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ANGOLA: De la guerra civil al boom económico
Maximiliano Sbarbi Osuna
Una muerte ocurrida en Angola hace cinco años, promovió un acuerdo entre el gobierno de tendencia marxista y la guerrilla pro occidental. A comienzos de 2002, la calma parecía lejana, luego de más de un cuarto de siglo de guerra civil, pero esa muerte no sólo fue la causante de que se pusiera fin al sangriento enfrentamiento sino que además sería el comienzo de un inesperado y espectacular crecimiento económico.
El 4 de abril se cumplieron cinco años de la firma del tratado que permitió que por primera vez en su historia independiente, Angola alcanzase la paz. Jonas Savimbi, líder de la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA) - guerrilla contraria al gobierno - murió asesinado el 27 de febrero de 2002 en una emboscada tendida por el gobierno. Días más tarde los guerrilleros y el presidente se sentaron a negociar la paz y el fin de la guerra civil que duró 27 años.
Origen del conflicto
Desde la llegada de los portugueses en 1482 hasta comienzos del siglo XIX, la población de Angola se vio reducida por el tráfico de esclavos, luego sobrevino la ocupación colonial, después de la Conferencia de Berlín de 1885, hasta 1975 cuando cayó la dictadura del gobierno fascista de Salazar en Portugal.
Desde esa fecha y por 27 años, Angola padeció una cruenta guerra civil, en la que murieron casi un millón de personas, cuatro millones tuvieron que desplazarse, hubo más de cien mil mutilados por las minas y además dejó alrededor de 50 mil huérfanos.
Savimbi recibió el apoyo de Washington y de la Sudáfrica del Apartheid, en cambio el gobierno angoleño, encabezado desde 1979 por el actual presidente José Eduardo Dos Santos mantuvo en su territorio a 50 mil soldados cubanos y armas provenientes de la Unión Soviética.
Una vez retirado de África, Portugal nombró para gobernar el país a los líderes del marxista Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA). Al verse desplazado del poder, Savimbi y la UNITA recurrieron a la ayuda occidental dando origen a la guerra civil, conformando así un escenario más de conflicto bélico dentro del marco global de la Guerra Fría.
Crecimiento sin precedentes
La masiva llegada de inversiones extranjeras de todo el mundo desarrollado, después de 2002, ha provocado el ingreso de divisas como jamás ha ocurrido en la historia de Angola. Actualmente, es el segundo productor de petróleo de África, pero si la extracción sigue creciendo y la exportación nigeriana continúa disminuyendo, en pocos años, Angola va a encabezar la lista de productores de crudo africano.
El ritmo de crecimiento petrolífero ha sido del 22% en los últimos años, y está próximo a los 1,6 millones de barriles diarios. De acuerdo con el FMI, en 2007 el ritmo de produccion petrolera podría llegar a alcanzar el 40,9%.
Los mayores inversores en esta área son Estados Unidos y China, que acaparan el 80 % del negocio petrolero angoleño, el resto está repartido entre compañías europeas y la estatal Sonangol.
La segunda fuente de divisas de Angola es la exportación de diamantes, con los cuáles se financiaba la guerrilla durante la guerra civil. Ahora que los yacimientos permanecen en manos del gobierno, Angola alcanzó a ser el cuarto exportador mundial de diamantes y su producción superó los 1.100 millones de dólares solamente en 2005.
Otro de los grandes problemas en 27 años de conflicto fue la terrible inflación, que empobrecía cada vez más a la población. Aparentemente, ahora, está bajo control. Según el FMI, en 2003 la inflación superaba 100 % y se espera que caiga al 8% a finales de este año.
Además, el ingreso de divisas ha permitido a Angola cancelar parte de su millonaria deuda externa, que en 2004 ascendía a más de 9.500 mil millones de dólares.
Presiones externas
A pesar de la llegada de millonarios capitales inversores, muchos organismos y gobiernos extranjeros le exigen al presidente Dos Santos que abra su economía.
Angola debe sostener este crecimiento para lograr sacar de la pobreza a sus casi 17 millones de habitantes. Los principales obstáculos para lograrlo son la enorme corrupción de su gobierno y la escasa participación estatal en la renta petrolera. Por ahora, los yacimientos de diamantes están en su mayoría en poder del gobierno, pero si las privatizaciones exigidas por los organismos multilaterales de crédito y los países acreedores de Angola se llevan a cabo, la ex colonia africana volverá a ser dependiente de las potencias dominantes, como lo ha sido por siglos de Portugal, el tráfico de esclavos y saqueo de sus recursos.
Atraso social
La mayor parte de la población no ha percibido una mejora sustancial en su calidad de vida. Las infraestructuras del país han quedado destruidas, en cinco años no se han podido o no ha habido voluntad política para restituirlas. Solamente dos de cada diez angoleños tiene acceso a la electricidad, el resto utiliza la madera para producir energía o calor, lo que conduce a un serio riesgo de deforestación.
Las minas anti personales no han sido retiradas después de la guerra. Cifras oficiales calculan que hay unas 10 millones, lo que atenta con cualquier tipo de normalización de la vida civil.
Las rutas, los caminos y los puentes están destruidos, las escuelas no tienen libros, los hospitales están colapsados y carecen de insumos.
El 85% de la población vive de la agricultura. La mortalidad infantil es alarmante: 260 niños por cada mil nacimientos.
Maximiliano Sbarbi Osuna