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México
El sindicalismo actual
Román Munguía Huato *
Especial para Correspondencia de Prensa
Las movilizaciones del magisterio de la Sección 22 del Sindicato Nacional de
Trabajadores de la Educación (SNTE) que iniciaron en mayo pasado y que devendría
en la insurrección popular en Oaxaca con la lucha ejemplar de la Asamblea
Popular de Pueblos de Oaxaca (APPO), reprimida por el gobierno del entonces
presidente Vicente Fox y por actual presidente Felipe Calderón, al igual que las
de los trabajadores mineros huelguistas de la Siderúrgica Lázaro Cárdenas–Las
Truchas (Sicartsa) en Michoacán, oponiéndose a la intromisión del gobierno
federal en los asuntos internos relativos a la representatividad sindical
–quienes el primero de marzo del 2006 estallaron una huelga general: cerca de
200 mil agremiados del Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos
y Similares de la República Mexicana (SNTMMSRM) pararon actividades y tomaron
las calles de algunas ciudades–, por citar las manifestaciones más relevantes,
expresan un relativo ascenso de los trabajadores mexicanos en la lucha de
resistencia contra las políticas neoliberales; pero estas se encuadran todavía
en el marco de una dispersión o fragmentación de movimientos gremiales que
no han podido superar la falta de una coordinación elemental mediada por un
frente único de trabajadores para la defensa de sus derechos laborales y
clasistas. Las recientes movilizaciones de diversos sectores de trabajadores en
instituciones públicas (maestros de educación básica, universitarios,
burócratas, etcétera) rechazando la reforma a la Ley del Instituto de Servicios
Sociales y Seguridad para los Trabajadores del Estado (ISSSTE) que modifica el
sistema de pensiones, nos plantea necesariamente un breve análisis de la
situación de las organizaciones gremiales en el marco de la lucha de clases
nacional.
1. El trabajo–mercancía mexicano se inserta en los problemas laborales,
económicos, políticos y sociales del resto de los trabajadores de los países del
mundo. [1] El desempleo masivo, migración transfronteriza, trabajo precario
(incluido el régimen de subcontratación de la mano de obra (outsourcing; sous-entrepise:
marchandage), empleo informal, baja tasa de sindicalización, salarios
miserables, accidentes laborales, indefensión gremial, explotación intensa,
flexibilización laboral, corrupción sindical, pérdida de la seguridad social,
etcétera, son graves y grandes problemas padecidos por el grueso de los
trabajadores mexicanos. Estos problemas se han venido agudizando por el proceso
de mundialización del capital bajo sus formas neoliberales en el marco de una
recomposición de los sistemas de producción mundial y de su fragmentación
derivada por la creciente división del trabajo a escala internacional por las
grandes corporaciones multinacionales. Por ejemplo, el despido inminente de 4
mil 500 empleados (95 por ciento subcontratado) de Hitachi, cuya planta
localizada en el complejo maquilador de la IBM en El Salto, Jalisco, en un lapso
no mayor a 18 meses abandonará Jalisco debido a que después de explotar
intensamente la mano de obra con salarios miserables para la manufactura de
microcomponentes para disco duro, trasladará su producción a Filipinas donde
nuevamente encontrará una mano de obra más barata. Este hecho constituye el
mayor despido laboral en la historia de la industria electrónica local,
que tiene como telón de fondo toda una serie de problemas laborales como:
violación flagrante a los derechos laborales, acoso moral y sexual, jornadas
extenuantes, exposición a materiales altamente contaminantes, contratos de
protección por el sindicalismo "blanco", bajos salarios, inestabilidad en el
empleo y nula protección de sus derechos laborales toda vez que el grueso de los
trabajadores, en su mayoría mujeres, son subcontratadas (outsourcing) para
evitar la adquisición obligada de derechos. [2] En este municipio, precisamente,
hace poco más de tres años aconteció un victoria ejemplar del sindicalismo
clasista, democrático e independiente, representado por el entonces Sindicato
Nacional Revolucionario de Trabajadores de Euzkadi (SNRTE), el cual derrotó a la
empresa llantera transnacional alemana Continental Tire, la cuarta empresa más
importante del mundo en la producción de neumáticos, después de una huelga
extraordinaria de tres años. [3]
En este marco de la mundialización, los sindicatos son más débiles porque el
capital es más fuerte y es más fuerte en parte por la mundialización y en parte
por los nuevos procesos tecnológicos, sobre todo por la tecnología electrónica.
