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Venezuela: Socialismo en Sol menor
Rafael Pompilio Santeliz
Pablo González Casanova, analizando los resultados de la experiencia
vietnamita nos dice: "Hoy, en Vietnam la «política de ajuste» lleva a la
creación de empresas privadas, a la ampliación de empresas agrícolas privadas,
al «mercado libre» controlado por los monopolios, a la supresión de las
subvenciones al consumo, al «adelgazamiento» del sector público, a una
legislación «muy liberal» con las inversiones extranjeras...". El capital tiene
sus comportamientos independientemente de las intenciones con que se
instrumente.
Todo Socialismo plantea que la forma esencial y
fundamental es la propiedad social sobre los medios de producción. Bajo este
modo de producción se busca lograr una equidad entre capacidad y necesidades del
trabajador. No puede existir producción capitalista y distribución socialista,
ambas son totalidades concretas distintas.
Esta transición es la resolución a las
contradicciones inherentes al capitalismo, siendo la mayor y determinante la
propiedad privada de los medios de producción, todo lo cual define la
distribución desigual de la riqueza dejando la puerta abierta a la economía de
mercado. La contradicción capital-trabajo define lo esencial: la producción
tiene un carácter social pero sus resultados quedan en manos privadas.
Es lo clásico. Han habido muchas reflexiones y
aportes en los estudios transicionales colectivistas. Algunos piensan que ellos
solos han pensado en el socialismo y que no hay historia, que partimos de la
nada porque que esto que estamos construyendo es inédito. Aquí hay una historia
de resistencia y perseverancia que hay que considerar en sus aciertos y
desaciertos.
En esta reinvención habrá que hacerlo todo y a lo
mejor el socialismo vendrá tan cambiado que no lo reconoceremos. Probablemente
al socialismo que conocemos sólo le quede la opción de desaparecer como modelo
para reaparecer cambiado en la praxis colectiva de lucha. Su construcción
posiblemente tenga un desarrollo regional desigual, partiendo de la
heterogeneidad estructural económica, social y cultural que nos signa. Sus visos
podrían tener características de desborde popular, tanto en lo nacional como en
lo latinoamericano. Sería parecido al "comunismo en movimiento" de Marx y Engels.
Romper las barreras clásicas implicaría hurgar
sobre el ideal de la liberación social vista no como un cambio radical e
inmediato sino como proceso continuo y abierto. Un aprendizaje continuo donde
los explotados experimentarán formas y maneras de comenzar su propio proceso de
liberación anti-capitalista.
En los momentos de la Venezuela actual hay una
contradicción notoria en cuanto a la puesta en práctica de las tareas de
construcción socialista: pareciera que "los que pueden, no quieren (chavismo
adeco y demás funcionarios funcionales) y los que quieren, no pueden" (por falta
de capacidad y poder de decisión) Hay un peligro real que la cosa quede como un
slogan donde todo es "socialismo a lo Siglo 21" dentro del orden inofensivo,
pragmático y billetero. El otro extremo tampoco es búsqueda, sólo un cliché
ortodoxo, repetitivo y anacrónico.
Esto sin profundizar en el problema de burocracia
y corrupción que individualidades y partidos poseen y que reproducen la rancia
división entre ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda. Con privilegios y
altos salarios difícilmente estos intermediarios políticos quieran un cambio
radical y socialista. En el fondo aman y se acostumbran a la vida cómoda que da
el capital a sus servidores inofensivos. Hay una actitud en el liderazgo central
que combina la retórica del cambio con la actitud conservadora de que todo siga
igual, cambiando formas sin destruir contenidos, para que poco cambie la
esencia. Para muchos obra la maquinaria, la cooptación funcional, el silencio
para no perder la cuota burocrática de poder.
Un balance de "los años gloriosos de los 60" es
que parte de la derrota fue teórica. Se mecanizó y se copió fórmulas y modelos
al margen de las condiciones histórico-concretas, lo que condujo a ignorar las
particularidades e idiosincrasia de nuestro pueblo. Venezuela es desordenada,
bonachona, sincrética. Nuestra identidad es imposible de definir. Acá compramos
lo que nos vendan en cualquier parte del mundo. Lo usamos y nos aburrimos al mes
y seguimos huérfanos de esa identidad a la cual se nos quiere centrar con la
retórica de la tradición y de un pasado glorioso que nosotros no vivimos. La
realidad es que somos diversos y con poca homogeneidad histórica. Podría ser que
para algunos su identidad es no tener identidad. En todo caso, sería más
conveniente hablar de identidades.
