Medio Oriente - Asia - Africa
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Palestina: Ecología política de un desastre
James Petras
Rebelión
Traducido por S. Seguí
El lunes 26 de marzo de 2007, en el norte de la Franja de Gaza, un río de
aguas fecales y basuras desbordó un dique de tierra en mal estado e inundó un
campo de refugiados, lo que obligó a 3.000 palestinos a abandonar sus hogares.
Cinco de los pobladores se ahogaron, 25 resultaron heridos y docenas de
viviendas destruidas.
El New York Times y el Washington Post, así como las cadenas de televisión,
culparon al mal estado de las infraestructuras. The Daily Alert, órgano oficial
de la Conferencia de presidentes de las principales organizaciones judías de
Estados Unidos, responsabilizó a los propios palestinos, por haber retirado
arena del dique para venderla a contratistas de la construcción, con lo cual
debilitaron su estructura. El desastre de Umm Naser, nombre de la población
afectada, es un ejemplo emblemático de los peores aspectos de las políticas
estadounidense e israelí en Oriente Próximo. El desastre de esta población
aislada tiene su origen, en primer lugar y principalmente, en Washington, donde
el AIPAC[1] y sus aliados políticos han conseguido el respaldo efectivo de
Estados Unidos al boicot financiero y económico del gobierno palestino, a raíz
de la victoria electoral democrática de Hamas. La victoria del AIPAC en
Washington repercutió en Europa y más allá, y tuvo como resultado que la Unión
Europea aplicase sanciones que significaban el fin de la financiación de todos
los nuevos proyectos de infraestructuras y de mantenimiento de las instalaciones
ya existentes. En las convenciones del AIPAC, desde 2005 a 2007, los líderes de
los dos principales partidos estadounidenses, los líderes del Congreso y la Casa
Blanca se comprometieron a seguir aplicando la estrategia de boicot y sanciones
ideada por el AIPAC.
Esta organización celebró públicamente su éxito en impulsar las políticas
israelíes y se jactó de la autoría de la legislación. Además de provocar
desnutrición, estas políticas socavaron todos los proyectos de mantenimiento de
obras públicas.
Fueron asimismo fundamentales en este desastre los bombardeos masivos sufridos
por Gaza en el verano de 2006, la destrucción de carreteras, puentes,
instalaciones de tratamiento de aguas residuales, instalaciones de saneamiento
de agua y plantas de energía eléctrica. El norte de Gaza fue uno de los
principales objetivos de los ataques, lo que causó daños importantes en una
infraestructura de por sí precaria, a la vez que impuso nuevas cargas sobre los
presupuestos gubernamentales, entre otros para el mantenimiento de las
instalaciones de tratamiento de aguas residuales y los correspondientes
embalses.
El bloqueo económico de Israel a Gaza ha incrementado el desempleo, la pobreza y
el hambre hasta niveles desconocidos. Más del 60% de la población de Gaza está
desempleada y muchas familias con niños de corta edad han visto su ración
alimenticia reducida a una comida por día. Los cabezas de familia se ven
obligados a buscar desesperadamente, por cualquier medio, los recursos
necesarios para comprar una libra de legumbres, aceite, arroz y harina para
amasar pan. Es posible que, forzados por el boicot de Estados Unidos y la Unión
Europea inducido por El AIPAC, y por los bombardeos y el bloqueo israelíes,
algunos trabajadores desesperados retirarán arena del dique. El pretexto citado
por la citada Conferencia de presidentes de organizaciones judías
estadounidenses pretende culpar a las víctimas palestinas de sus propios
sufrimientos y eximir de toda responsabilidad a los israelíes, el AIPAC y sus
clientes del Congreso.
La citada Conferencia ha justificado los 39 años de ocupación israelí y la
negligencia criminal de las instalaciones básicas de tratamiento de aguas
residuales de Gaza. De hecho, Israel gasta menos del 2%, en términos
proporcionales a la población, en servicios básicos en los Territorios Ocupados
de lo que está obligado a invertir como autoridad responsable con arreglo a la
legislación internacional. Grupos de derechos humanos israelíes, además de las
Naciones Unidas, han documentado la insensible dejación de responsabilidades por
parte de Israel hacia los civiles palestinos que sufren su brutal ocupación. No
es sorprendente que en la Conferencia de presidentes judíos estadounidenses sólo
se les ocurra culpar a los empobrecidos palestinos por la rotura de un primitivo
dique de tierra y por las consiguientes muertes.
En la medida en que pueda hacerse responsable del hecho a algún líder palestino,
debe señalarse a la OLP, apoyada por EE UU e Israel, y a su responsable titular
Mahmoud Abbas, que recibe toda la ayuda humanitaria que llega a Palestina. Las
decenas de millones de dólares correspondientes a los impuestos palestinos
retenidos en bancos israelíes fueron entregados a Mahmoud Abbas y su contacto de
la CIA, Mohammed Dahlen, para que los destinasen a armar a sus patrullas anti
Hamas. En estos últimos 20 años, los líderes "moderados" de la OLP y sus
amiguetes capitalistas, apoyados por EE UU, han dirigido decenas de millones de
dólares y euros a sus cuentas bancarias particulares situadas en países seguros,
con la aquiescencia de sus patrones europeos, estadounidenses e israelíes. Al
fin y al cabo, ¿qué representa un poquito de corrupción en Palestina si con ello
conseguimos en reforzar un grupo incompetente de líderes complacientes? La
desgracia de los pobladores de Umm Naser, inundados en sus propias aguas
fecales, no fue resultado del destino ni de negligencias o robos locales, fue
una consecuencia directa de todo a lo que está mal en las políticas de Estados
Unidos hacia Oriente Próximo, del respaldo de este país a una brutal potencia
colonial y a sus poderosas a voces y organizaciones de Washington.
Umm Naser se reproduce en toda Palestina, Iraq y Líbano: millones de pobladores
árabes sufren las consecuencias de las guerras preventivas lanzadas para
reforzar al Gran Israel, tal como lo han afirmado públicamente el presidente
Bush y su vicepresidente a la hora de justificar la agresión.
Sus compromisos siguen al pie de la letra el guión escrito por el lobby judío,
que a su vez coincide exactamente con los deseos del Ministerio de Asuntos
Exteriores israelí.
[1] AIPAC: The American Israel Public Affairs Committee, principal lobby
proisraelí de EE UU. (N. del T.) Artículo relacionado: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=48997
S. Seguí es miembro de Cubadebate y Rebelión.