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Apostó por la represión, afirma el líder de la APPO
El Estado cerró las vías pacíficas al pueblo: Sosa
Octavio Velez Ascencio
Al apostar por la represión y politizar las instituciones, el Estado mexicano
cierra las vías pacíficas al pueblo, que reclama atención a sus demandas
sociales, afirmó Flavio Sosa Villavicencio en la primera entrevista que ofrece
desde su detención, ocurrida el 4 de diciembre de 2006 en la ciudad de México.
"Cancelar el diálogo es un grave error y una torpeza de (Felipe) Calderón, que
le va a pesar, porque no habrá transición si no se solucionan las demandas del
movimiento magisterial y popular", sostuvo. Destacó que está preparado para
seguir en la cárcel hasta obtener su libertad, no por una negociación con el
gobernador Ulises Ruiz Ortiz, "sino por la fuerza del movimiento magisterial y
popular. No voy a negociar nada; no he cometido ningún delito y tarde o temprano
saldré libre", señaló. Asimismo, retó al gobierno estatal a mostrar al menos una
prueba de su culpabilidad en los seis procesos abiertos en su contra.
"Quiero que me demuestren que tengo alguna responsabilidad; todas las
acusaciones son de supuestos testigos que dicen que oyeron que alguien dijo que
yo había participado", agregó.
En la cárcel de este municipio, donde llegó con su hermano Horacio el pasado día
15, después de ocho meses y medio de reclusión en el Centro Federal de
Readaptación Social Número 1 del Altiplano, en Almoloya de Juárez, estado de
México, el consejero de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO)
sostuvo que la determinación del Estado mexicano para reprimir y utilizar a las
instituciones para la negociación política, pone a la lucha pacífica contra la
pared y sin ninguna oportunidad de alcanzar atención a sus demandas.
"Fuimos a hablar con (la Secretaría de) Gobernación, recurrimos al Senado, pero
no avanzaron el diálogo ni el procedimiento de desaparición de poderes, porque
el PAN y el PRI negociaron el reconocimiento de Calderón a cambio de mantener a
Ulises en la gubernatura.
"Y cuando asume (Calderón) la Presidencia y vamos a buscar la interlocución, se
nos encarcela. Así, opta por una salida de fuerza, por la represión y el
encarcelamiento de quienes vamos por la vía pacífica. Esto es peligroso, porque
no se está dejando ninguna salida al pueblo. Y en nuestro caso quedamos como
rehenes de Calderón y de Ulises", añadió.
Consideró que el Estado mexicano "desató una brutal persecución contra el pueblo
de Oaxaca. Se torturó y encarceló a muchos oaxaqueños sin haber cometido delito
alguno. Y en un caso inédito para la historia reciente del estado, otros fuimos
enviados a penales de máxima seguridad del estado de México, Nayarit y
Tamaulipas, por alzar la voz solamente".
Afirmó que los gobiernos federal y estatal "se ensañaron" en su contra, de su
familia y de sus compañeros cercanos, por "decir las cosas como son y no ocultar
el rostro. La decisión para la detención (junto con su hermano Horacio,
Marcelino Coache Verano e Ignacio García Maldonado, los dos últimos recién
liberados) fue al más alto nivel, pero con grandes irregularidades. Los policías
nunca nos mostraron ninguna orden de aprehensión; incluso cuando estábamos en la
Procuraduría General de la República, frente a nosotros estaban recibiendo por
fax el oficio de colaboración de la procuraduría de Oaxaca, para poder cubrir el
trámite de nuestra detención. Un periodista del New York Times me
preguntó en noviembre del año pasado: ‘¿después de la entrada de la Policía
Federal Preventiva, qué sigue?’ Y le respondí que tenía dos caminos, la muerte o
Almoloya, y fue lo segundo, pero bueno, eso imaginé que sería para mí, nunca
para mis hermanos, que no tienen nada que ver con el movimiento. Erick es
bombero del aeropuerto de Oaxaca, y fue torturado y llevado hasta el penal de
máxima seguridad de Matamoros; Horacio andaba acompañándome en la ciudad de
México y lo envían conmigo a Almoloya, donde el trato es inhumano, humillante y
degradante, sin que ninguno de nosotros haya incurrido en un delito federal".
–¿Vale la pena tanto sufrimiento por una causa?
–Claro que vale la pena. Mi familia y la familia de otros han sufrido cosas
terribles, acoso, persecución, pero si la lucha es por un cambio, vale la pena
pasar tantas cosas. No podemos olvidar la muerte de tantos compañeros, como José
Colmenares, Lorenzo San Pablo, Alejandro Hernández, los indígenas triquis, y
tantos torturados de las barricadas.
–Su detención tenía aparentemente la finalidad de descabezar al movimiento
magisterial y popular, por ser uno de los miembros más visibles del consejo
estatal de la APPO, pero no ocurrió así.
–Efectivamente, Calderón y Ulises Ruiz pensaron que con detenerme iba a sufrir
un duro golpe el movimiento, pero no fue así porque la APPO no es un movimiento
de dirigentes, sino del pueblo, con demandas justas y legítimas.
"La APPO representa una causa histórica contemporánea, una bandera en Oaxaca que
han levantando muchísimas personas ante tanta pobreza, marginación, injusticia e
impunidad, así como por tantos gobiernos frívolos, insensibles e ilegítimos. A
pesar de la gran represión la gente mantiene viva la esperanza del cambio",
acotó.
Flavio Sosa reiteró que seguirá resistiendo en prisión, porque no piensa
negociar su excarcelación con el gobierno de Ruiz Ortiz. "No me interesa, porque
mi hermano y yo, así como los demás presos del movimiento, somos inocentes. Si
vamos a salir ha de ser por la fuerza del movimiento y por el trabajo de los
abogados. Y cuando suceda eso no saldré con ninguna condición, mucho menos a
guardar silencio. Cuando el movimiento nos ponga en la calle caminaré
tranquilamente, porque no tengo nada de qué avergonzarme", apuntó.
–Pero en los seis procesos penales que se le han instruido se le acusa de muchos
delitos, algunos graves.
–Me han acusado de muchas cosas; de la toma del Canal 9, cuando fue un
acto reivindicado por mujeres sin que yo haya participado; me acusan de la
toma de las oficinas de Caminos y Aeropistas de Oaxaca, sin que haya tenido
nada que ver; me acusan de haber secuestrado a unos policías ministeriales que
entraron a mi casa a matarme, sin tampoco estar relacionado, porque eso estaba
pasando mientras hacía la denuncia ante la prensa en el zócalo.
"No somos delincuentes", concluye.