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Burkina Faso: a 20 años del asesinato de Thomas Sankara, el "Che" africano
"Llaman provocación a las verdades que nosotros proclamamos,
mientras que las mentiras que ellos cuentan se convierten en verdades absolutas.
Nuestra lucha por la independencia y el bienestar de nuestros pueblos es tachada
de insumisión, y el saqueo que ellos hacen de nuestras riquezas se llama obra
civilizadora. Así escriben ellos la historia, y así se la aprende la mayor parte
de la Humanidad. Por eso yo prefiero sentir a mí lado al Che antes que a
cualquiera de ellos". Thomas Sankara
El próximo 15 de octubre de 2007 se cumple el XX aniversario del asesinato del
presidente de Burkina Faso, Thomas Sankara, a mano de los hombres de Blaise
Compaoré, su amigo y antiguo compañero de armas, que sigue siendo hoy el primer
mandatario del país.
La muerte de Sankara sigue hoy envuelta en numerosos interrogantes sobre el
verdadero origen del complot, los comanditarios del asesinato, la participación
o no de países terceros -especialmente la República francesa, de la que el
territorio fue antigua colonia, y Costa de Marfil-. Los problemas de elucidación
de la verdad sobre el caso Sankara proceden de la cortina de silencio que impone
el actual régimen burkinabé sobre el asunto, y por su constante negativa a dar
trámite a las diferentes demandas judiciales presentadas en los juzgados del
país por la familia del presidente depuesto.
Ante esta situación, se formó hace varios años un colectivo jurídico
internacional, formado por abogados de diversas nacionalidades y con sede en
Montreal, que con el nombre de Justicia para Sankara, presentó una demanda, en
nombre de la familia del ex presidente, ante la Comisión de Derechos Humanos de
la ONU. Finalmente, este organismo de la Naciones Unidas dio la razón a la
familia Sankara y dictó una serie de exigencias al gobierno de Compaoré, entre
las que destacan:
-Indicar el lugar exacto en que fue enterrado el capitán Sankara.
-Modificar su acta de defunción oficial, en la que su fallecimiento aparece como
consecuencia de "muerte natural" (en lo cual se basa el gobierno actual para no
admitir a trámite ninguna denuncia por su asesinato).
-Poner en marcha un proceso judicial que permita aclarar las circunstancias de
la muerte de Thomas Sankara y castigar a los culpables.
-Exigir al gobierno de Burkina Faso que disponga las medidas necesarias para que
hechos de esa naturaleza no vuelvan a ocurrir.
-Indemnizar a la viuda e hijos de Thomas Sankara.
Hasta el momento, el gobierno de Burkina Faso no ha dado respuesta satisfactoria
a estas demandas, a pesar de haberse cumplido el plazo impuesto por la ONU, por
lo que prosigue la acción del colectivo Justicia para Sankara. La exigencia de
que se haga justicia con Sankara es uno de los objetivos del Año Sankara, pero
también son esenciales más aún en nuestro país, donde su figura y su obra son
desconocidas- dar a conocer la personalidad de este líder carismático y el
programa político que desarrolló durante los cuatro años en que se mantuvo en la
presidencia del país.
Thomas Sankara llegó al poder el 4 de agosto de 1983 por medio de un golpe de
estado cívico militar dirigido por él mismo y su amigo y compañero de armas
Blaise Compaoré. La acción fue llevada a cabo por un grupo de oficiales
progresistas apoyados por los principales partidos de izquierda del país. El
objetivo era sacar al entonces llamado Alto Volta de la espiral de miseria,
corrupción y sumisión al antiguo poder colonial a la que lo habían llevado los
sucesivos gobiernos al frente del país desde la independencia, en 1960.
La lucha contra la corrupción fue uno de los grandes retos y también de los
grandes logros- del sankarismo. Los Tribunales Populares Revolucionarios fueron
un instrumento fundamental para erradicar una lacra que azotaba a la totalidad
del continente africano. Pero su estilo de gobierno lo llevó a mantener
actitudes personales extremadamente llamativas: Nada más llegar al poder, vendió
las limusinas del Estado y las cambió por el modesto Renault 5, convertido en
coche presidencial. Su sueldo como presidente siguió siendo el mismo que el del
cargo de capitán que ejercía antes de llegar al poder, y a su muerte, su única
posesión era una modesta vivienda cuya hipoteca no había sido aún enteramente
liquidada. Su madre seguía ejerciendo, siendo él presidente, como vendedora de
especias en un puesto de un mercado de Uagadugú.
