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Comienza a defender sus tesoros
Gabriel Tabera
Econoticiasbolivia
Bolivia busca la mejor vía para proteger su patrimonio cultural, para enfrentar
con éxito la amenaza de la biopiratería y para expandir, en beneficio de todos,
los conocimientos y saberes tradicionales, apetecidos por los consorcios
multinacionales que lucran con el millonario negocio de las patentes y la
propiedad intelectual.
El reto es enorme. Se trata, en esencia, de construir un sistema propio que
preserve los derechos colectivos, que contribuya a combatir la pobreza, que
cuide la biodiversidad y que aporte a un desarrollo armónico con la naturaleza.
Tareas nada sencillas, pero que se han tornado imprescindibles para más de medio
centenar de delegados de todo el país que se han reunido por tres días en La
Paz, la última semana de mayo, en el "Primer Encuentro sobre Protección de los
Conocimientos Tradicionales de Bolivia, asociados al Folklore, Artesanía,
Biodiversidad, Medicina Tradicional, Ritos y Rituales'.
Allí, según reflejó La Epoca, se han presentado las demandas que emergen de
todos los rincones del país y se han trazado las tareas para que los buenos
deseos comiencen a ser una realidad. Allí, Ascanio Nava y Fernando Valencia,
folkloristas de Oruro y del Gran Poder, han dicho su verdad y han clamado para
que la diablada nunca más sea conocida en Europa como originaria de Chile.
Viviana Akamine, artesana chiquitana de San Javier, también ha dicho lo suyo y
ha encomendado para que se resguarden los derechos de los productores nativos,
para que las grandes empresas no se apropien indebidamente de sus artes y
conocimientos. Los médicos kallawuayas, en voz de Wálter Alvarez, han reclamado
para que la medicina tradicional sea reconocida y para que los grandes pulpos
farmaceúticos no roben las plantas ni los conocimientos milenarios de los andes
y la amazonía. Los especialistas en ciencia y tecnología también han urgido para
incorporar las destrezas y las técnicas locales en la producción y la economía,
mientras los mallkus del Conamaq han rechazado todos los intentos de las
transnacionales para patentar las plantas y la vida.
Consenso y resultados
Los debates, en los que también participaron dos delegadas de la Organización
Mundial de la Propiedad Intelectual (Ompi), han sido intensos y productivos.
"Este primer encuentro ha tenido la vocación de buscar formas de protección de
todos aquellos legados culturales de Bolivia, que han sido objeto de usurpación
sistemática", dice Claudia Solares, directora del Servicio Nacional de Propiedad
Intelectual (Senapi), institución que organizó el encuentro, y que ha tomado
debida nota de las preocupaciones de todos.
"En el Gobierno hay la convicción de que es necesario encontrar mecanismos que
permitan la protección de nuestras expresiones culturales, saberes y
conocimientos de los pueblos indígenas y originarios, sin quebrantar su
identidad cultural, respetando sus sistemas tradicionales de organización", dice
al destacar que ya hay un diagnóstico preliminar que permite la identificación
de todos estos conocimientos referentes al folklore, la artesanía y la
biodiversidad que pueden y deben ser protegidos.
Dos beneficios
Este diagnóstico se irá enriqueciendo a través de mecanismos de participación y
coordinación directa y permanente con los pueblos indígenas, originarios,
comunidades campesinas y otros sectores de la sociedad.
En este marco también se diseñarán dos tipos de medidas: unas para evitar que
las empresas y consorcios internacionales se apropien del patrimonio boliviano y
otras orientadas a lograr que los pueblos originarios y el país en su conjunto
se beneficien económicamente con el uso y difusión de estos conocimientos,
explicó Solares.