Por eso es tan importante desentrañar los mosaicos regionales y locales con que
nos identificamos, sólo así lograremos un programa real que contribuya a la
unidad en la diversidad. De este esfuerzo
saldrá una variedad de formas organizativas, pues habrán diferentes niveles de
conciencia y se valorará cada aporte al proceso por muy humilde que parezca.
La constante es motivar la discusión, dejar el
temor a que te descalifiquen, hay que denunciar, opinar, producir, con criterios
de unidad-lucha-unidad. Sin pensamiento crítico no hay Socialismo que valga. Se
trata de expandir la crítica y profundizar los espacios de discusión. En estas
discusiones, que mucho tendrán de digresiones en un inicio, hay que asumir la
complejidad sin romanticismos panfletarios. Vernos en un espejo y hacernos
grandes preguntas.
En América Latina se plantearon búsquedas
originales, se obtuvieron experiencias, se materializaron ideas en condiciones
específicas y momentos históricos determinados. Parte de la atomización de la
izquierda fue que cada tendencia reclamó para sí una versión del "Socialismo",
una manera de leer la realidad, un modo de asumir el marxismo, una visión de lo
político que conectara con un programa estratégico.
Algunos consideran que la nueva sociedad es un
constructo, un proceso constante de "revolución permanente" donde con el hacer
se van descubriendo resultados y otras posibilidades de avanzar. Como lo decía
de manera sencilla el Ché: "Cuando lo extraordinario se convierte en cotidiano
hay revolución".
En estos planteamientos sobre "el socialismo de
ahora" la mayoría escribe sólo lo que no quiere que sea. Se escenifica como
nuevo un discurso, toda una retórica afincada en la eticidad, lo colectivo, lo
democrático y eso está harto dicho por los clásicos. El escritor Heinz Dieterich,
con todas las distancias que podríamos tener como latinoamericanos, por lo menos
tiene algo sobre el valor de la mercancía partiendo de la evolución que ha
tenido la informática, teoría que ha tomado de las llamadas escuelas holandesa y
alemana.
Circunstancialmente, una parte de los grupos
avanzados que están con el proceso bolivariano considera que de las experiencias
socialistas pasadas ninguna es apta para imitar o tomar como modelo. Aunque no
todas las prácticas del Socialismo europeo fueron similares, pero ninguna pudo
evadir ser permeada por el capital. Los intentos de transformar radicalmente la
lógica del capital llevan varios siglos sin lograr mayor cosa. Esta capacidad de
auto-reproducción del capitalismo como lógica de la sociedad sigue siendo clave
para reflexionar para cualquiera que se proponga realizar cambios radicales.
Algo tan grosero como el "Socialismo de mercado"
parece ser la proposición dominante. La experiencia reciente de China y Vietnam
se despliega tomando como supuesto el de "dejar hacer al mercado", con la idea
de que las fuerzas del mercado conducidas pueden crear las bases materiales para
la transformación socialista. Bajo la concepción de socialismo de mercado, se
considera la economía socialista como una modalidad de economía mercantil, que
se desempeña sobre la base de las leyes de la competencia del mercado.
Pablo González Casanova, analizando los
resultados de la experiencia vietnamita nos dice: "Hoy, en Vietnam la «política
de ajuste» lleva a la creación de empresas privadas, a la ampliación de empresas
agrícolas privadas, al «mercado libre» controlado por los monopolios, a la
supresión de las subvenciones al consumo, al «adelgazamiento» del sector
público, a una legislación «muy liberal» con las inversiones extranjeras...". El
capital tiene sus comportamientos independientemente de las intenciones con que
se instrumente.
En estas nuevas construcciones una lógica a
superar es la visión etapista, según la cual bajo la excusa de que el
capitalismo "siempre significaba un avance contra las economías atrasadas de los
países periféricos", no se dudó en defender el necesario papel de las llamadas
burguesías nacionales. Esta tendencia, inspirada en Stalin, es una visión
economicista, con todas las connotaciones implícitas en ella. Entre las cuales
se considera prioritario el avance de las fuerzas productivas pues ellas harían
crecer al proletariado, fuerza hegemónica que destruiría al capitalismo.
