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«Nuestra lección del holocausto reza: ¡Humanidad!»
Discurso de Felicia Langer con motivo del 40 aniversario de la ocupación de Cisjordania, la franja de Gaza, Jerusalén Este y los altos del Golán sirios
Traducido por Javier Fdez. Retenaga
El 9 de junio de 2007, en el contexto del Día internacional de movilizaciones
contra la ocupación, tuvo lugar una manifestación en Berlín. Felicia Langer,
abogada israelí defensora de los derechos humanos y escritora galardonada con el
Premio Nobel Alternativo, fue la oradora más célebre. A continuación,
transcribimos su discurso:
La ocupación más larga del siglo ha cumplido 40 años. Comenzó tras la denominada
Guerra de los seis días, una guerra ofensiva planeada por Israel que estalló el
5 de junio de 1967 y dura hasta hoy. Estoy ante ustedes como testigo de la época
y testigo ocular de esa ocupación de Cisjordania, la franja de Gaza, Jerusalén
este y los altos del Golán sirios. En mis libros he descrito los horrores de esa
ocupación a fin de dar voz a las víctimas de las zonas ocupadas, una voz que se
escuchara en Israel y en todo el mundo, como escrito de acusación y llamada de
auxilio.
En 1967 Israel se convirtió en un imperio, en un vencedor que dijo a los
palestinos: «¡Ay de los vencidos!», «Vae victis!»
De este modo, el vencedor perdió los valores morales que le quedaban. Se
convirtió en asesino y criminal de guerra. Arrebató a los palestinos sus tierras
más valiosas y las colonizó, y lo ha seguido haciendo hasta hoy en día. Sigue
teniendo prisioneros a miles de palestinos. Construye un muro de apartheid en el
corazón de Cisjordania, un auténtico monumento a la infamia, a pesar del
dictamen del más alto tribunal de la ONU, en La Haya, en 2004, que sentenció que
el muro en la zona palestina vulnera el derecho internacional. El vencedor
mantiene vigente el único sistema de apartheid del presente, y trata además de
aparecer como víctima.
Israel podría haber sellado hace tiempo la paz con los palestinos si, como exige
el derecho internacional —por ejemplo la resolución 242 de la ONU, de 1967—,
hubiera puesto fin a la ocupación, desmantelado todos los asentamientos y
resuelto el problema de los refugiados. La mayoría de los palestinos, incluidos
sus dirigentes, están desde hace tiempo dispuestos a una paz bajo tales
condiciones: desde hace mucho tiempo la parte palestina da a entender a Israel
que se daría por satisfecha con el 22% de la Palestina histórica, y la comunidad
internacional pide igualmente, desde hace decenios, la retirada de Israel a las
fronteras anteriores a la Guerra de los seis días. Sin embargo, el vencedor no
se da por satisfecho con el 78% de la Palestina histórica. Quiere más tierras
aún. Sigue insaciable y, con el apoyo diplomático, económico y militar de los EE
UU, se impone por vía de hecho.
También la iniciativa saudí, aprobada por la Liga Árabe en 2002, en Beirut, y
ratificada en marzo de 2007, en Riad, incluye el reconocimiento de Israel y la
normalización de las relaciones con los países árabes si Israel se retira de
todas las zonas ocupadas en 1967, se instaura un Estado palestino viable y la
cuestión de los refugiados se resuelve conforme al derecho internacional. Si no
se repara la injusticia de la expulsión de los palestinos en 1948, no habrá paz.
Pero Israel rechaza esta iniciativa, así como la disposición de Hamás a aceptar
la solución de dos Estados.
Israel sigue construyendo asentamientos en las zonas ocupadas y se propone
edificar 20.000 nuevas casas en Jerusalén y en el valle del Jordán. Hasta la
fecha hay alrededor de 460.000 colonos, pese a que los asentamientos de una
potencia ocupante en las zonas ocupadas vulneran el derecho internacional y han
sido condenados por diversas resoluciones de la ONU.
