Medio Oriente - Asia - Africa
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Los niños soldados: ¿Víctimas o criminales de guerra?
Bolya Baenga
Rebelión
Traducido por Caty R.
Reseña del libro Enfants–Soldats. Victimes ou criminels de guerre?, Editions Le
Rocher, 2007, del periodista francés Philippe Chapleau
Este libro, que analiza la cuestión de los niños soldados, es un ensayo que se
apoya en cifras y testimonios para ilustrar la narración sobre el reclutamiento
de los niños y los diversos abusos de los que son víctimas. La tesis de la
iconoclasta obra de Chapleau puede resumirse así: Los niños soldados son
"verdaderos combatientes". El tópico de la inocencia infantil salta en pedazos.
La obra empieza en tromba con el relato de Lucien Badjoko -que tenía 12 años en
1996-, antiguo "kadogo" (pequeño en suajili), miembro de las tropas de niños
soldados de Kabila padre que derrocaron a Mobutu. El relato de este chico
congoleño, J’étais un enfant soldat (Yo fui un niño soldado) (Plon, 2005), es el
hilo conductor del libro.
África ostenta el récord de reclutamiento de niños
Para el autor hay varios factores que explican el reclutamiento -masivo- de
niños por los señores de la guerra. En primer lugar el peso de la demografía,
"la explosión juvenil". África ostenta el récord de reclutamiento de niños con
el 41,9 % mientras que la media mundial es del 28,9%. Este vivero nutre un
enorme ejército de reserva. Es la cara de una "demografía de la insurrección".
Está además la pauperización con sus corolarios inevitables: La falta de
escolaridad masiva que afecta a más del 50% de los niños de Mozambique, Etiopía,
Angola, Somalia y "toda África del oeste", y entre el 30% y el 50% en África
central.
Finalmente, la inconsistencia de los estados. Parafraseando a Michel Leiris, el
autor de L’Afrique fantôme (El África fantasma), estamos frente a estados
fantasmas entregados a bandas armadas y organizaciones criminales que no
regatean medios para financiar sus tráficos de drogas, diamantes, maderas
exóticas, coltan o petróleo; es el triunfo del trueque: Armas ligeras contra
diamantes de sangre en Sierra Leona, Liberia…
La edad del kalashnikov
El autor señala con razón que la mayor mutación que favorece la masificación del
fenómeno de los niños soldados es la entrada en la edad del kalashnikov, que se
maneja fácilmente, como un juguete. Más de 500 millones de armas ligeras
circulan por el mundo. "En África se pueden comprar los ‘AK-47’ desde 20
dólares", afirma Philippe Chapleau. A este precio la guerra se convierte en un
videojuego para los chicos. Y "para nosotros la vida no es sagrada", añade
Lucien Badjoko. La muerte se hace virtual y la guerra adquiere una dimensión
lúdica. "Un juego de niños", insiste el autor.
Las campañas de las ONG como "Handicap International" contra las minas
antipersonas o las armas ligeras y las de Oxfam contra los diamantes de sangre,
a pesar del enorme éxito de la película Blood Diamond (Diamante de sangre),
tienen muy poco impacto en el imaginario de la comunidad internacional y sobre
todo en los señores de la guerra del continente africano. Para estos últimos el
kalashnikov sigue siendo un juguete.
Las niñas, esclavas sexuales y niñas soldados
Según Philippe Chapleau, de los 30.000 niños soldados de la República
Democrática del Congo, el 40% son chicas. Y en Uganda, de 30.000 small soldiers
(pequeños soldados), el 30% son lindas muchachas. Las niñas representarían un
tercio de las tropas del ejército de resistencia del "señor". En los años 80,
15.000 chicas de 13 a 17 años "sirvieron" en las tropas del "Tigray People
Liberation Front" (Frente de Liberación Tigré de Etiopía, N. de T.) que combatía
el poder totalitario del ex presidente etíope Mengistu. Estas muchachas
representaban el 15% de "todas las fuerzas combatientes".
Y lo que es más inquietante, las niñas son por turno espías, cocineras, criadas
para todo (en sentido literal y figurado) y esclavas sexuales. Sin olvidar la
utilización sistemática y a gran escala de la violación como arma de guerra
contra las mujeres y niñas. Para ilustrar su declaración, el autor cita a varios
autores africanos, particularmente a China Keiitetsi, una antigua niña soldado
autora de La Petite fille à la Kalachnikov (La niña del Kalashnikov) (Ed.
Complexe, 2004). Y por supuesto, Allah n’est plus obligé de Amadou Kourouma y
Johnny chien méchant de Emmanuel Dongala.
El niño-soldado es un arma de guerra moderna
Ciertamente Philipe Chapleau recuerda que la droga (en Liberia y Sierra Leona) y
el alcohol (en la República Democrática del Congo), se utilizan como narcóticos
para "poner a punto" a los niños soldados. Pero el autor insiste en el hecho que
el niño soldado es "dócil" y "amoral". Sacrilegio. Un tabú es un asunto cuya
simple evocación adquiere la apariencia de una violación… Con la adicción al
alcohol y las drogas no es extraño que pasen esas cosas…
Todavía más grave para los ejércitos occidentales y para las fuerzas de
conservación de la paz es que, según los Cascos azules, el niño soldado es un
arma que los incapacita para actuar: "No podemos contraatacar sin traicionar
nuestra ética de cara a los chicos y chicas"; un terrible problema estratégico,
filosófico y militar…
En Les anges cannibales (Ed. Le Rocher, 2004), el "general Mosquito" de Sierra
Leona presentaba así al ejército más poderoso de África, los niños soldados:
"¿En Liberia? ¡Hay quince mil! ¡Combaten a los dictadores en Angola, el Congo,
Zaire, Somalia, en todos los frentes! ¿En África? ¡Son por lo menos ciento
cincuenta mil!... Están por todas partes". Pero la guerra, las guerras de
rapiña, son máquinas de fabricar la miseria, la pobreza masiva absoluta: El
subdesarrollo del Continente Negro…
Texto original en francés: http://www.afrik.com/article12156.html
El escritor Bolya Baenga nació en 1957 en Zaire. Vive en París y en 1986 recibió
el «Grand prix littéraire d'Afrique noire» por su primera novela, Cannibale. Es
autor de varias obras más, entre ellas: Afrique, le très faible maillon (2002) y
La Profanation des Vagins: Le viol, arme de destruction massive (Le Serpen à
plumes, 2005). Bbolya@yahoo.com
Caty R. pertenece a los colectivos de Rebelión, Tlaxcala y Cubadebate. Esta
traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad
y mencionar al autor, a la traductora y la fuente.