Pero, además de la tendencia a que el proletariado tenga menos sindicatos, el
hecho importante es que esta debilidad gremial obedece a que desde varias
décadas atrás el capital ha venido cosechando victorias por la carencia de un
sindicalismo clasista combativo y revolucionario, aunado a la ausencia o
debilidad de partidos de izquierda socialista revolucionarios y, por ende, a la
inexistencia de un internacionalismo proletario. Es esto, la crisis de una
dirección revolucionaria, lo que explica fundamentalmente la serie de derrotas
históricas del proletariado en México y en el mundo.
2. El sindicalismo en México se encuentra sumido en una profunda crisis
organizacional, como expresión, a su vez, de una profunda crisis de la izquierda
socialista. Esta crisis estructural tiene una historia muy lejana, desde hace
varias décadas a partir de la instauración de la dictadura de bonapartismo
mexicano de los años treinta. Esta predominancia se ha sustentado, entre otros
factores de poder, teniendo un férreo control corporativo–autoritario en manos
de la burocracia sindical sobre la clase obrera conocido popularmente como "charrismo"
sindical (Confederación de Trabajadores de México: CTM; uno de los principales
brazos corporativos del Partido Revolucionario Institucional: PRI, partido en el
poder presidencial durante 72 años, hasta el año 2000) [4]. Este es un
sindicalismo bajo la tutela estatal (representado también por el Congreso del
Trabajo. CT) que sigue teniendo un peso político muy importante, pues entre
otros sectores controla al Sindicato de Trabajadores Petroleros de la Republica
Mexicana (STPRM); al Sindicato Único de Trabajadores Electricistas de la
República Mexicana (SUTERM); también podemos incluir, además de los trabajadores
mineros, al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), que tiene
casi un millón y medio de afiliados, considerado el sindicato más grande de
América Latina y uno de los más corruptos, liderado por Elba Esther Gordillo,
aliada al priista Carlos Salinas de Gortari y al actual presidente panista
Felipe Calderón Hinojosa; presidente ilegítimo, resultado de una gran fraude
electoral en julio del 2006.
Los cuatro sindicatos más grandes del país son el Sindicato Nacional de los
Trabajadores de la Educación (SNTE), con un millón 379 agremiados; la Federación
de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado (FSTSE), con 520 mil
miembros; el Sindicato Nacional de Trabajadores del IMSS, con 350 mil
agremiados, y el Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos y
Similares de la República Mexicana (SNTMMSRM), con 264 mil afiliados. El monto
de sus cuotas oscila entre los mil 900 millones y los 105 millones de pesos al
año.
3. A principios de la década de los ochenta con las políticas neoliberales se
han venido agudizando las condiciones laborales de los trabajadores mexicanos
entre otras causas por una escasa y deficiente organización gremial, derivada de
un precario y débil sindicalismo clasista democrático e independiente. Pero es a
partir de los años noventa que el capital local y foráneo decidió emprender una
serie de reformas "estructurales" neoliberales, incluida la reforma laboral que
comprende una modificación radical patronal a la Ley Federal del Trabajo, la
cual contempla nuevas formas de regulación jurídica y cambios a las formas de
contratación del trabajador, a las jornadas de trabajo, etcétera, para debilitar
a los sindicatos y expoliar más a los trabajadores. Esta reforma laboral se
viene aplicando gradual o directamente en los hechos prácticos y está en la
agenda inmediata del nuevo régimen presidencial de Felipe Calderón para
aprobarla legalmente. La Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) desde
principios del año prepara ya el terreno para la reforma laboral con la revisión
de 153 iniciativas de reforma a esa legislación, iniciada desde el 2002.