Sólo el veto de los EE UU en el Consejo de Seguridad «protege» a Israel de las
consecuencias de sus actuaciones ilegales. Innumerables resoluciones de la ONU
acumulan polvo en los archivos israelíes, y los palestinos quedan sin protección
alguna. ¡Pero los palestinos necesitan esa protección internacional para
sobrevivir! Y la necesitan ahora. Esto es lo que sucede con los vencidos cuando
el mundo calla. Pero los palestinos no capitulan, no tiran la toalla.
No tolerarán la arrogancia del poder. Ni del israelí ni del estadounidense. Se
mantendrán firmes y conservarán su dignidad. No descansarán hasta alcanzar la
libertad y conseguir la paz que les corresponde, una paz justa. Los mejores
israelíes, los que se solidarizan con los vencidos, saben que esa paz será
también una bendición para Israel.
Ay de los vencedores que, tras tantos años de sangre, aún no lo han entendido.
La utilización del terror contra la población palestina dura ya 40 años. De una
población de 3,5 millones de palestinos, más de 600.000 han sido encerrados en
prisiones israelíes.
En la actualidad hay más de 11.000 prisioneros palestinos, entre ellos 400 niños
y 425 mujeres. Más de 1000 prisioneros se encuentran en arresto administrativo
(así lo llaman), sin proceso judicial, sin acusación y sin posibilidad de
conocer las «pruebas» que hay contra ellos. Conozco este encierro sin esperanza
por mi propia experiencia como abogada. Y las detenciones en masa continúan.
Ahora, también, 33 políticos de Hamás, diputados y ministros. Las torturas
durante los interrogatorios se han convertido en el procedimiento habitual. He
visto en mis clientes, con mis propios ojos, las heridas provocadas por la
tortura. He demandado a los torturadores, pero ha sido en vano.
A quienes quedaron impresionados por las imágenes de las torturas en la cárcel
iraquí de Abu Ghraib quisiera aclararles que muchos de esos métodos de tortura
son métodos israelíes, como un abogado estadounidense corroboró a uno de los
acusados en los EE UU. Y los interrogadores israelíes continúan torturando.
Cientos de puestos de control (checkpoints) despedazan Cisjordania.
Representan una completa restricción de la libertad de movimiento de los
palestinos: en su camino a la escuela, al trabajo, al hospital. Las mujeres que
dan a luz en los controles a menudo pierden sus hijos y lo pagan también con su
propia vida. Incluso el Banco Mundial ha criticado la situación causada por los
puestos de control.
Hay calles sólo para judíos. Israel controla el 83% del agua, el 80% para su uso
exclusivo. Los asentamientos israelíes se llenan de vegetación mientras los
poblados palestinos se resecan por falta de agua.
Otro cruel medio de ocupación es la destrucción masiva de las casas de los
palestinos. Quisiera mencionar aquí a los israelíes que luchan por la paz, a
quienes se oponen a la destrucción de viviendas y a quienes se manifiestan con
los palestinos contra el muro del apartheid, como por ejemplo en Bilín, en
Cisjordania; o a las mujeres de «Machsom Watch», que vigilan los puestos de
control para evitar los frecuentes malos tratos a los palestinos; a los
objetores de conciencia y demás.
Ente las medidas más peligrosas se cuentan las sangrientas invasiones de las
zonas ocupadas por parte del ejército israelí, con miles de palestinos muertos,
como en Gaza en 2006, los bombardeos y los llamados «asesinatos selectivos», una
idea de los nazis, dicho sea de paso. Son ejecuciones extrajudiciales. Muchos
cientos de palestinos han sido víctimas de este tipo de ejecuciones. Según el
derecho internacional y la Convención de Ginebra de 1949, se trata de terrorismo
de Estado y crímenes de guerra.
También Gaza es un ejemplo de esto. Es la cárcel más grande del mundo, con
millón y medio de habitantes para 365 kilómetros cuadrados: cerca de 4.000
habitantes por kilómetro cuadrado. El relator de derechos humanos de Naciones
Unidas para Oriente próximo, John Dugard, dijo que Israel ha transformado Gaza
en una prisión y ha arrojado la llave al mar.
Israel ha destruido las infraestructuras de Gaza, y esta destrucción continúa.
Podría decirse que Israel maneja Gaza por control remoto. Del resto se encarga
el boicot, como castigo a los palestinos por haber elegido democráticamente a
Hamás. El 70% de la población de Gaza vive por debajo del umbral de la pobreza y
el 50% de los niños están subalimentados. Hay hambruna. Es un boicot sin
precedentes, exigido por Israel ¡y aceptado por la comunidad internacional!
También la población de Cisjordania pasa hambre, ¡en la fértil Palestina! Y todo
ello tras la formación en Palestina de un gobierno de unidad nacional que
representa casi la totalidad del espectro político. ¡El boicot es una
vulneración de los derechos humanos!
También en Israel hay sufrimiento y víctimas inocentes. Toda muerte es una
muerte de más. ¡Se podría hacer la paz! Condeno enérgicamente todo ataque a
civiles, son contrarios al derecho internacional. También los cohetes Al Kasam
procedentes de Gaza. Pero Israel, con su política de opresión y constantes
provocaciones a los palestinos, allana el camino para que tales hechos se
produzcan.
Hay que entenderlo de una vez: la ocupación —tal como la he descrito—es, per se,
una materialización de la violencia que provoca más violencia como respuesta.
Por tanto, sólo hay una manera de acabar con la espiral de violencia: ¡hay que
poner fin a la ocupación!
Ronnie Kasril es el ministro responsable de los servicios secretos de Sudáfrica,
es judío y un antiguo luchador contra el apartheid. Nuestro concienzudo
periodista Gideon Levy tuvo un encuentro con él, en Sudáfrica, y lo cita en el
diario israelí «Haaretz», del 25 de mayo: «La ocupación me recuerda la época más
negra del apartheid; sin embargo, nunca llegamos a ver tanques y aviones que
abrieran fuego sobre la población civil. Es una monstruosidad que nunca antes
había visto. Ahora se levanta un muro, puestos de control y calles sólo para
judíos. Se me revuelve el estómago incluso a mí, que he crecido bajo el
apartheid. Esto es cien veces peor."
La organización israelí defensora de los derechos humanos Btselem informa de
que, desde mediados de agosto de 2006 hasta mediados de abril de 2007, el
ejército israelí ha matado a 567 palestinos, entre ellos 110 niños. Y eso sólo
en Gaza.
¿Cómo es posible que Israel haya podido practicar impunemente semejante política
criminal durante 40 años, despreciando numerosas resoluciones de la ONU, y que
la comunidad internacional —también Alemania— permanezca callada?
El masivo apoyo financiero estadounidense (incluido el del lobby
proisraelí), con 3 mil millones de dólares anuales, y un enorme apoyo militar
(submarinos alemanes incluidos), han permitido que Israel se convierta en la
cuarta potencia militar del mundo y, dotada de armas nucleares, la mayor de
Oriente próximo, en el más fiel aliado para proteger los intereses de los EE UU.
Pero eso no es todo. Israel manipula la Historia, nuestra tragedia, el
holocausto, para ahogar toda condena del comportamiento israelí y tacharla de
antisemitismo. Todo ello para poder continuar oprimiendo a los palestinos
tranquilamente. ¡Y les ha seguido funcionando hasta hoy!
Lo digo como superviviente del holocausto, cuyo marido estuvo preso en cinco
campos de concentración nazis y fue el único superviviente de su familia. Los
muertos no pueden defenderse, pero nosotros, los vivos, nos defendemos. Junto a
miles de judíos, también de los EE UU (no todos los judíos pertenecen allí al
lobby israelí), decimos: ¡No en nuestro nombre! Nuestra lección del
holocausto reza: ¡humanidad!
¡Hay que presionar a Israel para conseguir que dé un giro a su política de
rechazo a la paz! La paz con justicia será una bendición también para el pueblo
israelí.
Esta ocupación, el único sistema de apartheid del presente, no tiene cabida en
el mundo.
Nos dirigimos a la opinión pública mundial, que tiene un poder colosal, con una
llamada de auxilio.
¡Abogamos por la solidaridad internacional con los palestinos y con los
israelíes que luchan por la paz! ¡En nombre del derecho internacional, que es
universal, que vale para todos!
¡Juntos podemos!
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