Medio Oriente - Asia - Africa
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Paso a paso hacia el desastre
Jaled Amayreh
Al Ahram Weekly
Traducido para Rebelión por Sinfo Fernández
No hay duda que el año 2006 será considerado por los historiadores como uno
de los más tumultuosos en los anales de la historia de Palestina.
El 25 de enero se celebraron por fin elecciones legislativas en Cisjordania, la
Franja de Gaza y Jerusalén Este tras varios aplazamientos y retrasos, debidos
fundamentalmente al temor del anterior partido gobernante en la Autoridad
Palestina de no estar lo suficientemente bien colocado como para salir
triunfante de las votaciones.
Las elecciones estuvieron controladas por cientos de observadores extranjeros,
incluido el ex presidente estadounidense Jimmy Carter, quien atestiguó sobre la
justicia, transparencia y carácter democrático de las mismas.
Los resultados de las elecciones mostraron que los temores de Fatah estaban
justificados. Hamas consiguió 75 de los 132 escaños que conforman el Consejo
Legislativo Palestino, obteniendo Fatah sólo 47 escaños y yendo a parar los
restantes a unos cuantos independientes y a una serie de pequeños partidos
izquierdistas, liberales y laicos. Para Fatah, el resultado representó una
derrota humillante para un movimiento que siempre, desde su formación en 1965,
se había considerado a sí mismo como la encarnación de las esperanzas y
aspiraciones de libertad y liberación del pueblo palestino.
De ahí que a Fatah le costara mucho aceptar los resultados a pesar de sus
manifestaciones públicas en sentido contrario. Hamas parecía también haberse
superado a sí mismo al no haber siquiera imaginado que podría conseguir tantos
escaños. El gran triunfo de Hamas supuso un auténtico reto para una organización
que continuaba siendo, esencialmente, un movimiento de resistencia con pocos
contactos.
Al haberse ganado la confianza del pueblo, el liderazgo de Hamas –especialmente
en la Franja de Gaza, de donde el ejército israelí se había retirado pero
continuaba controlando cielos, aguas y pasos de frontera- hizo esfuerzos
agotadores para conseguir que Fatah y otras facciones palestinas se unieran en
un "gobierno de unidad nacional" dirigido por ellos. Fatah entabló negociaciones
con Hamas, pero desde el principio dejó muy claro que había tomado ya una
decisión: no ser el socio menor en ningún gobierno dominado por Hamas.
Este boicot al gobierno, considerado por muchos una consecuencia de las
presiones de EEUU, forzó finalmente a Hamas a formar su propio gobierno
encabezado por Ismail Haniyeh. Hamas pensaba, acertadamente, que la sede
principal del gobierno debía estar en la Franja de Gaza y no en Ramala como
había estado siempre, ya que el ejército ocupante israelí podría arrestar
fácilmente, si hubieran establecido sus sedes en Cisjordania, al primer
ministro, al ministro de asuntos exteriores y al ministro del interior.
Los cálculos de Hamas resultaron más que acertados. Tan pronto como se formó el
gobierno y empezó a funcionar, el ejército israelí le declaró la guerra de todas
las formas posibles, incluyendo el acorralamiento de los diputados islamistas
recién elegidos, el asalto a las oficinas de Hamas y posterior toma como rehenes
de figuras políticas clave del nuevo gobierno, incluido Aziz Duwaik, el moderado
portavoz del parlamento palestino, el primer ministro adjunto, Nasseruddin Al-Shaer,
y otros nueve ministros del gabinete y 30 diputados que tenían sus oficinas en
Cisjordania. La mayor parte de estos funcionarios siguen encarcelados en Israel,
sin acusaciones ni juicios.
Israel cortó también las transferencias a la AP de unos 55 millones de dólares
mensuales procedentes de los impuestos de las importaciones palestinas
destinadas a Cisjordania y la Franja de Gaza y que tienen entrada por los
puertos marítimos israelíes, impidiendo así que el gobierno palestino pudiera
recibir hasta el 40% de sus ingresos financieros.
Además, Israel, ejerciendo su inmensa influencia en Occidente, presionó a EEUU y
a la UE para que impusieran un bloqueo financiero sobre la Autoridad Palestina
sin límite de fechas. Los EEUU y la UE no sólo imposibilitaron todas las
modalidades de ayuda financiera directa e indirecta al nuevo gobierno sino que
amenazaron también con meter en una lista negra a cualquier banco, incluidos los
bancos palestinos, que se implicaran en operaciones financieras con el gobierno
de Hamas.
Este hermético bloqueo, unido a una oleada tras otra de acciones de guerra
psicológica contra Hamas, imposibilitaron que el gobierno pudiera pagar los
salarios de alrededor de 165.000 funcionarios y empleados públicos, incluidos
más 60.000 oficiales de seguridad y policías que en su mayoría son leales a
Fatah. En su guerra contra el gobierno de Hamas, Israel castigó colectivamente,
con efectividad absoluta, a casi cuatro millones de palestinos de Cisjordania y
la Franja de Gaza, poniendo al borde de la inanición a decenas de miles de
empobrecidas familias palestinas.
