Latinoamérica
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Biocombustibles
Se enfrentan a Castro y Chavez con Bush y Lula
La guerra fría del etanol
Fernando Muñoz
Suplemento Cash
América latina es el campo de batalla de una "guerra fría" en torno de los
biocombustibles que enfrenta a dos bandos bien diferenciados: Brasil y EE.UU.,
sus principales impulsores, y Cuba y Venezuela, sus máximos detractores. En un
editorial publicado en el diario oficial Granma con el título de "La
internacionalización del genocidio", el líder cubano, Fidel Castro, reiteró sus
críticas al uso de tierras cultivables para producir combustibles y apoyó así la
posición de su principal aliado, el mandatario venezolano, Hugo Chávez.
La posición del eje La HabanaCaracas es, como en la mayoría de los temas, la
opuesta a la del presidente de Estados Unidos, George W. Bush, quien, pese a
provenir de una familia petrolera, se ha convertido en un paladín del desarrollo
de los biocombustibles junto a su colega brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva.
Entre Estados Unidos y Brasil producen el 70 por ciento del etanol del mundo,
mientras que Venezuela es el quinto productor mundial de petróleo.
"Este colosal derroche de cereales para producir combustible, sin incluir las
semillas oleaginosas, sólo servirá para ahorrarles a los países ricos menos del
15 por ciento del consumo anual de sus voraces automóviles", escribió Castro. El
asesor especial para Asuntos Internacionales del presidente brasileño, Marco
Aurelio García, vio en esa frase "cierta incomprensión" de parte de Castro
respecto de los biocombustibles. "El problema del mundo es la falta de renta, no
de alimentos", y en el caso de Brasil, la producción de biocombustibles no
reducirá las áreas sembradas para la alimentación ni significará derrumbar un
árbol de la selva amazónica", aseguró García.
Hace una semana Castro había escrito también en Granma que la "idea siniestra"
de Estados Unidos de desarrollar el etanol, combustible producido principalmente
a partir de la caña de azúcar o el maíz, condena "a muerte prematura por hambre
y sed a más de 3000 millones de personas en el mundo". Por las mismas fechas, el
presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, que visitó EE.UU., acordó con
Bush una alianza para producir biocombustibles, mediante proyectos piloto en
Haití, República Dominicana, El Salvador y Saint Kitts y Nevis.
Al igual que Castro, Lula escribió un artículo en un diario, The Washington
Post, sobre los biocombustibles. El "etanol no amenaza al medioambiente" y
tampoco es una amenaza a la producción de alimentos, afirmó. Además, su asesor
para asuntos internacionales recordó que Venezuela "estaba interesada también en
la producción de etanol y otros biocombustibles", al punto de que está
sustituyendo parte del plomo de la gasolina por etanol. Incluso, la empresa
estatal venezolana Pdvsa firmó en febrero del 2005 un acuerdo con la brasileña
Petrobras por el que ésta le iba a vender etanol y se establecía una cooperación
tecnológica para insertar ese combustible en la matriz energética venezolana.
Sin embargo, durante la gira paralela a la de Bush que hizo por Latinoamérica en
marzo pasado, Chávez rechazó el etanol y pidió a "todos los países hermanos",
entre los que citó a Brasil, que las tierras que se usan para sembrar caña de
azúcar y maíz para elaborar ese combustible se destinen a "producir alimentos
para la gente".
Al rechazo de Castro y Chávez al etanol también se ha sumado el presidente de
Nicaragua, Daniel Ortega, que recientemente acusó a Bush de encarecer los
precios de algunos alimentos y de algunos de los insumos para la producción del
etanol. En Centroamérica, donde la caña de azúcar es uno de los principales
productos agrícolas, la mayor parte de los países tiene proyectos incipientes de
producción de etanol.