Latinoamérica
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¿Por qué la Concertación y la derecha siguen atacando a los trabajadores?
Nicolás Miranda
Clase contra Clase
Pasamos en pocas semanas de situaciones de crisis de los partidos patronales de
la Concertación y la derecha que muestran su debilidad, a sus contragolpes que
siguen afectando las condiciones de trabajo y de vida de la clase trabajadora y
todo el pueblo pobre. ¿Por qué pueden efectuar estos contragolpes?
Del desgaste de la Concertación y la derecha..
Acabamos de pasar el episodio de crisis por arriba de la corrupción, donde la
derecha, que es hija de la dictadura, donde se saqueó el Estado con
privatizaciones cuestionadas por miles de millones de dólares, en un acto que
podría calificarse de corrupción, acusa de corrupción a la Concertación, que con
casos como Chiledeportes, MOP- GATE, etc, evidencia corrupción. Estamos
atravesando, aunque contenida, la crisis del Transantiago, que pasó de ser un
negocio que acentuaba la concentración económica, a un ataque al movimiento de
masas de Santiago, y una crisis política, por lo mismo, para el Gobierno de
Bachelet y la Concertación. La derecha se preguntaba por qué a pesar de todo
esto, no crecía en las encuestas, manteniendo una crisis que encubren con sus
gestos de unidad, y que los ciega para ver que si llegaran a avanzar como opción
electoral, no significa que vayan a poder gobernar en forma estable. Entre medio
surge algo así como un "partido instrumental de la derecha" con Schaulson a la
cabeza. De una semana a la otra, la Concertación hace conclaves de unidad, para
después acentuar sus divisiones. De una semana a la otra, el gobierno daba
muestras de lo que se llamó un giro a derecha con el cambio de Gabinete,
incorporando más gente de Expansiva y con laguistas (R. Cortázar, Viera Gallo,
Goñi), para después plantear el "fin del lucro y la selección discriminadora" en
la educación, presentando la reforma al inaceptable binominal, retomando
iniciativa, reafirmándose, con gestos por izquierda. Y reabriendo una crisis en
la derecha que quedaba descolocada, siempre a contrapelo del sentimiento
mayoritario, que en una encuesta apoya mayoritariamente el "fin del lucro"-y
aquí sí que no hay maniobra electoral para golpear a la derecha (que lo calificó
como la "estrategia Insulza"), sino que es un sentimiento genuino, sin cálculo.
Se atacan, se defienden, se unen contra el pueblo trabajador, se dividen para
ganar sus favores, toman la iniciativa, la pierden, muestran su posición a
derecha en defensa de sus jefes los patrones, gesticulan a izquierda, se
fortalecen, se debilitan, entran en crisis regularmente. Y todo esto en cuestión
de semanas. Entonces lo que hace esta situación es mostrarnos un proceso de
desgaste tanto de la Concertación como de la derecha. Un proceso de desgaste
que, aunque siempre fieles a los intereses de sus jefes los patrones, parece
tener que obligarlos a retroceder, a terminar con tanto ataque como el del
Transantiago. Y que en perspectiva abre mejores condiciones objetivas para la
clase trabajadora y el pueblo pobre.
... a sus contragolpes contra la clase trabajadora
Pero no es así. La clase patronal con sus políticos de la Concertación y la
derecha, responden con contragolpes contra la clase trabajadora y el pueblo
pobre. El Transantiago sigue su curso. Se consagra, con frases de izquierda, la
educación como negocio. Se plantea una búsqueda, también de legitimación
democrática de un sistema binominal corregido. Se avanza en proyecto de ley para
la gran empresa, como las disposiciones del plan "Chile Invierte" de la
depreciación acelerada. Y cuando se habla de las PYMES, es para condonarles sus
deudas, entre ellas, la previsional, que no es más que la apropiación indebida
de los fondos provisionales de los trabajadores por sus patrones, pequeños y
medianos, además que piden normas laborales flexibles para sus empresas. Se está
hablando de intercambiar una indefinida negociación colectiva por
flexibilización laboral.
De este modo, lo que parecía abrir una coyuntura más favorable para las luchas
por los derechos e intereses de la clase trabajadora y el pueblo pobre, se va
cerrando en una coyuntura más desfavorable, abriendo incluso la perspectiva de
una canalización electoral (que podría ser capitalizada por la derecha), hacia
un nuevo ciclo electoral reaccionario de dos años (y más, porque ya actúan las
lógicas de la competencia electoral). No es porque sí que aún en medio de su
desgaste se produzca este cambio. Y es que ante estas políticas de la
Concertación y la derecha en defensa de sus jefes los patrones, y ante este
desgaste, falta una alternativa de clase independiente de toda variante
patronal.
Por una política de la clase trabajadora independiente de toda variante patronal
Por un partido de trabajadores revolucionario
Esa alternativa falta. No es nuevo, pero lo vimos gravemente en estas crisis
sucesivas y concentradas en el tiempo en las últimas semanas.
Ante el Transantiago, la dirección oficial mayoritaria dela CUT, cogobernada por
el PS de Arturo Martínez y el PC, se reunía con la CPC planetando que harían una
propuesta conjunta. No lo hicieron (y nada perdimos con eso). Luego hicieron
declaraciones de advertencia del riesgo de un estallido social. Más tarde
hablaron de una convocatoria que finalmente no realizaron, y que estaba
planteada de forma de dividir las fuerzas de los trabajadores (convocando en 4
puntos de Santiago, en vez de una movilización unificada). No hicieron nada,
brillaron por su ausencia. De este modo, más allá de sus declaraciones, la clase
trabajadora no pudo plantear una política propia ante esta crisis. Y eso permite
que los políticos patronales de la Concertación y la derecha lancen políticas de
contragolpe, fortaleciendo sus posiciones y sus políticas.