Dentro del neoliberalismo existe un proceso de recomposición gremial, pero esto
no es consecuencia de un avance sustantivo del sindicalismo clasista, pues se
han perfilado diversas tendencias de naturaleza reformista neocorporativa bajo
las siglas de la Unión Nacional de Trabajadores (UNT); una especie de "neocharrismo"
sindical que agrupa especialmente a telefonistas, trabajadores de la salud
pública (Instituto Mexicano del Seguro Social: IMSS) y trabajadores
universitarios (Sindicato de Trabajadores de la Universidad Autónoma de México:
STUNAM). Durante el último sexenio de Vicente Fox, expresamente del partido
derechista de Acción Nacional (PAN), se impulso la creación de centrales obreras
propias del sindicalismo "blanco" (patronal) como las confederaciones Auténtica
de Trabajadores (CAT) y Nacional de Agrupaciones Sindicales Mexicanas (Conasim),
así como la Confederación Mexicana Sindical (CSM), que en mayo pasado integraron
la Alianza Sindical Mexicana (ASM). El fortalecimiento del sindicalismo "blanco"
forma parte de una estrategia de los gobiernos neoliberales, especialmente del
Partido de Acción Nacional (PAN); de ahí que exista una relativa confrontación
con algunas dirigencias representativas del caciquismo sindical corporativo como
fue el enfrentamiento del gobierno de Fox, y hoy es del gobierno de Calderón,
con el dirigente charro Napoleón Gómez Urrutia, para conferirle el poder a Elías
Morales; aunque al día de hoy tal parece que el Calderón está negociando con el
priísmo la devolución del poder a Gómez Urrutia para tratar de fortalecer su
gobierno extremadamente débil.
En México la tasa de trabajadores sindicalizados ha oscilado entre 15 y 16 por
ciento desde 1995. El cálculo total de trabajadores sindicalizados durante el
periodo de 1994 y 1998 fue de aproximadamente 3.5 millones. Para el año 2000 se
había incrementado a cuatro millones, el mismo nivel que había en 1989. La
mayoría de los trabajadores está adscrita al sindicalismo corporativo o
neocorporativo; es decir, la mayoría pertenece a los "sindicatos de protección",
organizaciones venales y espurias que simulan defender los derechos laborales de
los trabajadores.
4. El desempleo masivo en México lo podemos estimar en cerca de 20 millones de
personas en edad de trabajar (población económicamente activa: PEA) ; la mayoría
de ellas subsistiendo en el subempleo o en la llamada economía informal. Más de
dos terceras partes, 71 por ciento de la nueva fuerza de trabajo incorporada a
la población económicamente activa quedó fuera de la ocupación generada en el
sector formal de la economía durante los últimos seis años, revela un informe
dado a conocer por el Banco de México (BdeM). Esto significó que al menos 7 de
cada 10 nuevos demandantes de ocupación quedaron excluidos de la economía formal
en ese periodo. El banco central señala que la cancelación de oportunidades
laborales en la economía formal afectó a más de 3 millones 500 mil jóvenes,
quienes representaron 71 por ciento de las aproximadamente 5 millones de
personas que entre finales de 2000 y 2006 se integraron a la PEA.
En América Latina actualmente el 48.5 por ciento de los trabajadores urbanos de
América Latina se ocupa en la economía informal y México sobresale como uno de
los países con mayor participación con 28 por ciento. Más de 26 millones 700 mil
trabajadores en el país laboran sin tener prestaciones; carecen de pensión,
jubilación, aguinaldo, servicio médico y otros beneficios. Durante el gobierno
de Vicente Fox el número de trabajadores sin prestaciones aumentó en 4 millones
63 mil personas.
