendente, la misma no elimina las oscilaciones cíclicas
y en promedio, a siete u ocho años de alzas de precio sigue un período semejante
de bajas. Con los precios muy altos del petróleo, no solamente varios países no
afiliados a la OPEP multiplican la exploración y explotación de hidrocarburos,
sino que en todo el mundo tropical se vive la fiebre del biodiesel y el etanol y
se extienden los cultivos de jatropha, palma aceitera, ricino, caña de azúcar,
remolacha, yuca, soya y maíz para alimentar las destilerías.
El comercio internacional de los biocombustibles depende como el de cualquier
producto de la diferencia entre los precios internacionales y los costos de
producción. Todos los biocombustibles tiene actualmente costos de producción
superiores a los de la gasolina, pero como el precio internacional es muy alto
pueden comercializarse por ahora. Sin embargo hay que tener en cuenta que los
precios internacionales nunca en la historia se han mantenido arriba por muchos
años.
Los costos de producción del etanol en Colombia son superiores a los de Brasil,
lo cual resultará catastrófico a la hora de una baja de los precios
internacionales y la crisis para las destilerías solamente podría compensarse
con mayores precios internos.
En el caso del etanol en Colombia ya se está vendiendo al absurdo precio de US$
101 el barril (Serrano 2006), lo cual significa un inmenso subsidio de los
consumidores a los oligopolios productores, que producen cerca de un millón de
litros diarios, mientras apenas hay dos destilerías pequeñas más en operación,
una en el Meta que produce 30 mil litros diarios a partir de yuca y otra en
Codazzi (Cesar) que produce etanol a partir de maíz importado. La importación de
la materia prima, especialmente del maíz, crecerá debido al aumento de cuotas de
importación de maíz estadounidense que permite el TLC, con lo cual los proyectos
en curso a partir de yuca y caña panelera se verán inmensamente golpeados.
Proyectos en Santander, Boyacá y Cesar usando caña, remolacha y yuca,
respectivamente y que aspiran a llegar a producir 700 mil litros diarios de
etanol, solamente entrarán a operar en 2008 y probablemente no gozarán ya del
pico de precios del combustible. También la planta de biodiesel de Ecopetrol en
el Magdalena Medio entrará en producción sólo en el 2008.
Las plantaciones de palma aceitera estarán en plena producción cuando caiga el
precio y serán una de las causas de su caída. Como todas las fiebres económicas
tropicales, ésta se derrumbará en el momento en que la producción sea máxima y
la superproducción de biodiesel a partir de aceites de palma, jatropha, algas
marinas, soya, ricino y girasol, se desborde por el mundo. Entonces las pérdidas
correrán por cuenta de los "aliados estratégicos" que suministraron sus tierras
y de regiones enteras que sufrirán el daño ecológico.
Por otra parte, el consumo de etanol en ciudades de mayor altura sobre el nivel
del mar se evapora causando daños en la cámara de combustión de los vehículos,
oxidación y desgaste prematuro en componentes metálicos y deformación de los
componentes de caucho del sistema de combustión, como lo ha demostrado las
investigaciones de la Universidad Nacional, que también detectaron un efecto
ambiental negativo cuando el tráfico es lento y se usa etanol (Acevedo 2005).
Desde cualquier punto de vista que se mire, el éxito de los biocombustibles
depende de la obligación de usarlos, de las exenciones y subsidios del estado,
del sobreprecio a los consumidores, del desconocimiento de los derechos de los
trabajadores y de mil formas de arrebatar a las comunidades rurales el uso de
sus tierras. Todas estas son condiciones que el régimen vigente en Colombia
garantiza, régimen que espera verse sostenido por el etanol y el biodiesel pero,
¿hasta cuando?
REFERENCIAS
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interna por ignición utilizando como combustible mezcla de gasolina corriente
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Montevideo.