Sistema novedoso
Según la ministra de Producción y Microempresa, Celinda Sosa, responsable del
área, la tarea es "establecer un sistema novedoso de derechos colectivos de
propiedad intelectual, mediante el cual se reconozcan y se protejan los derechos
de las comunidades indígenas por los conocimientos, innovaciones y prácticas
tradicionales expresados a través de la música, la danza, los ritos y rituales,
la cerámica, los textiles, las prácticas terapéuticas y uso de plantas
medicinales'.
Una de las tareas centrales en la construcción de esta plataforma protectiva del
patrimonio cultural, económico, productivo y medicinal de Bolivia es avanzar en
la defensa de los derechos colectivos, innovando y transformando las actuales
normas internacionales de propiedad intelectual que protegen sólo los intereses
privados e incorporando la visión de los pueblos originarios, sus usos y
costumbres.
Se trata de lograr que los conocimientos y saberes beneficien al conjunto de la
población y a las generaciones futuras, y no como ahora que se utilizan a nivel
mundial para trabar el desarrollo de los países más pobres, atentando contra la
biodiversidad, la conservación del planeta y la salud de millones de seres
humanos.
Experiencias amargas
El gran reto es evitar que los grandes consorcios internacionales patenten como
suyos los productos naturales y conocimientos de los países pobres y pueblos
originarios, los que después deben pagar a las empresas extranjeras por su uso o
comercialización.
La intención boliviana es no repetir la historia del Perú con la maca ni de la
China con el uso y copia de tecnología.
En el primero de los casos, hace dos años la empresa estadounidense Pure World
Bothanicals había registrado como suya y patentado los extractos de la maca,
originaria de la región andina, y ahora amenaza con impedir las exportaciones
peruanas de este producto al exterior, si es que el Perú no le paga un
millonario tributo.
En el segundo caso, las empresas chinas que producen DVD fueron enjuiciadas por
la multinacional Sony y ahora le deben pagar el 80 por ciento del valor de sus
ventas como regalías o derechos de autor. Esto significa que las empresas chinas
entregan 80 dólares por cada 100 que reciben de las ventas de DVDs.
En el primero de los casos se trata de un claro ejemplo de "biopiratería",
mediante el cual una empresa transnacional se apodera del producto natural de un
país pobre y lucra con su uso, explotando incluso a los pueblos que producen y
viven de ese recurso natural. "Esto, según Solares, no puede ni debe repetirse
en Bolivia".
En el segundo se trata de los castigos y penalidades que imponen los acuerdos
comerciales para impedir que los países más pobres usen la tecnología existente
para lograr su desarrollo. Aquí, la tecnología y el progreso tienen dueño y
es necesario pagar los "royalties" a las transnacionales para intentar salir del
atraso y la postración. Aquí se cierra el acceso a la tecnología para los más
pobres.
Privilegios y despojo
Lo propio ocurre con los medicamentos: los países pobres tienen que pagar muchos
millones a los dueños de las patentes, para poder producir los remedios
necesarios para que la gente no muera, para que la gente no sufra. En el caso
del sida, por ejemplo, un tratamiento con medicamentos patentados cuesta 12 mil
dólares por paciente al año, pero si este tratamiento se hace con medicamentos
genéricos el costo es de 120 dólares anuales. La producción de medicamentos
genéricos es muy restringida por la imposición de la OMC en defensa de los
"derechos" de los dueños de las patentes. Acá el capitalismo muestra su rostro
más salvaje, anteponiendo los negocios a la salud, colocando primero los dólares
y mucho después los derechos humanos básicos.
Triple desafío
Por ello, el desafío boliviano es triple: i) defender los recursos naturales,
preservando la propiedad colectiva, para que el mezquino interés empresarial no
lucre con los productos naturales, con los conocimientos tradicionales, con
material genético de los microorganismos de plantas y animales, ii) lograr que
el uso y disfrute de estos conocimientos y materiales beneficien económicamente
a los pueblos originarios y a Bolivia, y iii) usar la tecnología existente para
intentar salir del atraso sin perder un ojo de la cara.