Pero la obra política de Sankara no se detuvo en la lucha contra la corrupción.
Fue un firme defensor de la igualdad entre el hombre y la mujer y dictó leyes
contra la ablación, la poligamia, e incorporó a la mujer a los más altos cargos
de la administración del país. La erradicación del analfabetismo fue otro de sus
grandes logros, con resultados espectaculares en sus cuatro años de gobierno y
la construcción de centenares de escuelas rurales.
En el campo de la sanidad, la obra de Sankara fue también notable. Puso en
marcha acciones espectaculares, como los "comandos de vacunación", encargados de
vacunar a millones de niños en todo el país, con la ayuda como en otras muchas
iniciativas sociales- de voluntarios venidos de distintos países.
La obsesión de Sankara y para él el principal objetivo de cualquier revolución-
era mejorar las condiciones de vida de su pueblo. Que la gente pudiera
alimentarse correctamente, vivir dignamente, acceder a la educación, expresarse
libremente era el objetivo de su trabajo diario. Dio un giro radical a la
economía de su país, centrando todos sus esfuerzos en el desarrollo de la
agricultura y la ganadería, creando centenares de mini-embalses, promoviendo y
protegiendo la producción local frente a los productos importados que sangraban
la economía nacional. Rechazó de plano cualquier ayuda internacional que se
pareciera a una limosna y sólo estuvo de acuerdo en gestionar aquella que
contribuyera a facilitar los objetivos que su gobierno se había marcado para
satisfacción de muchas ONG que veían en esa actitud un modelo de gestión de la
ayuda externa.
Pero todo ello se tuvo que hacer desoyendo las consignas de los organismos
financieros internacionales -FMI y Banco Mundial- y de la Francia de Mitterrand,
que le cortaron, todos ellos y de forma repetida, el acceso a los créditos
necesarios para su programa. Los enfrentamientos con el presidente francés
fueron, por otra parte, sonados. Sankara, en efecto, no tenía ningún reparo, y
lo hizo en alguna ocasión teniendo a Mitterrand a su vera, en reprochar a la
antigua metrópoli su pasado colonial y el empeño en seguir manteniendo el
control sobre los recursos naturales africanos y, para ello, también ejercer el
control político por la vía interpuesta de jefes de Estado locales corruptos y
sumisos.
El nuevo nombre que dio Sankara al país, Burkina Faso La tierra de los hombres
íntegros-, no fue en vano. La población recuperó una dignidad perdida a lo largo
de un siglo de sumisión al poder extranjero, de vejaciones, de miseria, de
represión. Ser burkinabé se convirtió en sinónimo de orgullo en todo el
continente africano. La lucha de Sankara fue asumida por la juventud de todo el
continente, donde se convirtió en un héroe, un líder carismático, el presidente
valiente y honrado que todos los pueblos africanos querían para sí.
Por eso, al día siguiente de su muerte, millones de africanos salieron a la
calle enfurecidos; por ello, aún hoy veinte años después- en las calles de toda
África, en los taxis y en las motocicletas, en los cuadernos escolares, el
nombre y la foto de Sankara están presentes y en los mercadillos se pueden
adquirir grabaciones de sus discursos; por ello, campus y comedores
universitarios de toda África han tomado el nombre de Thomas Sankara.
Por ello su legado sigue siendo hoy la esperanza y el referente de un continente
cuyas extraordinarias riquezas naturales son saqueadas desde hace siglos por el
occidente democrático y civilizado.
Y por ello también, nos proponemos crear un comité español para la celebración
del año Sankara, coincidiendo con el X aniversario de su asesinato y en
coordinación con el comité burkinabé y el comité francés, impulsores de la
iniciativa, que se desarrollara en numerosos países del planeta.
Fuente: lafogata.org