Para poder afrontar este asedio implacable, el gobierno dirigido por Hamas
recurrió a medidas de austeridad, incluyendo recortes del gasto publico para
ahorrar tanto dinero como fuera posible a fin de pagar los salarios de los
funcionarios. Sin embargo, estuvo claro desde el principio que las medidas de
austeridad más eficientes no bastarían para resolver el problema. Finalmente,
funcionarios y ministros del gobierno fueron enviados en diversas misiones a las
capitales de países árabes y musulmanes afectos donde lograron obtener algunos
fondos.
La Liga Árabe destinó también una suma mensual de 55 millones de dólares a
aliviar los sufrimientos palestinos, pero los pagos se vienen haciendo con una
frecuencia irregular.
Ingresar fondos en efectivo en los territorios ocupados mostró ser un objetivo
harto difícil. Con los bancos regionales y locales temiendo las sanciones
estadounidenses, rechazando hacer transferencias de fondos de ayuda árabes e
islámicos a los territorios ocupados, los funcionarios del gobierno se vieron
forzados a recurrir a medios primitivos y desesperados para introducir el
dinero, empaquetando millones de dólares en maletas y metiéndolos en Gaza a
través de cruce fronterizo de Rafah. Se cree que unos 70 millones de dólares han
entrado por esta vía.
Al no poder derrotar al gobierno de Hamás a través de sanciones financieras,
Israel recurrió a ataques mortíferos e incursiones asesinas en la Franja de Gaza,
matando e hiriendo a cientos de civiles palestinos.
Efectivamente, los ataques israelíes alcanzaron una audacia desconocida en
muchos años, incluyendo la exterminación de familias palestinas completas, bien
bombardeando sus hogares en medio de la noche o aniquilándolas en un día de
excursión por la playa de Gaza (como le sucedió a la familia Ghalya).
Las obscenas matanzas de civiles palestinos contribuyeron a fortalecer la
resistencia palestina, incluyendo los lanzamientos de misiles caseros Qassan
sobre asentamientos judíos cercanos. Aunque estos improvisados "cohetes"
inflingieron pocas bajas en la parte israelí, causaron mucha ansiedad y pánico
entre los colonos judíos que constantemente presionaban a su gobierno para que
"destruyera Gaza".
El 25 de julio, los combatientes de la resistencia palestina llevaron a cabo un
audaz asalto a las instalaciones militares israelíes cerca de Rafah, matando a
dos soldados israelíes y capturando a otro más. La operación enfureció al
gobierno israelí, que la consideró como una "violación de las reglas del juego",
amenazando con desencadenar una guerra abierta contra Gaza para forzar a los
palestinos a liberar al soldado capturado.
Las amenazas se cumplieron de forma inmediata, con aviones de combate israelíes
bombardeando institutos, colegios, calles y edificios gubernamentales por toda
la Franja de Gaza, además de su única central eléctrica. Como es habitual, los
EEUU se mantenían firmes en su apoyo a Israel, culpando a los palestinos de
provocar al estado sionista.
Los bombardeos aéreos duraron varias semanas y sólo se detuvieron temporalmente
cuando el ejército israelí se lanzó por el norte a otra guerra contra Hizbollah.
La campaña de Gaza dejó más de 500 palestinos muertos y miles de heridos. Israel
perdió dos soldados. No se liberó al soldado capturado ni se paró el lanzamiento
de cohetes Qassam.
Finalmente, el ejército israelí decidió llevar a cabo una incursión profunda por
el norte de Gaza, matando a muchos palestinos más, en su mayoría civiles. En un
determinado momento, el ejército israelí disparó misiles de artillería pesada
sobre hogares residenciales en la ciudad de Beit Hanoun, al norte de Gaza,
matando a 18 mujeres y niños mientras dormían. Israel afirmó que el bombardeo
fue un error, pero grupos palestinos y de derechos humanos acusaron a Israel de
mentir, declarando que Israel y cualquiera saben que se va a provocar con
seguridad una masacre si se bombardean con artillería de tanque barriadas
densamente pobladas.
La Liga Árabe acudió a quejarse al Consejo de Seguridad, pero EEUU, el guardián
fiel de Israel, utilizó su poder de veto para estrangular una resolución que
habría condenado el crimen israelí.
Tras la masacre de Beit Hanoun del 18 de diciembre, los esfuerzos regionales e
internacionales para lograr un alto el fuego fructificaron cuando Israel y las
facciones de la resistencia palestina llegaron a un acuerdo para un alto el
fuego de facto. Sin embargo, Israel rechazó extenderlo a Cisjordania, asesinando
a civiles y activistas palestinos casi a diario, todo ello bajo el paraguas de
la lucha contra el terrorismo.