5. La subcontratación salvaje se ha convertido en la característica distintiva
de las empresas e instituciones públicas (bajo la modalidad de subrogación) en
el país, al abarcar a tres millones 127 mil personas, modalidad por la cual han
encontrado una válvula de escape a sus elevados costos de producción mediante
una menor remuneración al trabajo. La precarización es también un factor que
viene acompañado al crítico estatus laboral que se vive en la economía, debido a
que el 11 por ciento de la población asalariada obtiene ingresos de un salario
mínimo al mes, situación que afecta a dos millones 900 mil personas. Un
salario mínimo mensual es alrededor de 100 euros.
El sexenio del presidente Vicente Fox arrojó en materia laboral, de acuerdo con
información del investigador Raúl Lescas [5] , uno de los saldos más funestos en
24 años de políticas neoliberales en el país; hubo 3 mil 292 huelgas, la mayoría
por violaciones a los contratos colectivos de trabajo, desaparición de
prestaciones y ajustes salariales. En el año 2006, fallecieron 96 asalariados,
desde los mineros de Pasta de Conchos hasta los maestros de Oaxaca. En la mina
de Pasta de Conchos murieron 65 trabajadores mineros por negligencia criminal
patronal, de las autoridades gubernamentales y del propio sindicato. En ese
periodo la política neoliberal llevó a que las empresas, en su afán de ser
"competitivas", y aumentar la tasa de plusvalor, redujeran prestaciones y
nóminas, y recortaran el servicio social, lo cual ha resultado en 13 mil 908
huelgas y 2 millones 129 mil 322 conflictos laborales, sin tomar en cuenta los
paros, las faltas colectivas y las huelgas declaradas "inexistentes".
Desde tiempos del presidente Carlos Salinas de Gortari (1988–1994) se ha
utilizado a los llamados "sindicatos de protección" para vulnerar los derechos
de los trabajadores. La Ley Federal del Trabajo lo permite; sin embargo, operan
en contra de los intereses de los trabajadores pues no hay asambleas ni
revisiones de contrato, éstos se dan en forma individual. Para su registro
cuentan con la ayuda de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), lo
que ha generado un nuevo nicho de negocios para ciertos abogados laborales y una
megacorrupción sindical. La desregulación y flexibilización del mundo laboral
(bajo los principios del Consenso de Washington y como condición para la firma
de acuerdos comerciales con Estados Unidos y Europa), ha traído como
consecuencia una mayor pobreza de la clase trabajadora mexicana.
6. Dentro del sindicalismo mexicano, en contraposición a las dos principales
estructuras sindicales sistémicas corporativas y neocorporativas (Congreso del
Trabajo [CT], de filiación priista; y la Unión Nacional de Trabajadores [UNT],
de filiación priista y perredista), se encuentra un embrión de sindicalismo
clasista, independiente y democrático, constituido por el Frente Sindical
Mexicano (FSM) –encabezado por el Sindicato Mexicanos de
Electricistas (SME), incluido el Sindicato Independiente de la Universidad
Autónoma Metropolitana (SITUAM)–, el cual desde agosto de 1998 se ha convertido
en una relativa fuerza aglutinadora de las viejas reivindicaciones clasistas de
los trabajadores urbanos y rurales del país. Este frente sindical de clase,
comparado con las otras dos tendencias gremiales, es débil políticamente en su
expresión cuantitativa, pero tiene el potencial para emerger como una poderosa
fuerza siempre y cuando mantenga una política independiente del Estado y de los
partidos políticos sistémicos (PRI, PAN y PRD) y se apoye en la movilización de
los trabajadores para frenar la política neoliberal del capitalismo salvaje.
La ausencia en México de una organización política socialista que manifiesta una
profunda crisis de la dirección revolucionaria de los trabajadores mexicanos,
deriva en la tragedia de que todavía no existe una poderosa fuerza sindical
clasista proletaria. Pese a todas las adversidades, se vislumbran movimientos
sociales, populares y sindicales –como la Asamblea Popular de los Pueblos
de Oaxaca (APPO) y la reciente formación en la ciudad de México, en enero
pasado, del Frente Único de los Trabajadores–, que pueden avanzar en el camino
de su emancipación. Por supuesto, esta dinámica depende principalmente del curso
que tome la lucha de clases en México, pero también del curso de las luchas en
Latinoamérica y en el mundo entero, como parte del necesario internacionalismo
proletario contra la barbarie de la mundialización del capital.
