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Caso tortilla de maíz en México
El sofisma de la "comida barata" en el libre comercio
Aurelio Suárez Montoya
"Gracias a Dios por los subsidios a los productos agrícolas en Estados
Unidos", acotó el ex ministro de Comercio, Jorge Humberto Botero, para referirse
a las posibilidades de obtener "comida barata" para la población como
consecuencia del diluvio de géneros importados que vendrán a Colombia con motivo
de la negociación del Tratado de Libre Comercio. Algunos cálculos someros
estiman que desde el primer año de vigencia del TLC las importaciones que
vendrán desde Estados Unidos sin aranceles y a precios por debajo del costo de
producción, amparadas por el sistema ilegítimo de comercio conocido como "dumping",
se iniciarán con 4,7 millones de toneladas, en un alto porcentaje compuestas por
cereales y oleaginosas. Según la hipótesis oficial, más colombianos tendrían así
más acceso a mayores cantidades de alimentos básicos.
La literatura económica actual está hablando de los altos precios
internacionales del maíz que afectan al sector pecuario y a la producción de
alimentos. Con base en la premisa de Botero, los países embarcados en tratados
de libre comercio con Estados Unidos deberían estar a salvo de los impactos de
estas subidas; no obstante, el caso de la tortilla de maíz en México resulta una
concluyente negación, es quizás donde más se sienten las secuelas del presente
ciclo. México, que inició el Tratado de América del Norte con Estados Unidos y
Canadá en enero de 1994, ha visto crecer en ese lapso las importaciones de maíz
desde Estados Unidos, pactadas en condiciones parecidas a las del TLC con
Colombia, en un 11.9% anual en promedio, a partir de 2,5 millones de toneladas.
En 2006, esa tasa fue de 31.9%. En el transcurso de los doce años la importación
de maíz originario de Estados Unidos sumó 58 millones 635 mil toneladas (4.5
millones como promedio anual), mientras que el total de la cuota de importación
originaria de Estados Unidos permitida en el TLC para ese periodo debería sumar
39 millones 044 mil toneladas, lo que significa que en el periodo hubo un
sobrecupo de importación de 20 millones 119 mil toneladas.
Con todo y eso el precio de la tortilla de maíz, que para las clases populares
mexicanas es el alimento de donde obtienen más de la mitad de la energía, el 59%
de su ingesta calórica, la mayor parte de proteína, a fibra y calcio para su
organismo, ha estado en ascenso permanente. Según Susana Gauster, su precio, en
pesos por kilo, pasó de algo más de 0,5 en 1994 a más de 4 en 2000 y, acorde con
Víctor Quintana, el incremento hasta la fecha ha sido del 738%; tanto que en
1994 con un salario mínimo se compraban 16 kilos y ahora apenas cinco. El
colapso mayor fue de diciembre de 2006 a las primeras semanas de enero de 2007,
cuando pasó de seis pesos hasta diez y, al final, mediante pacto promovido por
el gobierno de Calderón se "estabilizó" en 8,5; un incremento de 41.6% con
relación a diciembre, 10 veces más que el alza del salario mínimo.
La explicación para tal aberración es sencilla. El ingreso de maíz a precios por
debajo del costo incita a los comercializadores, que en casi todos los países
son un oligopolio, cuando no son también brazos de las grandes transnacionales,
a descartar a los productores nacionales. Esto causa mengua en el abastecimiento
nacional, reducción de la superficie cultivada, pérdida de ingreso, pobreza y
desplazamiento. Cuando vienen los ciclos de alza de precios, ocasionados por
indistintos motivos, las consecuencias recaen sobre la población y los grandes
consorcios hacen su mayor agosto. De hecho, las siembras de maíz en México
decayeron de 9,5 millones de hectáreas (FAO, 1996) a 8,5 millones y en total el
TLCAN ha implicado el retiro de millones de hectáreas de cultivos y el éxodo
rural de millones de campesinos.
No hay una ocasión más propicia para Colombia para aprender de la experiencia
mexicana que la actual cuando la discusión del TLC con Estados Unidos ha entrado
en su fase definitoria en el Congreso. Los hechos pueden más que la retórica
oficial y la responsabilidad histórica de senadores y representantes al respecto
cobra importancia trascendental; entre otras porque aquí ya se están viviendo,
incluso con aranceles vigentes, los resultados del precio creciente del maíz
importado, que, según la FAO, entre 2000 y 2004 ha subido de 96 a 174 dólares
por tonelada. En México, el programa PROCAMPO, la versión azteca de Agro,
Ingreso Seguro, tampoco evitó la debacle. Parodiando a Botero podría decirse:
"¡Gracias a Dios que los ciclos altos de precios del maíz coincidieron con el
debate del TLC en el Congreso!".