Mientras tanto habría que financiar y proteger a una supuesta "burguesía
nacional" cuyo rol sería la competencia con el monopolio lo que la convertiría
en "antiimperialista". Lógica discutible en los momentos de un capitalismo
global e interdependiente. Substancialmente la pequeña y mediana burguesía
aspira a convertirse en gran burguesía, cuyo objetivo fundamental es obtener la
máxima ganancia, de tal forma que el
patriotismo antiimperialista de estos sectores existe sólo en la medida en que
sus intereses y aspiraciones de clase se vean afectados o amenazados por los
planes expansionistas, concentradores y monopolizadores de los capitales
transnacionales.
Más allá de estas lógicas etapistas, la nueva
sociedad a construir estaría interpretada como la máxima posibilidad de
organizar nuestras vidas.
Esto tendría que ver, entre otras cosas, con la autodeterminación, la
organización social y la promoción de las fuerzas productivas, no necesariamente
desarrolladas por la burguesía. Su organicidad democrática parte de cuatro
vertientes: - La Económica, dada por el
desarrollo de las fuerzas productivas (desarrollo endógeno y sus prácticas
experimentales de cogestión, autogestión, corresponsabilidad, cooperativismo,
etc.) - La Cultural dada por el cambio de
modo de vida (otra racionalidad, cambios de patrones de consumo, sentimiento
colectivo, construcción de la subjetividad socialista, etc.)
- La integración social y ética que privilegia al Poder Popular, la autonomía de
clase y la formación del nuevo ciudadano.
- La Militar que representa la defensa de nuestra
comunidad (Unidad cívico-militar, reservas, milicias activas de autodefensa,
preparación masiva de guerra asimétrica, inteligencia social, etc.)
- La Política que implicaría organizar democráticamente estas vertientes, con un
predominio horizontal y superando los contenidos históricos utilizados por las
clases dominantes.
Entre los objetivos estratégicos en esta etapa
histórica estaría el Autogobierno, con ejercicio directo de la soberanía popular
en lo político.
La autogestión, que resuelva problemas fundamentales del pueblo. La
descentralización hacia lo popular como elemento contrario a la
descentralización neoliberal que debilita al Estado. Coordinación en lo
económico con acuerdos concretos hacia la integración latinoamericana y con
otros pueblos del mundo, pues en condiciones de globalización y unipolaridad la
revolución no es posible en un sólo país. Nuestro deambular sería el paso de las
necesidades a la libertad, bajo el ideal de un nuevo modelo civilizatorio
mundial.
Aún con estas precisiones los referentes ha
seguir en la construcción socialista no son fáciles de discriminar. El mismo
Fidel Castro, en sus últimas intervenciones, reflexionó sobre la posibilidad de
que se pierda la revolución cubana. Algunos de los obstáculos que observa tienen
que ver con el hombre en la construcción socialista: "El hombre nace egoísta,
porque la naturaleza le impone los instintos...la educación (ideológica) impone
las virtudes" dice el discurso. ¿Pero en qué grado y en qué condiciones? La
evidencia empírica parece indicar que la idea del homo novus sólo es válida para
las masas en fases transitorias o condiciones de excepción; para estados
prolongados sólo es válida para minorías. Posiblemente un 10 o 15% de una
población nacional. Esto por el hecho de que una sociedad no es una realidad
fractal, sino una infinidad de sistemas dinámicos complejos que no se dejan
organizar ni se autoorganízan de manera invariante a toda escala, para cumplir
con las fantasías neoplatónicas de los homines novi de San Agustín.
En otro aparte, Fidel analiza otro problema
clave: "Creer que alguien sabía de socialismo, fue nuestro error más grave",
dice el Comandante. Si no había fuente de conocimiento auténtico sobre la
construcción del socialismo, ¿cuáles son las que hoy existen? Y, ¿qué tipo de
sociedad fue la que nació de esta génesis?. A estas alturas, son preguntas bien
planteadas que sacuden la ortodoxia. En ese contexto, un gran horizonte se abre
y posiblemente el camino sea más rico y esplendoroso que la misma meta.
pompiliosanteliz@hotmail.com
Red Latina sin fronteras