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Latinoamérica

La extraviada Izquierda chilena

Periodico latinoamericanista Giraluna

Podría haber sido un Primero de Mayo como cualquier otro, como tantos, de despertar aletargado, para celebrar ese día en un país donde hay poco que celebrar. Quizás por aquello de que la esperanza jamás se pierde y menos aún los sueños, se trataba de vestirnos de futuro y caminar una vez más por las calles de Chile colgados de la efímera luz de una estrella que aun titila en lontananza a pesar de todo y de muchos. Pero no fue un día cualquiera, pues aquel martes de otoño la estulticia política se entronizó irremediablemente en el corazón de la izquierda chilena: nuestra izquierda, pequeña, jibarizada, extraviada en el limbo de las discusiones bizantinas, mientras - en nuestras propias caras - se fortalecen el modelo neoliberal y el sistema capitalista. Claro, porque tanto la derecha como la Concertación - que cada día se parecen más - deben haberse solazado en la comprobación de que la principal manifestación realizada en la capital por la Central Unitaria de Trabajadores CUT, era apropiada por el oficialismo, con ministros incluidos. Pero, además, porque por primera vez la CUT y el partido comunista se coordinaron con carabineros y el gobierno para reprimir la libertad de expresión. Así, asistimos con vergüenza y repulsión a la labor represiva verificada en contra de aquellos denominados genéricamente como anarquistas. Y podría haber sido cualquiera, pues vestir de negro, ser joven, protestar ante el reformismo y el gobierno pasó a ser sinónimo de problema. Y los problemas hay que resolverlos por la fuerza.

La democracia policial

En esto no hay nada nuevo, por cierto, toda vez que esta democracia se ha tornado poco a poco, y crecientemente, en una democracia policial. De ello conocen los deudores habitacionales, los estudiantes, los mapuche, entre otros, que han visto criminalizadas sus demandas por un Estado y un gobierno que se dice de los ciudadanos, pero que cada vez que los ciudadanos intentan sacar la voz, son golpeados o detenidos. O ambas cosas, pues se ha transformado en una constante la represión masiva e indiscriminada a los que osan expresar su disenso. Asimismo, se ha hecho habitual recurrir a métodos de guerra psicológica a fin de deslegitimar la protesta social y generar un clima de terror que en nada se diferencia de la época dictatorial que, ilusamente, muchos creían superada. De esta manera se busca atemorizar a la población y desmovilizarla, al mismo tiempo que se intenta sobredimensionar eventos que, en los hechos, son bastante más limitados social y geográficamente. Es en este contexto que se militariza la ciudad, como fue el caso para el Día del Joven Combatiente, especialmente en Santiago. O se invade sistemáticamente comunidades mapuche, violentando la integrad física y psicológica de comuneros, los cuales son objeto de golpizas, allanamientos y detenciones. Es la democracia a la fuerza, a la chilena, a la Concertación.

La vergüenza de venderse por migajas

Nada, entonces, puede sorprender de una coalición política que negoció con los militares y la derecha para acceder al poder. Sin embargo, es inquietante que un sector de la izquierda, de prolongada y valiente historia de lucha en nuestro país, no escatime ni esfuerzos ni ocasión para proyectar una imagen de moderación y, de este modo, rendir examen de buena conducta ante sus nuevos aliados políticos en la Concertación y en la derecha. Es que no es necesario ser analista político para darse cuenta que la represión ejercida por el partido comunista contra otras expresiones de la izquierda en la marcha del Primero de Mayo estaba dirigida a congraciarse con aquellos en el poder. Claro, porque con ellos negocian una parcial y superficial modificación al sistema electoral binominal lo cual - y estos son los cálculos oportunistas realizados por la dirección comunista - les daría la posibilidad de retornar al parlamento después de dos décadas de exclusión.

Es legítimo que dicho partido aspire a una cierta representación parlamentaria, pero lo que es inaceptable es que se engañe al pueblo ocultando el hecho que el sistema binominal no será cambiado en absoluto y que su generación continúa siendo espuria, porque la constitución actual fue impuesta por la dictadura militar. Más repudiable aún es que se organicen cuerpos de seguridad para reprimir a supuestos anarquistas. Estos últimos, hay que decirlo, le hacen un flaco favor a la izquierda al recurrir a la violencia independientemente del contexto social o histórico o sin poseer una propuesta clara que logre convocar a importantes sectores sociales. Pero nada, absolutamente nada, justifica que el partido comunista y la CUT operen en connivencia con carabineros y organismos de seguridad del gobierno para, en la práctica, actuar de consuno contra el derecho de expresión de otros sectores políticos.

Así no se construye la unidad de la izquierda, así no se reconstruye el tejido social, así no se avanza y, menos aún, se interpela al Estado, proyectando una alternativa viable al injusto y excluyente modelo vigente. Así solo se construye vergüenza al venderse por mijagas.    

Fuente: lafogata.org