* Integrante del Sindicato del Personal Académico de la Universidad de
Guadalajara (SPAUdeG) y del Comité Coordinador de la Liga de Unidad Socialista (LUS).
Notas
[1] Cambios en el mundo del trabajo. Organización Internacional del Trabajo
(OIT). www.ilo.org/public/spanish/standards/relm/ilc/ilc95/index.htm
En el informe Lugares de trabajo seguros y sanos: hacer realidad el trabajo
decente, el organismo puntualiza que cada año mueren 2.2 millones de personas
por enfermedades y percances relacionadas con el trabajo. La cifra es 10 por
ciento superior a los cálculos que había realizado previamente.
De acuerdo con información de la OIT, las sustancias peligrosas matan a
aproximadamente 438 mil empleados por año en el mundo, y el cálculo es que al
menos 10 por ciento de los cánceres de piel son atribuibles a la exposición a
esas sustancias en los centros de trabajo.
En este sentido, el asbesto o amianto mata a más de 100 mil trabajadores de la
construcción al año, pues actualmente 90 por ciento de ese material es usado en
los productos del cemento para techos y tuberías. Canadá es uno de los mayores
exportadores de asbesto del mundo, señala la Internacional de Trabajadores de la
Construcción y la Madera (ICM), y resalta que estos obreros también están
expuestos a caídas y un sinnúmero de enfermedades ocupacionales más que son
"invisibles e ignoradas" por muchos gobiernos.
La OIT resalta que uno de cada seis accidentes mortales en el trabajo ocurren en
obras de construcción, áreas en las cuales cada año reportan más de 60 mil
accidentes de fatales consecuencias.
No sólo el amianto daña la salud de los trabajadores, también hace lo propio el
polvo de sílice en la salud de los mineros, al grado que cada año fallecen más
de 5 mil obreros por silicosis, enfermedad que se estima padecen 37 por ciento
de los mineros de América Latina. A este polvo están expuestos más de 10
millones de empleados en este ramo de los países en desarrollo.
[2] Trabajadores de la Nueva Tecnología. Informe sobre las condiciones laborales
en la industria electrónica de México. Centro de Reflexión Laboral (CEREAL).
Junio del 2006. Guadalajara, Jalisco.
http://www.redtdt.org.mx/home/noticias/informes/2006/julio/inf000001Anexo-I.pdf
http://www.imfmetal.org/main/files/06071816152666/cereal_electronics_report.pdf
[3] Véase la Declaración de El Salto, Jalisco: http://www.regeneracionradio.org/index.php?option=com_content&task=view&id=462&Itemid=93
[4] Originado especialmente durante la década de los veinte, el
corporativismo–autoritario sindical se caracterizó por su alto grado de
dependencia política respecto al poder presidencial–bonapartista y a los grupos
de poder tanto nacional como local y regional, esto incluye, por supuesto la
relación orgánica con los respectivos cacicazgos políticos. Desde entonces, la
corrupción sindical prevalece como una de las formas de control y coptación
política de las dirigencias venales a las estructuras de poder estatal.
El término de charrismo se empezó a emplear durante el régimen de Miguel Alemán
Valdez (1946-1952) con referencia a Jesús Díaz de León, secretario general del
sindicato de ferrocarrileros, cuyo mote era "el Charro", por su desmedida
afición por la charrería... pero también muy hábil para mediatizar demandas y
reprimir de manera violenta y delictuosa a la disidencia sindical, eliminándola
de una u otra manera.
[5] La Jornada Michoacán, Sábado 28 de octubre de 2006 / Nota de Antonio
Aguilera.