Ante el binominal, el PC promueve acuerdos con los políticos patronales,
conversaciones circunstanciales con la derecha (pero que de todos modos la
legitiman, revistiéndola de galardones democráticos que no tiene), y acuerdos
permanentes con sectores democráticos y progresistas de la Concertación (con el
Parlamento Político y Social). No se trata sólo de que no resultan en nada, o a
lo más en una corrección menor. Lo peor es que esta política de colaboración de
clases, hablando (a veces) en nombre de los trabajadores, lo que hace es llevar
a los trabajadores a subordinarse a algún patrón mediano o pequeño o sus
políticos patronales democráticos, progresistas, antineoliberales. De este modo,
la clase trabajadora no puede plantear una política propia ante esta crisis. Y
eso permite que los políticos patronales de la Concertación y la derecha lancen
políticas de contragolpe, fortaleciendo sus posiciones y sus políticas.
Ante la crisis de la corrupción, tanto el PC como la dirección mayoritaria de la
CUT, se limitan a reclamos de mayor fiscalización, que deja intacta la
estructura del Estado que permite estos actos de corrupción. De este modo, la
clase trabajadora no puede plantear una política propia ante esta crisis. Y eso
permite que los políticos patronales de la Concertación y la derecha lancen
políticas de contragolpe, fortaleciendo sus posiciones y sus políticas.
Ante la crisis de la educación y el proyecto del Gobierno, el PC hace una
valoración crítica, remarcando el "paso adelante" que se da, cuando lo que hace
es consagrar la educación de mercado. De este modo, la clase trabajadora no
puede plantear una política propia ante esta crisis. Y eso permite que los
políticos patronales de la Concertación y la derecha lancen políticas de
contragolpe, fortaleciendo sus posiciones y sus políticas.
Ante las políticas para las grandes empresas de la Concertación (y la derecha),
tanto el PC como la dirección oficial mayoritaria de la CUT, promueven acuerdos
con la clase patronal mediana y pequeña, lo que ya está permitiendo el
contragolpe que se viene de condonación de la deuda provisional (apropiación
indebida de nuestros aportes) y flexibilidad laboral en estas empresas. De este
modo, la clase trabajadora no puede plantear una política propia ante esta
crisis. Y eso permite que los políticos patronales de la Concertación y la
derecha lancen políticas de contragolpe, fortaleciendo sus posiciones y sus
políticas.
Ante la discusión por la negociación colectiva, la dirección oficial mayoritaria
de la CUT, está aceptando la discusión de este punto en forma aislada (de la
necesidad del derecho efectivo a huelga, el fin de las prácticas
antisindicales), lo que la transformará en un arma que utilizará la clase
patronal para la flexibilización. De este modo, la clase trabajadora no puede
plantear una política propia ante esta crisis. Y eso permite que los políticos
patronales de la Concertación y la derecha lancen políticas de contragolpe,
fortaleciendo sus posiciones y sus políticas.
Y podríamos seguir. Pero mencionemos también a la izquierda que hace de las
acciones efectistas y las declaraciones rimbombantes su forma de ser. El FPMR y
la UPE, se toman el frontis del Mineduc, salen en los medios de comunicación,
pero no tienen una política para reimpulsar y fortalecer la asamblea de
estudiantes secundarios como organismo de lucha basado en los métodos de la
democracia directa estudiantil. En política sindical, hacen declaraciones
adecuadas, como a favor de un 1° de mayo clasista, pero con actos aparte, con
una política paralelista que lo lleva a regalar la principal referencia
sindical, la CUT, a sus actuales dirigentes, terminando, en los hechos, en una
convivencia. ¿Por qué convivencia? Porque el FPMR también tiene una política,
aunque más combativa o fogosa, de colaboración de clases con empresarios
pequeños o medianos, etc. Grupos de acción efectista, colectivos como el Crear,
etc, hacen acciones llamativas, pero integraron el Consejo Asesor Presidencial
para la Educación. La Nueva Izquierda, la SurDa, etc, tienen el mismo proyecto
del PC de alianzas con sectores democráticos de la Concertación. Grupos
disidentes del Juntos Podemos Mas (PC-CP, PH, MIR), aunque difieren tácticamente
(votar o no por Bachelet), se mantienen dentro (congelados, con trabajo "pro
abajo", etc), y en caso de romper, también tienen acuerdo en lo fundamental en
que son necesarias las alianzas con sectores medianos y pequeños, democráticos y
progresistas, antineoliberales, de la clase patronal, mediana y pequeña y sus
políticos. Todas estas variantes de esta izquierda más allá de sus reales
diferencias, coinciden en lo fundamental (por eso tienen siempre puntos de
convergencia): en la colaboración de clases.
Ante esto, hace falta construir una alternativa de la clase trabajadora, con una
política de clase independiente de toda variante patronal. Para esto, los
trotskystas de Clase contra Clase luchamos por la construcción de un partido de
trabajadores revolucionario.
Nicolás Miranda es dirigente de la organización « Clase contra clase » :