Esa insolencia fue una provocación demasiado fuerte para las facciones de la
resistencia palestina que demandaron un alto el fuego total o nada. Durante todo
este proceso, el grupo de la resistencia de la Yihad Islámica estuvo disparando
cohetes Qassam sobre el asentamiento israelí de Sderot cerca de Gaza. Los
lanzamientos se empezaron a producir dos días después que Israel asesinara a
tres palestinos: una colegiala que iba caminando junto al muro de separación
cerca de Yenin y dos activistas de la Yihad Islámica al norte de Cisjordania.
La inmisericorde agresión israelí pareció convencer tanto a Hamas como a Fatah
de trabajar en aras de la creación de un gobierno de unidad nacional que se
ajustara al Documento para el Acuerdo Nacional basado en el Documento de los
Prisioneros, redactado a comienzos de verano por los líderes políticos
palestinos encarcelados en prisiones israelíes. Sin embargo, las diferencias
sobre quién debería ocupar cada una de las carteras hizo que finalmente las
negociaciones se vinieran abajo, provocando que Fatah acusara a Hamas de adoptar
posiciones rígidas.
En diciembre, Haniyeh se embarcó en una larga gira por países árabes y
musulmanes del Oriente Medio que le llevó a Egipto, Siria, Qatar, Bahrein, Irán
y Sudan para conseguir apoyos políticos y financieros. La gira consiguió superar
las expectativas de éxito del premier palestino al lograr compromisos de apoyo
de Qatar y cientos de millones de dólares de Irán. Esto incluyó una promesa del
Emir de Qatar de pagar durante seis meses los salarios de los alrededor de
40.000 profesores palestinos existentes. Irán hizo una promesa parecida de
proporcionar los salarios de decenas de miles de funcionarios palestinos.
El éxito rotundo de la gira no fue bien recibido por EEUU, Israel ni Fatah.
Mientras Haniyeh se encontraba en Sudán, la violencia estalló en Gaza y cuando
Haniyeh llegó al cruce de Rafah en su camino de regreso a casa, Israel le tuvo
retenido durante ocho horas en el lado egipcio (los estadounidenses manifestaron
que Israel lo hizo siguiendo instrucciones del presidente de la Autoridad
Palestina Mahmud Abbas).
La humillante medida fue supuestamente adoptada para impedir el "contrabando" de
unos 35 millones de dólares que Haniyeh trataba de introducir en Gaza en el
interior de varias maletas. Finalmente, se permitió la entrada de Haniyeh pero
no la del dinero.
La historia no acabó ahí. Mientras Haniyeh regresaba a Gaza, pistoleros no
identificados (Hamas dice que eran pistoleros de Fatah a las órdenes del hombre
fuerte de los estadounidenses en Gaza, Muhammad Dahlan) dispararon contra el
automóvil de Haniyeh, matando a un guardaespaldas e hiriendo levemente a su hijo
y a su asesor, Ahmad Yusuf. Este "intento de asesinato" enfureció a Haniyeh que
juró "tratar adecuadamente" a quienes intentaran matarle.
El viernes 15 de diciembre, Haniyeh hizo un llamamiento a la unidad nacional,
manifestando ante más de 100.000 partidarios en Gaza que los palestinos deberían
permanecer unidos frente a Israel y no enfrentarse unos con otros. En aquel
momento, policías de Fatah, mal entrenados pero adoctrinados en contra de Hamas,
se dedicaron a atacar a un grupo pacífico de seguidores de Hamas en las calles
de Ramala, hiriendo a más de 33 personas, incluidos tres muchachos que
presentaban serias heridas.
Al día siguiente, sábado 16 de diciembre, el presidente de la AP, Abbas,
pronunció un discurso ante dirigentes y oficiales de Fatah en Ramala en el que
exigió que se celebraran lo antes posible elecciones presidenciales y
legislativas. Abbas castigó y ridiculizó a Hamas, culpando a su gobierno de los
ocho meses de asedio y también de debilitar la causa palestina en el campo
internacional.
El llamamiento, inconstitucional según la Ley Básica Palestina, fue rechazado
por los dirigentes de Hamas, que acusaron a Abbas de estar siguiendo la agenda
estadounidense y no la agenda del pueblo palestino. Recriminaciones y
contra-recriminaciones acabaron finalmente a balazos por las calles de Gaza
entre las milicias de Fatah y Hamas, dejando al menos 18 personas heridas de
ambos bandos y varios civiles muertos.
El 19 de diciembre, los mediadores egipcios, tras esfuerzos exhaustivos,
pudieron poner fin a la lucha entre ambos grupos. En estos momentos, el alto el
fuego, aunque frágil, sigue en pie. Sin embargo, los temores radican en que a
menos que ambos bandos, Fatah y Hamas, lleguen a un acuerdo político lo antes
posible, la violencia y el derramamiento de sangre podría desbordarse en una
guerra interna más feroz.
Texto original en inglés: