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África: incumplidas promesas de los ricos
Yadira Cruz Valera
Prensa Latina
El grupo de los siete países más industrializados y Rusia (G-8) comunicaron
hoy que destinarán 60 mil millones de dólares para combatir el SIDA y otras
enfermedades en Africa.
Iniciativas como estas fueron acordadas hace ya dos años, en Gleneagles,
Escocia, cuando estas naciones propusieron ayudar a los países más pobres con 50
mil millones de dólares hasta el 2010, la mitad de ellos ofrecidos al continente
africano.
De esa cifra se cree que habrá un déficit de 30 mil millones en relación con lo
pactado originalmente, declararon organizaciones contra la pobreza y grupos de
ayuda humanitaria.
Un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico
reveló que las contribuciones de los más desarrollados disminuyeron un cinco por
ciento en el 2006.
Muhammad Yunus, Premio Nobel de la Paz del pasado año, aseguró en Alemania,
donde tuvo lugar la reunión del G-8, que el programa millonario de ayudas a
Africa aprobado para combatir el SIDA, la tuberculosis y la malaria es "sólo una
lucha contra los síntomas".
Para algunas Organizaciones No Gubernamentales que trabajan en la región ese
monto no cubre los objetivos de la ONU de extender los tratamientos a la mayor
parte de la población africana.
La cifra de 60 mil millones de dólares representa "un límite a la ambición que
acabará costando millones de vidas más", afirmó Stave Cockburn, miembro de Stop
AIDS Campaign.
En los 25 países africanos más afectados la pandemia mató a siete millones de
trabajadores agrícolas desde 1985 y podrían morir otros 16 millones de personas
en los próximos 20 años, estima la FAO.
Africa tiene tan sólo una décima parte de la población mundial y el 83 por
ciento de las muertes por SIDA se reportan allí, donde conviven, además,
millones de niños seropositivos y huérfanos a causa del mal, de acuerdo con
estadísticas de las Naciones Unidas.
En nueve países de la región subsahariana más del 10 por ciento de la población
adulta padece la enfermedad y en Botswana, Namibia, Swazilandia y Zimbabwe,
entre el 20 y el 26 por ciento de la población de 15 a 49 años de edad es
portador del virus.
La tuberculosis y la malaria son otras dos enfermedades que golpean al
continente y están estrechamente relacionadas con los enfermos del Síndrome de
Inmunodeficiencia Adquirida.
Todos los años cerca de dos millones de personas mueren a causa de la
tuberculosis, a pesar de la disponibilidad de tratamientos que son eficaces en
un 95 por ciento de los casos, afirman especialistas del Fondo Mundial contra
las tres enfermedades.
La malaria cuesta a los países africanos pérdidas anuales de 12 mil millones de
dólares en su Producto Interno Bruto, en cambio, su control supondría unos dos
mil millones de dólares cada año, según estadísticas oficiales.
El declive económico, el colapso de los sistemas sanitarios, la aplicación
insuficiente de medidas de control de la tuberculosis, la malaria y la
propagación del VIH SIDA produce un aumento considerable de esas enfermedades en
el continente.
Unase a ello la pobreza, los bajos niveles de instrucción, la falta de servicios
básicos de salud, la malnutrición y las inadecuadas condiciones de vida que
contribuyen a su propagación.
Desde 1998 el académico Desmond Cohen advirtió que el aumento de esas
enfermedades está vinculado al incremento de la pobreza.
En sentido más general es la falta de programas efectivos encaminados a crear
medios de vida sostenibles lo que limita las posibilidades de cambiar las
condiciones socioeconómicas de los desposeidos, dijo Cohen.
A menos que cambie la realidad de vida de los pobres -afirmó- persistirán las
conductas que los exponen a estas enfermedades